ROCÍO FIALLEGA (SemMéxico, Ciudad de México). Mi cuerpo siempre es nuevo.
¿Tengo cuerpo de hombre? Mi espalda es como el océano Pacífico y estoy sola. Apenas asoman unos pequeños vellos cerca de mi entrepierna; ¿me saldrá un pene? Mi padre siempre quiso que yo fuera niño. Me compraron un vestido amarillo con tirantes y un corazón enfrente, no puedo jugar beisbol con eso.
Mis senos son temerosos, untados en la piel. Pero la traición llegó cuando me dijeron que mi falda estaba manchada, hablaron de la primaria a la casa para que pasaran por mí. “Me siento traicionada, no quiero ser mujer tan pronto. Sí, ya sé lo que hay que hacer y no quiero que digan que estoy “enferma” cuando llega mi menstruación”.
Acabo de encontrar mi cintura, es demasiado pequeña y puedo usar ombligueras, pero con hombreras porque así sé que conjugándose con mi espalda mi cuerpo se convierte en algo femenino. También uso blusas pegaditas para que todo el mundo sepa que sí tengo senos.
Un cuarto lleno de aromas, ahora todo son sus manos, no puedo más con este pantalón apretado, es el beso iniciático que desde las profundidades de mi cuerpo me hacen bailar una danza que no conozco, mi cuerpo se mueve como si una fuerza desconocida abrazara, besara, se estremeciera. Caricias que al rozarme hace que mis labios (todos) se abran fuera de mi voluntad, y esta humedad…
Descubrimiento y razón de vida, como el tesoro escondido debajo del mar: mi patria es mi piel.
¿Cómo he llegado a tener estas caderas? Serán los tres panes que me desayuno ¿estoy gorda de desolación? Digo que lo amo, pero en el fondo sé que sólo me gusta que perversamente perturbe mi cuerpo porque creo que es lo correcto. Mi cuerpo es más importante que sus teorías sobre lo sagrado. Me voy.
El hambre hace que los cuerpos se reduzcan a la mínima expresión. Esta cintura es desconocida, no es el río por donde fluía mi pasión, es una cosa acartonada.
¿Es este mi cuerpo verdadero? Algo pasó ¿encontré el amor? Observo cada uno de mis músculos en sintonía con mi estructura ósea. Mi cintura catarata, mis senos olas encrespadas, mis caderas tsunami y esas grandes gotas que son mis nalgas transitan con alegría. No necesito ropa, tengo todo.
¿Mi cuerpo es frontera? Están mis continentes-extremidades y el continente mayor alberga países desconocidos, sus relaciones productivas me hacen esto que soy: Humedad. Amor estás ahora tan dentro de mí que te abrazo y te acaricio, cuando de repente llega esta lluvia desde el centro de mí misma simulando juegos pirotécnicos dentro de mi vagina, todo es luz.
Es el momento, dijo mi cuerpo. Buscamos el prodigio para tener un hijo/a nuestro. Pedacito mío: deja de moverte. Magia, sangre, momento, evolución… Estás dentro de mi cuerpo.
Ya no estás adentro mi gran milagro, varón que te quiero tanto; he visto tus manos buscando la guarida, y has encontrado el espacio libre de la belleza del mundo y el aire.
Mi niña no te enojes, sólo sentiste algo raro cuando mamá bajaba corriendo las escaleras, todo está bien. Ahora veo tus ojos. Te abres a la vida y debes tener claro que te queremos mujer, que estás llenita de magia y de ciclos.
El amor lo puede todo, me dijiste. Hoy sé que la conexión con el amor incondicional, con la fuente inagotable desde la experiencia corporal tiene su propio camino interior. La puerta se abre por dentro para encontrar la divinidad.
Esto no es la decadencia, solamente el paso de los años. Una nueva evolución, todo se acomoda de una manera distinta, por eso camino tanto, porque así cada parte ocupa su lugar en este gran sistema que me hace aferrarme a la vida.
Algún día ya no tendré un cuerpo, volveré a ser polvo de estrellas. Devuélveme a la tierra, no me conviertas en ceniza.