Ricardo Burgos Orozco
Ciudad de México, 22 de mayo (entresemana.mx)- A principios de los años ochenta comenzaron a usarse en México los celulares. Me acuerdo que un amigo reportero cubría la fuente policiaca para Grupo ACIR Radio y para mandar sus notas le dieron un celular de aquel tiempo que parecía más antena parabólica que teléfono con una larga antena. Casi siempre íbamos juntos en el Metro y la gente se le quedaba mirando extrañada de saber qué traía ahí entre su mochila semiabierta. Era una gran novedad.
También me acuerdo que alguna ocasión, cerca de 1990, vi en un restaurant a cinco jóvenes – se veían oficinistas – y cada uno de ellos con su celular de “ladrillo” como le decíamos por su tamaño voluminoso. Una amiga, quien después se volvió adicta al celular, los vio y me dijo: yo nunca voy a traer uno de esos; se me hace demasiada faramalla.
Hoy en día, después de más de 40 años de la llegada del teléfono celular a México, hay más de 85 millones de personas que usan este artefacto y se proyecta que en 2025 seremos 95 millones de seres humanos quienes tengamos un equipo de comunicación de este tipo.
Hace unos días iba entrando a la estación Insurgentes del Metro, aquí en la Ciudad de México, cuando sonó un celular, todos quienes estábamos en los torniquetes nos tomamos las bolsas de inmediato instintivamente, pensando que la llamada era para nosotros. Resultó una señora sencilla, chaparrita, que extrajo el aparato de su mandil y contestó. Al parecer la patrona le llamó para pedirle que comprara otras cosas además de la lista que llevaba.
Ahora el celular no solamente es para llamar. Tiene infinidad de usos; puedes ver videos, una película, jugar, escuchar música, revisar tus redes sociales, chatear mientras vas viajando para que el trayecto no se te haga tan pesado, revisar tus mensajes en whatsapp, leer un libro o simplemente hacerte el disimulado para no darle el asiento a otra persona que lo necesita más que tú.
Hace unos días iba en la Línea 9 hacia la estación Pantitlán; el vagón iba repleto de pasajeros y sin embargo, el 80 por ciento de los pasajeros iba observando como podía su celular, así apretados y todo. Le pregunté ¿Qué está viendo? a un hombre de unos 40 años que como podía seguía con la vista fija en su equipo. Me dijo que estaba viendo una película (Sueños de Fuga) ¿Y cómo le hace para ponerle toda la atención a la trama? Le pregunté. Me dijo que así se concentra en lo que está viendo en el aparato y se olvida de lo que pasa alrededor.
He observado que entre jóvenes y unos no tan jóvenes, hay una especie de competencia no escrita por quién tiene el teléfono más sofisticado y con mayor capacidad para instalarle todas las aplicaciones que se puedan y por supuesto, los juegos también más atractivos o que están de moda.
Los celulares ya no son baratos. Antes podías conseguir un equipo hasta en 800 pesos y de regular calidad. Ahora los encuentras mínimo en tres mil pesos y de ahí hacia arriba hasta de 50 mil pesos como el Samsung Galaxy S3Ultra, el Iphone 14 Promax y el Galaxy Z Fold 4. Ahora si tienes una emergencia para comunicarte puedes ir a una tienda de conveniencia y ahí encuentras desde 300 hasta mil 500 pesos.