“Nada hay de verdad o mentira, todo es según el color del cristal con que se mira «. Ramón de Campoamor
JOSÉ CARLOS GONZÁLEZ BLANCO
Hay muchas discusiones políticas inútiles que lastiman relaciones personales, distancian y enervan y poco aportan en estos tiempos de crispación; en este ambiente hay quien se identifica como ganador o perdedor; unos festinan, otros sufren, pero todos nos confrontamos como polos opuestos ostentando nuestra verdad.
Habemos muchos que, resentimos y nos duele la descomposición del país, la mediocridad gubernamental y política, la podredumbre de Morena y los demás partidos, lamentamos el efecto corruptor del Peje, pero al mismo tiempo asumimos conciencia de las graves injusticias que padecen las mayorías de mexicanos y nos duele que sólo se les ayude con dinero como carnada electoral sin ofrecerles opciones reales de desarrollo y superación como han hecho tantos gobiernos.
El punto es que muchos vivimos polarizados, percibimos la presencia de agentes tóxicos en los extremos opuestos que contienden como fanatismos confrontados, todos siendo partes del mismo México, todos distintos, cada uno con algo de razón, pero también de sin razón, pero todos en pugna.
En el extremo están los antipejistas, en ellos hay intolerancia a Morena, enojo por sus abusos y un velo de soberbia, son voces a quienes cuesta visibilizar y comprender a los grandes sectores marginados con hambre y necesidades de sobrevivencia
Contra ellos, están los filopejistas, entre ellos excepciones los que razonan y analizan con objetividad y mesura, mientras que la gran mayoría se instaló en la intolerancia, adoctrinados, reacios a la reflexión y al análisis de información objetiva; se conducen como pejezombis, muchos en una actitud agravada por su necesidad de proyectar sus resentimientos históricos y su dependencia vital de los programas sociales.
Entre ambos, hay un gran segmento de la sociedad que se cuestiona sobre los valores y razones de esos Méxicos distintos, que también discuten y se forman una idea de las cosas y sienten empatía por aspectos de ambas formas de pensar.
Todos formamos parte de un gran México inquieto, palpitante, bronco, pendenciero, intenso, incómodo que se reacomoda y redefine día con día entre sus fortalezas y debilidades pero que se distrae prolongando los periodos de deliberación dejando de ver realidades.
Veamos unos ejemplos de este coctel extraño para ubicarnos en estas incongruencias.
1.- Mientras unos festinan gritando que ganó la democracia y se impuso el pueblo bueno y sabio, otros pensamos que ganó la perversión de la manipulación inmoral del estado dominando la emotividad y comprensión de personas con grandes necesidades económicas y sociales abusando de su marginalidad e imposibilidad de procesar información objetiva y crítica, mentes modestas adoctrinadas en un proceso electoral inequitativo.
2.- Mientras los filopejistas ven un país con una economía boyante por el valor del peso, otros, vemos un país económicamente destrozado con una deuda externa asfixiante, decreciente, retrógrada en el PIB y padeciendo un abrumador e insostenible déficit en el gasto público que amaga colapsar al gobierno.
3.- Mientras unos ven un mundo feliz, otros vemos una violencia generalizada sin precedente y estremecedora con más de 300 cárteles co gobernando en todo el territorio y un promedio fúnebre de 82 homicidios diarios que depreda y carcome todos los espacios productivos y de convivencia.
4.- En el ataque de la UIF a Loret, Brozo y Latinus, unos percibimos la maldad del Peje vengándose contra quién lo exhibió, amenazando las voces críticas, abusando del poder del estado, demoliendo la libertad de expresión; en tanto, los pejezombis, vieron un acto de justicia y les duele por envidia o algo que no saben definir lo que gana Loret.
5.- En el ataque al Poder Judicial, los pejezombis que probablemente jamás han leído una sentencia federal ni acuden a ese poder, ven el desmantelamiento de mafias que jamás habían supuesto hasta que el Peje les dijo lo que quería que creyeran cuando no pudo corromper a la Ministra Piña, como hizo con Zaldívar.
