ROCÍO FIALLEGA (SemMéxico, Ciudad de México).
I
Caminas sobre tus culpas
herida en piel,
atardeciendo,
ocaso por dentro.
El dolor: sentido distinto
se va haciendo líquido
invade tu sangre
contamina la mirada.
La rabia: convertida en rocío
ilumina tu piel
resbala por tu nariz
condena en cascada.
Recorres el cubil
redescubriéndolo
mismas grietas
ideas colgadas en la pared.
Tu cuerpo,
fortaleza y convicción
guerra de la vida
escapándose por tus garras.
La herida sobrevive
a días de lluvia
conversaciones desde la noche
con luna madre,
con cielo sin estrellas;
tibieza del aire
inundando tu mirada
estrenando imágenes.
Herida mística
insertada en tu carne
sin sangre coagulada
sólo obscuridad.
Herida opaca
obsidiana de sacrificio
mirada vacía
corteza en agonía.
Herida sin vida
líquido viscoso que anida
en los intersticios
de frustraciones amadas.
Herida reflejo
laberintos interiores
paredes húmedas
nostalgia, amor inútil.
Herida lágrima
sombría,
sin caminos
raíz del rencor.
Herida madre
dolor implacable y violento
te paraliza
asco de carne y viento
te acorrala
sostiene su existencia
te mata.
II
Respiras, vertiginoso ritmo
ansiedad de pasión desbordada
herida y mirada
carne muerta y luz viva.
Cómo no morir
si no cabe tanto dolor
cómo no vivir
si ya perdió su sentido.
Esperanza vital
de ser carne todavía,
pero está infectada
odio surcando siglos.
Arrancas la carne podrida
se desprende,
lentamente
devastando carne viva
rastro de piel en la garra.
Sangre desbordada
deslizándose sin angustia
mantiene su ritmo
armonía de río
desgarrado por dentro
el dolor permanece
pero no hay sufrimiento.
Muerte maldita
instalada en la obscuridad
acechante,
irreverente
salvas la madrugada.
Vuelves a tu piel
a tu sangre,
ahogas el dolor
se detiene el río.
Estás alerta
comienzas a inventar
el sentido de la vida.