ROCÍO FIALLEGA (SemMéxico, Ciudad de México). Estoy librando mis propias batallas, como otras mujeres lo han hecho desde el paleolítico y otras después de la Post-Postmodernidad.
Estoy librando mis propias batallas y tengo miedo, miedo a equivocarme, pero ¿qué perdería? ¿acaso esta es una guerra? ¿una guerra interior en la que con la victoria de mis propias convicciones o mi “verdad”, todas las partes ganan? ¿es una guerra conmigo misma o contra el mundo?
¿Acaso sirve batallar, si la victoria final llegará cuando yo muera? ¿qué batallas he elegido? ¿a cuántas he renunciado? ¿qué vale más: matar por una causa –la que sea– o morir por ella?
Si la vida fuera una batalla, ¿estoy luchando del lado correcto?
Estar del lado de mí misma ¿me garantizaría la victoria? ¿y todo lo demás?
Para entrar a la batalla una tiene que elegir a qué bando pertenece, ¿cuántas veces me he traicionado?
En este devenir que es mi propia vida ¿cuántas veces han vencido mis prejuicios? ¿cuántas he sido victoriosa? ¿estaré tan cansada porque estoy luchando contra mi esencia?
Mamá: Estoy librando mis propias batallas ¡Cuánto te admiro en estas horas! ¡Cómo te extraño en ciertos días! Hubo tantos silencios entre nosotras que hoy sólo tengo el recuerdo de tu sonrisa y tu voz cantando “Farolito”.
Estoy librando mis propias batallas y tengo que templar el agua para que la fórmula se disuelva y que la leche quede bien preparada, con la temperatura exacta para su cuerpo; esa es la oportunidad que tengo para ser nutricia o será que solamente con mi mirada pueda creer y crecer.
Estoy librando mis propias batallas y siento que voy perdiendo, quiero ver a esa mujer que miran los demás, pero el espejo me devuelve otra cosa; me falta empoderamiento, dicen, confianza, fe, amor, cada cual ve lo que falta y no lo que hay. ¿Qué es lo que me dejo ver?
Estoy librando mis propias batallas y el vuelo es inminente, terminaron los festivales de la escuela, las graduaciones, los juegos, los campamentos, los viajes familiares… Ahora es un nuevo inicio.