Están en la cuerda floja

DULCE MARÍA SAURI RIANCHO*

(SemMéxico, Mérida, Yucatán). El método es el mensaje. El domingo pasado, Morena y sus aliadas y aliados políticos presentaron el primer paso para elegir a su candidata/o a la presidencia de la república.

La imagen proyectada fue de unidad y solidez política. ¡Ay del que se saliera del guion! A partir del lunes se desgranaron las renuncias y licencias (los cargos de elección popular, como el de Claudia Sheinbaum, Ricardo Monreal, Manuel Velasco y Gerardo Fernández Noroña son irrenunciables, solo pueden pedir licencia) para participar en una carrera por obtener ¡una postulación partidista! Quien gane, será designado/a “Coordinador/a de Defensa de la Cuarta Transformación”.

Ella o él, producto del resultado de una encuesta, tendrá a su cargo “profundizar y dar continuidad a la cuarta transformación de la vida pública de México”.

Después del 6 de septiembre, cuando se dará a conocer el resultado “inapelable”, vendrá seguramente un recorrido por todo el país para crear o fortalecer los comités estatales y distritales, que también tendrán a su cargo “defender” el proyecto del presidente López Obrador.

Amig@s lector@s: revisadas las 11 páginas del documento divulgado, Morena se cuidó mucho de utilizar las palabras prohibidas –precandidatos/as, electores/as, precampañas- en este tiempo previo al inicio formal de la campaña electoral.

¿Por qué tamaña precaución? Se debe a que la legislación electoral vigente señala la tercera semana de noviembre (en el calendario de la antigua ley, vigente por la suspensión) o la tercera semana de diciembre (la del plan B) para el comienzo de las actividades de precampaña, que habrán de culminar 60 días después con la postulación de la o el candidato seleccionado.

Esto es válido para todos los partidos políticos. La razón de regular las precampañas en la ley electoral se debe, fundamentalmente, a la necesidad de vigilar el cumplimiento de los topes a los gastos, así como las fuentes de financiamiento de las y los aspirantes, que, por cierto, están obligados/as a rendir cuentas de los apoyos que reciben. Estas normas son aplicables a partir del 18 de diciembre.

Entonces, ¿qué pasará con la “campaña encubierta” de Morena? Respuesta simple: nadie, excepto ellos, supervisará gastos de sus “corcholatas” movilizadas, menos les importa transparentar el origen de los recursos. Por más campaña franciscana que realicen, cuestan traslados, comida, equipo de apoyo, medios de comunicación, etc.

Sin embargo, quedará al arbitrio y a los intereses del mandamás de Morena aplicar la vara de la sanción a alguno que se atreva a retar las posibilidades de quien tenga el favor presidencial.

Los partidos políticos, todos sin excepción, están transitando en la “cuerda floja”, entre la obligación de cumplir la ley y la necesidad de desarrollar su proselitismo hacia 2024.

Podemos cuestionar la pertinencia de una legislación que afecta principalmente a las oposiciones del gobierno en turno, pues “congela” formalmente cualquier intento de campaña y candidaturas con antelación suficiente para tener opción de triunfo. Podemos señalar que la “camisa de fuerza” de la legislación vigente obliga a la simulación, -no llamar candidaturas, decir coordinaciones partidistas- pero es la realidad que prevalecerá en tanto no se reforme la norma.

Imagínense, amig@s lectores, que las oposiciones tuvieran que esperar para las precampañas hasta la mágica fecha decembrina, para entonces arrancar el proceso de postulación de su candidata/o presidencial. La desventaja frente al oficialismo sería prácticamente irremontable. Entonces, ¿qué hacer? Van algunas sugerencias.

Propuesta

Elegir a el/la coordinadora para la Paz y la Unidad de la República, denominación que propongo sea considerada para quien, en los tiempos de ley, sería registrado/a como precandidato/a a la presidencia de la república por el partido al que le corresponda “siglarlo” (registrarlo como su candidato/a). Es un cambio de denominación indispensable para poder actuar en los próximos meses.

Reforzar, en los hechos, la alianza partidos políticos-ciudadanía. Esto significaría la creación de una comisión o consejo rector responsable de conducir el proceso de selección de la persona que se hará cargo de la Coordinación. El Consejo establecerá mecanismos para el registro y participación de las y los aspirantes, diseñará las reglas para su presentación, una especie de “espectáculo itinerante” (road show en inglés) que permita a la ciudadanía el mejor conocimiento de las personas que pretenden encabezar el proyecto alternativo de Nación para 2024. Se requiere disponer del tiempo necesario para visitar las 32 entidades en más de una ocasión.

Motivar y organizar la participación ciudadana en la decisión sobre el/la coordinadora para la Paz y la Unidad de la República. Implica un reto mayúsculo para las oposiciones, pero es el único camino para diferenciarse con claridad de la determinación cerrada de Morena, que lo hará a través de encuestas.

“Primarias”

Habrá de diseñarse un mecanismo de “primarias” en el que se combine un primer descarte mediante estos zamarreados medios demoscópicos. Después, con una cuarteta de aspirantes, en paridad de género, elegir mediante papeleta depositada en urnas y/o a través de una aplicación digital a la persona que, finalmente, sería registrada como precandidata en los tiempos electorales.

Para lograr esta presencia territorial, será indispensable desde un principio, la creación de comités ciudadanía-partidos, reflejo del nacional. La pretensión es que la organización conjunta llegue hasta cada uno de los 300 distritos electorales.

Establecer y desarrollar un calendario de debates de aspirantes a la coordinación para la Paz y la Unidad. Otro contraste con Morena. A ellos expresamente se les prohíbe los debates públicos, así como asistir o responder a “los medios reaccionarios, conservadores, adversarios de la Cuarta Transformación y partidarios del viejo régimen”.

Por el contrario, las y los representantes de la Alianza partidos-ciudadanía, habrán de presentar propuestas concretas para darle contenido al llamado de cambio de rumbo. Durante todo el proceso, habría un grupo expresamente responsabilizado de recoger y sistematizar las expresiones ciudadanas y de las y los aspirantes en torno al proyecto alternativo de Nación.

Dotar de total transparencia al origen de los apoyos para la realización del proceso de selección de el/la coordinadora para la Paz y la Unidad de la República.

Ell@s, los de Morena y sus aliados, estarán amordazados. Sólo pueden plantear “profundizar y dar continuidad” a las políticas y programas que no han dado resultados en casi 5 años y que tiene inconforme a un amplio sector de la población de México.

Es la oportunidad de las oposiciones partidistas y la ciudadanía, unidas, para dar a conocer propuestas para después encarnarlas en la mujer u hombre que las vaya a transmitir una vez que los tiempos electorales lo permitan.

El próximo 26 de este mes las dirigencias de PRI, PAN y PRD anunciaron que darán a conocer la propuesta del método. “Participativo y democrático” implica presencia ciudadana en las determinaciones, en su diseño y aplicación. Esta será la enorme diferencia entre quien surja de Morena y quien encabece a la coalición opositora. En la elección presidencial, pero también en los estados, distritos. En todas partes. El método es el mensaje.

*Licenciada en Sociología con doctorado en Historia. Exgobernadora de Yucatán

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