Ricardo Burgos Orozco
Ciudad de México, 24 de enero (entresemana.mx). Hace tiempo les platiqué de los puestos que están invadiendo una gran parte de las estaciones del Metro de la Ciudad de México y que son de activistas de organizaciones feministas que buscan espacios para comercializar sus mercancías desde dulces hasta ropa y diversos productos.
Las mujeres se instalaron en estaciones como Hidalgo, Centro Médico, Pantitlán, Balderas, Zapata, Tacubaya, Barranca del Muerto y muchas más. Se colocaron en los pasillos cercanos a los andenes, a las escaleras y a las entradas obstruyendo la circulación de los usuarios y para molestia de los comerciantes formales que pagan renta.
Policías y empleados de seguridad me comentaron en su momento que era muy difícil poder desalojarlas porque tienen el respaldo del gobierno de la Ciudad de México. Un guardia me dijo que como se sienten protegidas algunas se instalan en zonas muy cercanas a los andenes lo que representa un riesgo para ellas mismas.
Sin embargo, hace unas semanas en varias estaciones donde estaban las chicas activistas hubo mucha movilización policiaca para impedir que se instalaran. Por ejemplo, en Centro Médico el cuerpo de seguridad llegó muy temprano un día de finales de 2021, hombres y mujeres, y rodearon todos los accesos para no dejar colocarse a las vendedoras con sus puestos.
Me imagino que mientras realizaban ese operativo, las autoridades del Metro platicaban al mismo tiempo con las dirigentes de las feministas para convencerlas de retirarse pacíficamente porque en ningún momento ha habido violencia y las chicas se han estado retirando sin problema.
A una mujer policía que estaba haciendo guardia junto con sus compañeras y compañeros en la estación Centro Médico, le pregunté cuánto tiempo iban a permanecer en el lugar. Me contestó: “el tiempo que sea necesario porque mis jefes no quieren que las comerciantes informales vuelvan a invadir el lugar”.
Hace unos días me tocó transbordar en Pantitlán hacia Terminal Aérea y observé que igualmente los pasillos están libres de puestos informales. Por cierto, ahí había una persona que vendía ropa interior para hombres y mujeres hasta a diez pesos la pieza “de muy buena calidad”.
Un vendedor de un módulo en Pantitlán que vende accesorios para celular me dijo que fue una muy buena decisión de las autoridades del Sistema de Transporte Colectivo retirar a las activistas porque estorbaban a los comercios establecidos y les estaban “robando” clientela.
Hay algunas estaciones donde al parecer todavía ha habido resistencia, pero van a terminar cediendo porque infringen el reglamento del Metro. Es una pena que estas mujeres activistas sean retiradas y les impidan una forma decente de sobrevivencia, pero las van a reubicar en otro lado, aunque como dice una de ellas: “No es lo mismo”.