JAVIER ESQUIVEL DÍAZ. No existe gobierno estatal, municipal o federal que transcurra exento de turbulencias e inestabilidades. Todo mandato gubernamental está expuesto a lo inesperado y se vuelve más vulnerable sin una estrategia para prevenir, controlar y recuperarse de los daños después una crisis.
Hoy vivimos en la nueva era de crisis que se caracteriza por albergar problemas cada vez más críticos y situaciones más complejas, con mayor peso y visibilidad. Escenarios que se vuelven agudos y nocivos por ser recurrentes y reiterados.
Todos estos sucesos se tornan aún más desfavorables para la autoridad y para las instituciones cuando se buscan atajar de forma artesanal, sin protocolos, sin gerencia, bajo criterios titubeantes, con soluciones débiles y estrategias que acogen discursos mediáticos erróneos que solo buscan disimular y atenuar cada caso.
Repetir y aplicar hoy aquellas soluciones momentáneas que dispersaron el malestar social del pasado no significa que funcionen en la actualidad. En esta época la gente afectada difícilmente olvida, perdona o se distrae fácilmente del o los temas en alerta roja.
En nuestros días es menos complicado construir mapas y escenarios con abundante información que permitan medir y controlar riesgos.
Con una estrategia integral se pueden generar modelos matemáticos que eliminan probabilidades de conflicto, pero vivimos en paradoja de su no aplicación a pesar de que estamos inmersos en la época de recopilación de datos.
La contradicción se acentúa cuando, ante la recurrencia de sucesos, se reitera un mismo mensaje gubernamental, las mismas formas, el mismo discurso, el método del pasado y del ayer.
Todo pareciera que ese auge de conocimiento que buscan las nuevas escuelas de la consultoría política es ficticio e inoperante y se hubiese detenido también en el tiempo junto con el modelo gubernamental para conducir y a solucionar una crisis.
Entender, enfrentar, gestionar y resolver un problema agudo y crítico en toda gestión gubernamental debiera ser una lección aprendida o acompañada por profesionales que ofrezcan una fórmula y metodologías dotadas de un amplio conocimiento y multiplicidad de visiones que obligue su inmediata aplicación.
Sin embargo, el desconocimiento o la aplicación de un modelo artesanal de gestión de crisis ha obligado a gobernadoras, gobernadores, alcaldes y alcaldesas a enfrentar erróneamente problemas críticos en sus territorios con ponderaciones, perspectivas y prioridades diferentes.
Incurren en un traspié y en la trampa del desconocimiento al intentar medirla o dimensionarla a partir de la atención que los medios de comunicación le dedican al conflicto o por las sus consecuencias que tienen en inversiones o en las condiciones político legales en la escena local o nacional.
Esa falta de cálculo les cobra factura en la percepción de efectividad de sus gobiernos y en la disminución de credibilidad al intentar difundir mensajes escenificados con sus fuerzas de seguridad y cobijados por funcionarios de sus gabinete.
Los factores políticos, económicos y jurídicos de las y los tomadores de decisiones siempre contrastarán con el común de todas las crisis: las victimas involucradas que se quedan también atrapadas en los procesos legales, sociales y mediáticos de unas cuantas personas.
Hoy la comunicación política y la gestión profesional de una crisis obliga anteponer en todo momento el factor humano. La verdadera crisis no está en las consecuencias electorales o en la masificación mediática o viralización en redes sociales sino en el seno de las familias de las y los afectados.
Siempre será una gestión artesanal del conflicto crítico y de crisis cuando se anteponga un fin personal y se relegue a un segundo o tercer plano el bien, la paz y la tranquilidad social.
Apunte del consultor
Texto dedicado a todas las familias de Coahuila, Chihuahua, Baja California, Jalisco y Guanajuato que fueron afectadas por las más recientes crisis.
Recordemos que las crisis de manera regular terminan por aquejar o beneficiar a alguien. En este caso son más las afectaciones a los menos favorecidos, a los más desprotegidos. Se asoman tiempos de elecciones.
@javoesquivel