Ricardo Burgos Orozco
Ciudad de México, 23 de enero (entresemana.mx). Era obligado darse una vuelta por el tramo subterráneo de la Línea 12 del Metro, el domingo 15 de enero, día que se reabrió nuevamente al público después de 20 meses suspendido.
Me subí en la estación Parque de los Venados con dirección a Atlalilco, terminal temporal. Fue un recorrido muy tranquilo con poca gente siendo un día inhábil. Me bajé y llegué directamente a los paraderos de los autobuses que transportan a los usuarios que continúan el viaje hacia Tláhuac.
Me dio un poco de risa porque noté que había más vigilancia en los andenes de la policía auxiliar y elementos de la Guardia Nacional que pasajeros. Sospechaba que eso iba a cambiar al día siguiente cuando ya miles de personas tienen la necesidad de tomar el Metro para viajar de sus casas a sus centros de trabajo y viceversa.
En Parque de los Venados, Ermita y Atlalilco les pregunté a varios vigilantes si estaban preparados para la saturación de gente que iba a haber a partir del lunes 16 de enero. Todos me contestaron con mucha seguridad que sí estaban listos. Una chica con chaleco del gobierno de la Ciudad de México me dijo que estaban conscientes de la marabunta próxima y que estaban preparados para enfrentarla.
También platiqué con algunos usuarios sobre la apertura de la línea. Algunos comentaron que les dio miedo volver a subirse después del accidente del 3 de mayo de 2021 entre las estaciones Tezonco y Olivo, pero saben que el Metro es el transporte más rápido para viajar. Regresé con trenes semivacíos, un recorrido muy tranquilo y con mucha vigilancia.
Al día siguiente, fue todo lo contrario desde muy temprano. Nuevamente llegué a Parque de los Venados, pero el panorama era muy diferente. A las ocho y media de la mañana no había mucha gente esperando en el andén, pero los trenes venían muy llenos de Atlalilco hacia Mixcoac. Tuve que esperar hasta el tercero para poder subirme. Apenas si cabíamos; íbamos todos apretados durante las tres estaciones recorridas.
El tren se paraba unos segundos entre las estaciones y los minutos se hacían eternos para llegar a Mixcoac; miles salimos apresurados en busca de las escaleras hacia el transbordo a la Línea 7 con dirección Barranca del Muerto; más o menos íbamos formados sin que nadie nos ordenara. Un hombre de traje se coló delante de mí, pero evite reclamarle para evitar cualquier discusión.
En la noche fue peor. Barranca del Muerto con dirección a Mixcoac estaba muy saturado; la gente llenaba los andenes y los pasillos. Escuché a una joven que se oía desesperada hablando por celular justificando por qué no iba a llegar a una cita de trabajo. Me imaginé cómo estaba de Mixcoac a Atlalilco; preferí salir y tomar otro transporte después de esperar unos minutos.
Las autoridades ya abrieron la Línea 12 en su tramo subterráneo. Los días siguientes se ha normalizado paulatinamente el servicio, por supuesto con retrasos, suspensiones y aglomeraciones.