“El odio es malo, mata el alma y la envenena». El chavo del ocho
JOSÉ CARLOS GONZÁLEZ BLANCO
México vive muy mal ambiente político, la crispación social y mediocridad de los partidos y actores políticos, tiene muchas paternidades que nadie debe soslayar, pero hoy le hablaré de una de ellas, muy delicada por su efecto contaminante, contagioso, enervante, me refiero al odio como motor inspirador de las decisiones del obradorato.
Observe estos indicadores.
1.- Ordenó en la UIF, una persecución contra Loret, su esposa, Brozo y socios de Latinus como revancha para destruirlos, por exhibir la corrupción de su gobierno y ejercer el periodismo de investigación crítico y denunciante.
Se trata de una mezquindad abusiva del poder político movida por el odio personal y obsesión de venganza que ofende a todos.
Es muy grave si tomamos en cuenta que existen más de 300 cárteles en México que lastiman a la sociedad, tienen operaciones financieras y co gobiernan con el presidente y siguen impunes en todo el territorio nacional ante la contemplación de la UIF.
Es muy grave por el atentado a la libertad de expresión que amenaza a todas las voces críticas de México.
2.- Ordenó la destrucción del Poder Judicial que es el menos corrupto de las instituciones públicas, con todo cinismo, adujo como pretexto abatir la corrupción que el propio presidente confesó fomentar con Zaldívar, esa es otra mezquindad miserable.
Por razones de odio desatado por no poder corromperlo a grandes escalas, lo destruirá sin detenerse a ponderar que es de lo poco bueno que tiene México en sus instituciones públicas que si bien tiene fallas, éstas se deben corregir, pero extinguirlos para implementar jueces de consigna y la corrupción rapaz, no tiene progenitora, es una decisión de odio llevada al límite destructivo.
3.- Destruyó la equidad en la contienda electoral; esa es otra ruindad, prevaleció el agandalle, el uso ilícito de dinero público y de créditos internacionales, la intervención descarada del presidente y de toda la maquinaria del estado, fluyó el dinero y operación de narcos.
Su odio a los competidores lo condujo a la antidemocracia, a la obsesión de poder y eso entraña una muy mala actitud.
Esas trampas acompañarán a Claudia toda su vida como acontece con las historias del Rébsamen y del Metro.
4.- inoculó el odio como divisor de la sociedad, imponiendo en México la polarización ideológica y social bajo un discurso antagónico y excluyente de buenos contra malos, o conmigo o contra mí.
Ese odio contaminante contra quién pensemos diferente va contra nuestra naturaleza de pueblo bueno y ha polarizado familias, amistades, espacios de convivencia que antaño fueron fraternos.
El daño ya quedo hecho, nos alcanzó a todos y ahora esa sensación de odios está agravada por la permisividad del desarrollo de la maldad generalizada de cárteles creadores de violencia, por la simulación encubridora del gobierno que se identifica con ellos y ofrece una política de abrazos a criminales y corruptos.
La descomposición social que encuentra en el odio de clases su caldo de cultivo, ha escalado y adquirido naturalización en nuestra sociedad, hoy ya no son noticia los homicidios, las balaceras, los desaparecidos, ya es nuestra normalidad de convivencia polarizada hiperviolenta, la cultura del odio llegó para quedarse y degradar la sociedad.
5.- Una de las peores prácticas de esa cultura del odio y degradación, ha sido la manipulación ideológica de millones de mexicanos que convirtió en pejezombis adoctrinados.
Se trata de personas que renunciaron al pensamiento objetivo, ético y crítico para convertirse en deliberados invidentes insensibles a la violencia, la corrupción y degradación de valores.
Ahora, esos pejezombis, festinan el triunfo electoral de Morena y se regodean en su soberbia abdicando de la humildad y la reconciliación, se instalaron cómodos en el abuso del estado disfrutando de la eficacia de las malas prácticas que antaño les agraviaban y ahora se ostentan felices de encumbrar a sus líderes impuestos sin reconocer que se trata de los mismos expriistas que odiaban y oportunistamente se convirtieron en morenistas con hueso, como el propio Peje.
Es una pena que aquellos luchadores sociales de antaño, fieles al pensamiento de solidaridad social propio de la izquierda traicionaron sus credos para cegarse con el movimiento pejista que abandonó los valores sociales desde el 2018.
Ahora, solo se han vuelto obedientes repetidores del pensamiento único que les dictan desde palacio, abstinentes del pensamiento con sensibilidad social y sentido de lo correcto y de lo ético; su hipnosis es una gran pérdida para México.
Así las cosas.
El odio es una emoción intensa y negativa, degradada, activa que surge como resultado del mal procesamiento de sentimientos de hostilidad o minusvalía, genera aversión o rencor hacia algo o alguien, inocula obsesiones de venganza, de dominar a otros, de alcanzar poder ilimitado para dominar a otros; el odio lastima, daña, impide la felicidad, destruye y degrada.
El Peje se ha formado en el odio durante toda su vida, mató a su hermano a un amigo del beisbol, saqueó, extorsionó, corrompió, ha hecho todas las malas prácticas que puede hacer un hombre perverso y se sintió cómodo en el corrupto sistema político mexicano que adecuó a sus modos.
La imposición de Claudia no es la excepción a esos comportamientos de odio, posicionó en los pejistas la obsesión de impulsarla y ello, tiene como origen el agandalle y esas malas vibras la acompañarán durante en su periodo, de hecho, ya se percibe, en este proceso de renovación de cuadros, no hay alegría ni entusiasmo, ni siquiera entre los morenistas que ven la manera como otros se reparten el botín de los cargos públicos, como cuando imperaba el priismo ahora re apoderado de Morena.
Las trampas y la corrupción rampante del obradorato agravian a grandes sectores de la sociedad y eso genera sentimientos animadversos en millones de mexicanos y esas pasiones sensibles auguran un mal ambiente para el sexenio, la historia enseña que lo que se hace con odio, suele evolucionar mal.
Ojalá y por el bien de México, Claudia sorprenda abatiendo las malas prácticas de odio que ya le dieron frutos, nada indica que lo hará, es su escuela política.
En tanto, los partidos de oposición hundidos en sus odios intestinos y su mediocridad.
México anda mal y de malas, ya saldrá el sol.