HOMO POLÍTICUS/ 2023, el preludio de un año amenazante

La incertidumbre es el refugio de la esperanza. Henri Frederic Amiel.

JOSÉ CARLOS GONZÁLEZ BLANCO

Cuando suenan los tambores de guerra, todos sabemos que habrá derramamiento de sangre, caos, dolor, ese retumbar de señales, es una amenaza inequívoca de que padeceremos perturbaciones.

Así se percibe el ambiente político para el 2024, amenazante, en el que todos los apostadores y factores que tienen algo que decidir, están echando mano a sus fierros, como queriendo pelear.

En el ambiente hay una incertidumbre sobre los futuros cercanos de la economía, del gobierno, de la estabilidad social y sobre si prevalece el estado político o lo destruiremos.

Este año ha sido diferente a otros previos a cambios sexenales por la descarada obsesión del presidente saliente de romper las reglas de la incipiente democracia, de agandallarse el poder para sus intereses personales y por la aparente abulia de la sociedad indiferente.

Ya intentó la reelección y no lo logró, pero varios de los experimentos impositivos que hizo en los estados le funcionaron bien y aprendió que no pasa nada con el pueblo indulgente y que sí es posible pasarse de listo.

Sus antecesores, no llegaron a tanto, acogieron las reglas y se plegaron a ellas, pero todo indica que en el 2024, no será así, ahora el presidente es coordinador personal de la campaña de quién quiere imponer como su sucesora.

Tiene a favor

El poder del estado y su capacidad de movilización utilizará descaradamente el presupuesto y casi ilimitado con el apoyo de casi dos billones de pesos adicionales para operar su campaña y las estructuras gubernamentales de gobiernos afines y la utilización pervertida de los programas sociales.

Cuenta con el voto cautivo de millones de pejezombis adormecidos por el efecto de una propaganda personal pagada por el estado, sin precedentes.

Cuenta con una estructura territorial muy amplia, partidista y gubernamental, robustecida con millones de pesos que intentarán circular en todo el país para sus operadores y para pagar el voto mercenario.

Ese trabuco, no es poca cosa.

Pero tiene en contra

El voto de castigo por el hartazgo a tanto abuso de millones de desilusionados por la demencia del presidente y la mediocridad gubernamental del morenismo.

Les pesará el desgaste personal del propio presidente, que es el más exitoso detractor de sí mismo, la exorbitante corrupción de sus gobiernos en todos los niveles en todo el país, muchos miles de hogares enlutados por muertes violentas o familiares que no tuvieron apoyo del sistema de salud pública y otros millones oprimidos por el peso de la violencia extrema creciente que ha sido robustecida con los abrazos del gobierno.

Les pesa su ADN de traición partidista, enfrentarán su propia escuela de corrupción, se robarán el dinero para los apoyos y movilización, que no llegará a las bases al menos en las cantidades que quisiera el que regala el dinero, ¡Exactamente eso les pasa en cada elección!.

El mayor peso que tiene en contra, es una candidata que no calienta, no emociona, que está agotada en una campaña que lleva un año y hace meses alcanzó su nivel más alto y ya viene en caída, que no prende, que es un burdo imitador de su Peje, no es auténticamente querida por las masas, ni carismática; sufrirá el fuego amigo de los muchos despechados del morenismo, para sus eventos es necesario pagar camiones de acarreados o llevar a los beneficiados con programas sociales y amagarlos con que nadie le haga un desmán.

También les pesará el desprestigio de políticos nefastos que han pagado dinero a cambio de impunidad y que se han incorporado a Morena como si tuvieran algo que aportarle.

El peje y su partido, tienen un voto, cercano a 12 millones, incluidos los que le aporten beneficiaros de programas sociales gubernamentales que entienden que reciben dinero que les consiguió el movimiento, necesitan subir cuando menos a 25 millones que le permitan competir o pensar en atreverse a arrebatar.