Sobre el tema, muchos vemos la destrucción del único poder federal con alto estándar de razonabilidad, honestidad y ética, sustento real del estado de derecho que es atacada porque juzgará las elecciones y puede anularlas, de ahí que percibimos que la verdadera razón del ataque, es aplastar la credibilidad de ese poder que tiene la última palabra sobre la legalidad de las elecciones que notoriamente fueron ilícitas por inequitativas y por la intervención del estado perpetrada por el propio Peje.
6.- Mientras los pejezombis celebran que vencieron a lo que llaman PRIAN, muchos vemos que lo más rancio del PRI se apoderó de Morena retomando su condición de partido hegemónico, ahora formando un rancio PRIMOR y nos asombra que los fanáticos antipriístas de Morena, no sólo no lo vean, sino que hasta celebren que ahora los manden aquellos a quienes con otra camiseta odiaron.
Pensándolo bien, pasada la elección ¿Cuál es la utilidad práctica de estas polémicas? y ¿A dónde nos conduce tanta polarización?
Hay dos rutas, o explotamos y nuestro México se convierte en un caos civil con costos de sangre o nos conduce a reconstruir la conciencia social que nos obligue a adaptamos, a ceder todos para reconciliarnos, componerlo o seguir evadiendo la realidad y componerlo o postergar el caos.
A los que ganaron la elección, les corresponde la iniciativa de fomentar la reconciliación, les exige eliminar la sensación de vencidos y vencedores y hacerlo, aunque machaque las heridas pasando sobre el cadáver de varias instituciones como probablemente ocurra con el INE, con el Poder Judicial, con el INAI y el PRD entre otros, lamentablemente, en todas las guerras hay muertos y aquí los habrá, pero a pesar de esa destrucción, deben buscar la reconciliación o se colapsarán.
También nos obliga a la regularización y reencauzamiento de la vida política, tarea que exige el robustecimiento de todas las instituciones partidistas, empezando por la ganadora y sus rémoras que deben regenerarse.
También deben hacerlo los partidos perdedores, hasta porque Morena los necesita conservar vivos para que en ellas se recreen los activismos políticos de todo tipo y no estén sueltos; para eso son, ahí deben caber todas las voces disconformes, si desaparecen esos partidos, luego no habría a quien vencer en otros procesos electorales que simulen democracia.
Pero mientras nos disparatamos en deliberaciones y en el re encausamiento del estado con sus complicaciones, hay otro elemento que impondrá su verdad sobre las cosas, se llama «r e a l i d a d», ella no tiene clemencia, ni perdona, ni transige, ni alega, solo golpea y se impone.
Mientras continuamos divagando y perdiendo el tiempo la demoledora realidad se sigue imponiendo, continúan creciendo la inflación, los cárteles violentos, la producción y tráfico de fentanilo, la mediocridad de las instituciones públicas y las de salud, los desaparecidos y las estadísticas de violencia y muerte.
Si Morena habrá de gobernar, aunque no nos guste que sea el nuevo PRI vestido de guinda y que haya retenido el poder con trampas, debemos, por el bien de todos, desear que le vaya bien y ayudarle a que así sea, sin regateos y sin que estos buenos deseos propios del civismo impliquen ni perdón por la manipulación ni olvido por haber engendrado un narco gobierno con el Peje, ni silencios sobre el agravamiento de los grandes problemas nacionales causados por la mediocridad del gobierno morenista.
El nuevo gobierno enfrentará una brutal realidad y todos debemos ayudarlo, ojalá y para empezar, que el gobierno se ayude a sí mismo y lo haga bajo las luces de una mujer que no eche a la basura su gran oportunidad de ser una estadista lúcida y sensata, superando a su mediocre patrón que ahora nos gobierna.
Nuestra historia, ha padecido longevas discusiones, así somos en México, parecemos una sociedad predestinada a vivir en pugna contra nosotros mismos y seguirá pasando en esta nuestra tierra que engendra taimados, rebeldes y eventualmente agentes iluminados de quienes podemos sentirnos orgullosos, ojalá así sea en esta nueva era.