GLORIA ANALCO
La ONU convirtió en un pronunciamiento político el acceso a las elecciones presidenciales que le otorgó el Consejo Nacional Electoral (CNE) de Venezuela, al cual hizo añicos sin el menor pudor, en un informe completamente parcial, plagado de mentiras, sesgos y ocultamiento sobre hechos de importancia fundamental.
La forma en que está redactado el informe revela que la ONU se ha sumado al intento de golpismo que actualmente está en desarrollo en contra de Nicolás Maduro, con la injerencia de multitud de países, organizaciones, medios de comunicación y de la mano de poderes fácticos.
Maneja el informe en un nivel tan desmesurado, con lo cual se delata ella misma y exhibe sus verdaderas intenciones: poner en entredicho el triunfo electoral de Maduro. Se le ha olvidado que ya es vista como un “florero”.
Con un simple panel -de 4 integrantes-, la ONU le tendió una trampa al gobierno de Venezuela, y aprovechó ese acceso para acusar al gobierno de Nicolás Maduro de abusos contra derechos humanos, arrestos arbitrarios y detenciones indiscriminadas.
Pero por el otro lado ocultó celosamente que el chavismo tuvo que hacer frente a la presencia del paramilitarismo usado por la oposición para generar violencia, lo cual fue vivido con gran magnitud la misma noche de las elecciones, cuando atacaron hospitales, hoteles, restaurantes y otros lugares públicos, y asesinaron a personas en unos disturbios que sólo cesaron con la intervención de la fuerza pública y las detenciones, al estilo que se ha hecho en Washington, Londres y París.
Ni una sola palabra de esos hechos indiscutibles fueron mencionados en el informe ‘preliminar’ como fue denominado por la ONU.
Tampoco dijo una palabra sobre los ataques mediáticos en las redes sociales, y el uso del WhatsApp para hacer llamados a la insurrección, y trató de minimizar el hackeo al centro de cómputo electoral, en un intento de ponerlo en duda.
El objetivo del acceso concedido por el CNE a un panel de la ONU era dar seguimiento al proceso electoral en todas sus fases, reportar internamente al secretario general, Antonio Guterres, y hacer recomendaciones para futuras mejoras.
Ese fue el ardid de la ONU para penetrar el proceso electoral venezolano, y luego ponerlo en cuestionamiento de una manera muy dudosa.
El acuerdo signado por ambas partes era la confidencialidad de su trabajo, y eso fue lo primero que la ONU ha violado con el informe que ha hecho público.
Además de que los integrantes del panel adoptaron el papel de observadores electorales que no tenían autorizado, y lo cual se ve reflejado en su informe, al realizar juicios de valor sobre todo el proceso electoral, pero con omisiones y ocultamientos deliberados, fácilmente refutables.
Quedó muy claro que la intención del informe era dejar sentado que el gobierno de Nicolás Maduro había violado los derechos humanos y socavado la democracia de Venezuela.
Este papel inusitado que está jugando la ONU, convierte al organismo internacional en un instrumento de la derecha internacional, para desestabilizar gobiernos, que la aleja de los fines para los cuales fue creado.
Se refiere al CNE en términos bastante preocupantes para la reputación de la propia ONU.
Llegó al grado de afirmar que la actuación del CNE en los recientes comicios “no tiene precedentes en las elecciones democráticas contemporáneas”, erigiéndose como la autoridad más calificada en temas electorales, lo cual no es así, pero muestra el dramatismo deliberado con que quiere presentar el caso venezolano.
Es una acusación temeraria. ¿Quién va a invitarte a su casa y te va a mostrar lo que guarda debajo de la cama?, más tratándose de la ONU. Evidentemente, nadie lo haría.
Es un golpe demoledor el que intenta asestar sin misericordia a ese organismo venezolano que es custodio de la democracia en Venezuela, y con el cual intenta colocarlo en una situación muy difícil de remontar, pero sólo si consigue hacer creíble lo que está asegurando.
Y dijo más todavía, al añadir que su actuación “tuvo un impacto negativo en la confianza de gran parte del electorado venezolano”.
Esto es absolutamente falso, porque entonces debe responder de qué medios se valió para poder medir cuánta parte del electorado perdió la confianza en el sistema electoral.
Ese razonamiento no cabe definitivamente, por lo cual es notoria la intención deliberada de tratar de probar que la mayoría del electorado venezolano está en contra del régimen de Maduro, y, por tanto, lo que quiere insinuar es que él no pudo haber ganado las elecciones.
Pero por si faltaba algo más por decir para acabar de destrozar a la institución electoral, la ONU llegó al extremo de afirmar que el CNE “no cumplió ni con las medidas básicas de transparencia e integridad, que son esenciales para celebrar elecciones creíbles”, con lo cual intenta darle la última estocada a su anfitrión en Caracas.
Al respecto, aseguró que la institución electoral no siguió las disposiciones legales y reglamentarias nacionales, sin precisar qué leyes o normas violó.
Además de haber incumplido con todos los plazos, ello como si fuesen delitos de lesa humanidad, que no pueden pasarse por alto.
También acusó que el CNE de no haber publicado todavía ningún resultado por cada colegio electoral que respalde sus anuncios orales, ignorando que no puede hacerlo hasta que el Tribunal Supremo dé su visto bueno, como lo prevé el marco electoral.
Evidentemente son frases hechas para denostar a la institución electoral, sin ton ni son y sin sustentarlas con detalles.
Hay que decirle a la ONU que en adelante se empeñe a fondo para que todos los países, Estados Unidos incluido, transparenten sus procesos electorales y los hagan públicos.
Las endebles acusaciones, dichas además en tono acusatorio, explican el rechazo rotundo de las autoridades venezolanas, que calificaron el informe preliminar de la ONU como “un acto de propaganda que sirve a los intereses de la ultraderecha”.
Los panelistas de la ONU exhibieron que en los medios de comunicación estatales dominó la campaña presidencial del gobierno y que hubo acceso muy limitado para los candidatos de la oposición, pero omitió mencionar que en los medios privados de comunicación fue muy escasa la promoción electoral a Maduro, que más bien sus conductores y periodistas se dedicaban a hacer demoledoras críticas a su gobierno.
Reconoció que en las mesas de votación el CNE implementó un mecanismo robusto para el proceso de transmisión de resultados mediante la transmisión digital.
También, que el proceso se había desarrollado el día de la elección en un ambiente pacífico, el cual estuvo bien organizado logísticamente, y que el CNE pudo detectar y resolver rápidamente la gran mayoría de los pequeños problemas técnicos que se reportaron durante la jornada electoral.
Parecía que partes del informe habían sido redactadas por diferentes personas.
En el informe se señala que la transmisión electrónica de resultados funcionó bien, pero que se detuvo bruscamente en las horas posteriores al cierre de las mesas de votación, sin que se proporcionara información o se diera explicación alguna, lo cual es una mentira, porque hay testigos externos que observaron que dejó de transmitir y de inmediato las autoridades salieron a informar que el sistema había sufrido un ciberataque.
El Panel tuvo acceso amplio a todas las fases del proceso electoral, y de haber querido ocultar algo, el CNE no hubiera autorizado su participación.