Perderán

En la trinchera de enfrente, está la oposición que tiene como gran aliada a la razón y la necesidad de mejorar la calidad del gobierno, a la sociedad civil incipiente como activista político que de manera espontánea se ha organizado en ínsulas de un proselitismo voluntario, tienen a esos segmentos de la comunidad críticos de partidocracia, a los que repudian los abusos del poder, a la clase media que aspira seguir siéndolo, a los aspiracionistas, a los segmentos de la sociedad que son críticos, emprendedores, a los que producen ideas y dinero con empresas que generan empleos, riquezas y que exigen seguridad jurídica para continuar, a los que tiene capacidad de invertir en proyectos de desarrollo y tienen a esos enormes segmentos de la sociedad que se percibe víctimas de la delincuencia que la identifican abrazada por el Peje y los gobiernos morenistas.

También será apoyada por grupos de una magnitud imprecisa que económica y socialmente viven deprimidas y que fueron burladas por el pejismo que les prometió recursos y la justicia social que jamás recibieron.

En la oposición, hay mucha mayor frescura, creatividad, talento para hacer propaganda con mejor imaginación, para lograr la penetración en la convicción de los segmentos indefinidos del electorado, hay mayor capacidad de organización voluntaria y altruista.

Tiene la estructura territorial residual que han conservado los partidos que la apoyan y su mejor fortaleza radica en una candidata esencialmente emocional, disruptiva, inteligente, sencilla, empática, talentosa, populachera, con sentido crítico y comprometida con las buenas causas.

Desde luego, no es perfecta, le falta mucho para ser una gran estadista o atractiva para todos, pero probablemente en esa imperfección radique su magia.

Curiosa y paradójicamente, esa imperfección es lo que la hace asequible y se identifica con la idiosincrasia de toda la base social y eso la hace proclive a recoger el voto resentido del hartazgo que castigará al gobierno populista que quizá sea el voto mayoritario y justo el que le dio el triunfo en el 2018.

Esta candidata tiene un voto predecible de cuando menos 15 millones integrados por la parte residual de votos duros de partidos en extinción, de clase medieros comprometidos, de activistas espontáneos apartidistas que defendieron las instituciones autónomas más el voto de castigo por los despechados del morenismo y los decepcionados con el movimiento cuatroteísta, ¡No son pocos!

Ganará la oposición

El pronóstico, es reservado, la elección del 24, es un enigma y nos hará vivir en una intensa incertidumbre que es el refugio de la esperanza.

Falta lo que, en poder, en recursos, habilidades, presión política o económica, incorporen en la disputa los norteamericanos, los asiáticos que ven a México como una extraordinaria oportunidad, los gobiernos populistas, los cárteles, los militares, los empresarios y sus grandes cúpulas, los hombres de las “nomenklaturas cupulares” que tienen voz y peso, los clérigos, todos son apostadores fuertes y cuentan.

Falta saber también ¿Qué opina la imprevisible fortuna y los miedos que acompañan a los pueblos cuando deciden?

Amigos, lectores, la incertidumbre y la esperanza de un México mejor, será nuestro acompañante en este año que comienza.

Por ahora, a pesar de los desconsuelos que padecen nuestros damnificados por sequías, huracanes, fríos y desamparados del sistema de Salud, disfrutemos lo que podamos de estas festividades navideñas en la medida que nos lo permitan nuestras circunstancias, previas a las crisis del año electoral; estamos en una magnífica oportunidad de disfrutar la discutible paz que aún tenemos sostenida por alfileres y por nuestra cultura y vocación mayoritaria pacífica.

Ya sé que es mucho pedir, para los políticos, pero quisiéramos vivir en paz, el año entrante y subsecuentes, si de algo sirve, y por el bien de todos, señores, véanse en el espejo de los grandes hombres que orientaron su conducta en los valores y el civismo desdeñando sus obsesiones personales de poder.

Es nuestro derecho y nuestra esperanza.

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