“Paz a los hombres de buena voluntad…” Jesucristo
JOSÉ CARLOS GONZÁLEZ BLANCO
Llegó la navidad y ello supone un poco de paz, ¿será?, ¿qué tal que pensamos un poco sobre esta idea?
La dinámica de nuestro modo de vivir desmiente ese espejismo, nos abruma e impide reinsertarnos en el calor de hogar y la compañía familiar de calidad; esa constante ansiedad no nos deja reencontrarnos con nosotros mismos.
Vivimos como sonámbulos en ese éxtasis de pendientes, adictos al dolor de los recuerdos, a la angustia, estrés, a la ansiedad por el trabajo o por no tenerlo, por la falta de dinero, por la incertidumbre del futuro, por los problemas nacionales, la violencia, las enfermedades; pareciera que repelemos la paz y nos abrazamos a la preocupación como único modo de vida.
El mismo día de navidad estamos preparando el banquete, o nuestra incorporación a alguno o comprando o viajando o mandando felicitaciones, pero siempre inmersos en ese frenesí.
Y nuestra paz, ¿cuándo?
¿Cómo podríamos encontrar un poco de paz auténtica bajo esa interminable adicción por los pendientes?
Necesitamos momentos en solitario, a salvo de problemas que nos consumen, instalarnos en una atmósfera de seguridad, con tiempo de calidad que nos haga dormir con tal calma, que haga viable la serenidad en armonía con todo lo que nos rodea.
¡Hacedlo o morid!, la ansiedad aniquila lo sabemos y no le damos importancia bajo el autoengaño de que no tenemos tiempo para estas trivialidades.
Pero claramente sabemos que, sin paz, no hay sueño profundo ni reparador, ni serenidad, ni posibilidades de reciclarnos.
Tener paz, exige desearla, tener buena voluntad, respetar nuestros valores y para no conflictuarnos con nuestra conciencia.
Entraña entender que debe ser un estatus normal que nos impone compartirnos serenamente con nuestros seres queridos y el mundo que nos rodea.
¿Por qué no?
¿Qué fue de nuestra vocación infantil por la paz?
¿Hace cuánto no contempla un amanecer o un atardecer en la ciudad donde vive?, o ¿Cuándo fue la última vez que disfrutó con calma el majestuoso espectáculo de las nubes viajeras en el cielo azul?
¿Se ha percatado que ya olvidamos sentir una paz auténtica, permanente, normal?
Comprende que nos hemos adaptado a un mundo que abandonó el respeto por los demás, mintiendo, engañando o depredando al prójimo por dinero o en locuras de poder.
¿En qué momento le autorizamos a la costumbre volvernos insensibles a la pérdida del respeto?, no lo sabemos nadie, probablemente fue inercial cuando nos abandonamos a esta vorágine de excesos cotidianos que nos tienen ocupados.
Se imagina, ¿Cómo sería el mundo si todos nos respetáramos?
Le propongo hagamos nuestra parte, haga un alto en el camino y reflexionemos sobre nuestra forma de vivir, en esta navidad, dese un espacio para respirar muy profundo, con toda calma, sin prisas, sin celular, sólo consigo mismo, un largo rato.
Nos debemos un poco de sosiego y convivencia de hogar, conversando de buen humor con la familia, reencontrándonos con ella y con nosotros mismos.
¿Por qué no?
No perdamos la ocasión de repensarnos con toda tranquilidad, de buscar paz en nuestro propio hogar, deleitarnos en plenitud abrazando a nuestros seres queridos, estando ahí, con ellos, haciendo presencia de calidad y reviviendo ese amor que solemos abandonar por largos periodos en esta agitada vida que elegimos y nos arrastra.
Comprendamos que la vida es mejor si conservamos el gusto por sentir paz auténtica.
Le deseo que incremente la paz en su corazón y agregue más calidad a ese valor en su estilo de vida, que eso le ayude a mejorar sus reencuentros, que se obsequie a sí mismo la oportunidad de vibrar una paz plena y constante.
Cualquiera que fueren sus credos, problemas, historia, circunstancias, piense que tiene derecho a la paz y es legítimo que anhele sentirla; Usted, ya está aquí y no debe perder esa irrepetible oportunidad de mejorar sus umbrales de felicidad, la vida es efímera y fugaz, es de tal brevedad que sólo pensarlo sería suficiente para entender que no vale la pena vivir con tanto estrés.
Seamos felices, sólo seámoslo y eso sólo será posible si nos esforzamos por instalarnos en una verdadera paz.
Abracemos la felicidad que sólo se alcanza logrando la paz, como un hábito cotidiano, no lo dejemos para la próxima noche buena.
Le abrazo en esta navidad del 2024.
José Carlos González Blanco.
22 de diciembre del 2024