Ricardo Burgos Orozco
Ciudad de México, 04 de septiembre (entresemana.mx). Hace unos días por la mañana viaje de la estación Zapata, de la Línea 12, hacia la estación Mixcoac. Por supuesto, pasé por 20 de Noviembre e Insurgentes hasta llegar a mi destino y transbordar a la Línea 7. Ya en el andén de Mixcoac, estaba esperando el siguiente tren cuando miré hacia las vías y ahí estaba abandonado un huarache azul, viejo y desgastado.
Como buen curioso que soy, empecé a preguntarme cómo habría llegado a caer un accesorio así. Ya no me dio tiempo de interrogar a los vigilantes porque llegó mi convoy, pero seguramente alguno sabría de qué manera alguien lo perdió, lo tiró, estaba jugando y se le cayó, lo traía en la mano junto con otras cosas y se le resbaló. Quién sabe.
Así llegué a Barranca del Muerto, pero curiosamente, mientras trabajaba, no dejaba de preguntarme cómo llegó ese huarache a la zona de los durmientes o más bien, entre los durmientes, porque ahí estaba y nadie le daba importancia.
Hemos platicado en este espacio de los objetos que arrojan de repente los pasajeros a las vías del Metro. El año pasado, según las autoridades del Sistema de Transporte Colectivo mil 228 objetos cayeron a las vías del tren: teléfonos celulares (en mayor número, por cierto), audífonos, bastones o muletas, lentes, carteras, documentos, paraguas, bolsas, joyas, objetos metálicos, mochilas, maletas, llaves, dinero, patinetas, herramientas, bocinas, balones, termos, medicina, ropa, tarjetas, libros, lapiceros, libros, globos metálicos y hasta almohadas, entre muchas cosas.
Entre todas esas cosas también están los zapatos, pero en la lista que proporciona el Metro no están directamente los huaraches viejos como el que yo acababa de ver en las vías de la estación Mixcoac. Y además, sólo había uno, pero la lógica me señala que debía ser el par de ese tipo de calzado si a alguien se cayó.
En la tarde, cuando pasé nuevamente por Mixcoac hacia la Línea 12, fui a revisar si todavía si estaba ahí el huarache azul viejo. Ya no estaba; le pregunte a un policía como era posible que lo hubieran sacado sin interrumpir el servicio y sin desconectar la energía de las vías. Me dijo que el personal del Metro tiene una herramienta que se llama pértiga, con una especie de gancho en la punta, y con eso sacan la mayoría de los objetos arrojados a las vías y no se afecta a los usuarios.
Dicen que rescatar con pértiga las cosas lanzadas a las vías, tampoco es una tarea fácil, aunque los empleados ya están acostumbrados, pero tienen que armarse de paciencia y con varios intentos rescatan las pertenencias y las llevan al área donde esperan que alguien las recoja.
Las pértigas son varillas de fibra de vidrio con diferentes alturas, las más usuales son de ocho pies (Dos metros y medio), diez (Tres metros) y 12 pies (Tres metros 600 centímetros). No sé de cuáles usen los empleados del Metro, pero seguro son muy útiles para sacar los objetos que arroja la gente.
Ese huarache fue rescatado en su momento, pero el misterio es si habrá sido llevado a la oficina de objetos perdidos del Metro, lo habrán tirado antes de llegar como accesorio inútil; tal vez era un recuerdo familiar preciado y su dueño fue por él o lo arrojó por accidente un humilde discapacitado al quien le faltaba una pierna y por fin volvió a tener su huarache. Ojalá que algún día el Metro nos informe lo sucedido.