FRANCISCO RODRÍGUEZ
En cuanto a carácter, son más parecidos de lo que ellos mismos quisieran. A ambos los une una misma cualidad –o defecto– que es el empeño, la obstinación, o si usted quiere la necedad y/o hasta a la terquedad.
A Andrés Manuel López Obrador su propia mujer le cantaba “El Necio” en la tercera y definitiva campaña presidencial. El propio autor, Silvio Rodríguez, se la entonó y hasta se la dedicó en un concierto. Él mismo dice que es su canción favorita.
Y además lo define. AMLO, en efecto, es un necio.
Y ser necio es una virtud cuando tienes razón. Pero es un enorme defecto de carácter cuando te equivocas.
Claudia Sheinbaum también se muestra obstinada, necia y terca. No se cansa de repetir que “la reforma va”, en referencia a la que deforma al Poder Judicial con la elección de ministros, magistrados y jueces, capricho vengativo de su antecesor.
Todos los morenistas se inscriben en la misma necedad, aún a sabiendas de que el contenido de las legislaciones parchadas con premura y sin meditación –sin lectura, siquiera– adolecen de enormes fallas que harán prácticamente imposible su implementación.
La cantaleta es entonada lo mismo por los coordinadores parlamentarios de las mayorías espurias en las Cámaras del Congreso, Adán López y Ricardo Monreal, ante las cámaras y micrófonos de los medios…
… que, por el presidente de la Cámara Alta, Gerardo Fernández, en la mesa directiva del Senado, a la que ha convertido en un órgano partidista, restándole toda institucionalidad…
… que, por las ministras cuatroteras Lenia Batres, Yasmín Esquivel y Loretta Ortiz en el pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación…
… y una cauda de cuatroteros sin información, fanatizados, que pululan en las redes sociales.
Todos en la misma necia sintonía.
La terquedad y la necedad campean.
¿Para qué votamos el 2 de junio por un nuevo gobierno si en los hechos nada cambió?
¿O, como en la clásica novela, si cambió para que todo quedara como estaba?
Veamos por qué:
… y todo sigue como estaba
Don Fabrizio Corbera, príncipe de Salina, es el personaje de la conocida novela de Giussepe Tomasi di Lampedusa, El Gatopardo, un análisis del famoso concepto “si queremos que todo sirga como está, es necesario que todo cambie”, queriendo interpretar el simulado apoyo de la aristocracia siciliana a los movimientos revolucionarios.
En las frases de El Gatopardo se sintetizan –más que en un tratado de ciencia política– las artes de las componendas y la negociación del llanto y la miseria, todo con tal de no dejar entrar a territorio itálico a Napoleón y a una cauda de burgueses vorazmente ambiciosos.
La novela muestra cómo la aristocracia absolutista fue expulsada del poder político, con la anuencia de Don Fabrizio, para instaurar la monarquía parlamentaria y liberal del Reino de Italia, porque ello no implicó transformar las estructuras del poder, sino una simple sustitución de las élites.
El protagonista expresa su insatisfacción por los cambios ocurridos, comparando el destino de la aristocracia nativa con el de los campesinos: “Nosotros somos leopardos y leones, quienes tomarán nuestro lugar serán hienas y chacales. Pero todos seremos considerados como la sal de la tierra”.
Hubo críticas de los intelectuales de izquierda en tanto el autor mostraba al campesinado siciliano como “carente de conciencia de clase” al ser nostálgico del Reino de las Dos Sicilias y opuesto a la modernidad, por haber apoyado la unificación italiana.
También porque decía que la burguesía siciliana sólo estaba interesada en mantener sus privilegios.
Igual ahora que Andrés Manuel López Obrador dejó el poder y Claudia Sheinbaum, su sucesora, mantiene el mismo discurso de los supuestos privilegios de los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, a los que por cierto no han renunciado ni Loretta Ortiz ni Yasmín Esquivel, siguiendo el ejemplo de la también cuatrotera Lenia Batres.
Todo cambió…
… y todo sigue como estaba.
Lo que es cierto es que desde entonces el gatopardismo se refiere a cualquier cambio aparente o a aquél que no puede vencer las resistencias del Estado de Derecho, ése que señala que el gobernante sólo puede hacer aquello que la ley le autoriza. Que no deja espacio para la imaginación del elegido.
Enfrentar el terrorismo delincuencial
México es el objetivo común de los traidores. Toda una cadena de impostores que se agarran de cualquier gancho para evadir sus responsabilidades. Villanos que se valen de cualquier resquicio para atentar contra la soberanía y contra todas las esperanzas.
Lampedusa, el autor de la novela, bien podría haber nacido en México y si así hubiera sido, sería testigo de la reedición de su novela. Un país maravilloso en el que lo único que ha cambiado con las transmisiones del poder ha sido la cantidad de personas que se sentaron en las sillas, antes ocupadas por otros de igual compromiso político. Dispuestos a que nada cambiara.
Porque la terca realidad se ha obstinado en que, a pesar de quienes lleguen, todo siga igual que antes. Los detentadores del poder económico siguen siendo los mismos, después de 200 años de régimen presidencialista y federal. Las dinastías, ahora también políticas, ahogan el país.
La irritación nacional va in crescendo, los factores de inestabilidad están más presentes que nunca, como están el narcotráfico, la guerrilla, el crimen organizado, los ajusticiamientos, las ejecuciones, las vendettas entre mafias de todo tipo. México es el país de las mafias en el crimen, en los negocios públicos y en los servicios sociales.
¿Qué va a pasar? Seguir en reversa hasta tocar más abajo del fondo, agotar toda esperanza, aflorar la frustración, resurgir la violencia guerrera…
Arribar a una colectividad separada, dividida y enfrentada por el terrorismo del crimen organizado, es la primera opción.
La segunda es que todo cambie y que nada siga igual.
La oportunidad que ahora se presenta es de esas que todos pintan calvas.
Es la primera vez en muchas décadas que llega a sentarse una mujer en La Silla de Doña Leonor.
A una semana de haber jurado respetar y hacer valer la Constitución y las leyes que de ella emanen, es tiempo de que muestre tener arrestos y vergüenza.
Todos deseamos lo mejor, antes de que sea demasiado tarde… y nada cambie.
Indicios
En pleno clímax de violencia criminal se presentó este martes la estrategia de seguridad de la presente administración federal que, para no variar, resultó más de lo mismo. * * * Mi agradecimiento a usted que leyó hasta aquí. Como siempre, le deseo ¡buenas gracias y muchos, muchos días!