ROCÍO FIALLEGA. (SemMéxico, Ciudad de México). Mar, cielo, ojos, flor, mariposa, pájaro, cada azul me recuerda eso que nombraste amor. Todo ser vivo me lleva a tu respiración, como si fueras mi divinidad propia, ya no salgo a buscarte por las noches, intento en ese cielo del alba encontrarte, en la humedad del rocío, en el amanecer que despierta los sentidos. Mi viaje iniciático comenzó en tus ojos de mar y hoy me encuentro en una cueva marrón tratando de saber si seré parida y expulsada o apenas estoy tocando la sabiduría de una escalera al vacío de tu interior. Intenté emprender el vuelo sin darme cuenta de que mi crisálida tenía una herida que me dejó inválida, tú sabes que no acepté ese destino, me puse a crear y creer, para inventar mis alas y así poder seguirte; y aunque ya no estés a mi lado, este vuelo es tan mío que no se lo debo a nadie. Me dijiste que no existían los tulipanes azules solamente para provocarme, así es que fui en su búsqueda porque quise tener uno para ti, entregártelo en pleno éxtasis, buscando la luz, despreciando las fronteras, porque así te quise. Ah, un pájaro poema que vive en el corazón, siempre encerrado, como un secreto familiar, en la profundidad terrenal, también quise darte uno. Sudor, gemido, ritmo, vida, eres mi mar, mi amar.
Nostalgia turquesa, rey, pastel, índigo, marino, celeste, todos los azules ilustran mi duelo. Y solamente te encuentro, por eso no te busco; ya mis lágrimas no niegan, ni mis manos destruyen con ira, tampoco sigo negociando mi supervivencia, es un jazz nuevo porque dejé mi blues de la depresión, y cada madrugada recito mis votos con la aceptación. El único detalle es que todos los días empiezo otra vez.