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GLORIA ANALCO
Era una madrugada aparentemente tranquila en Nóvgorod, pero sobre una residencia oficial de Vladímir Putin se desplegaba un enjambre silencioso y letal de más de 90 drones moviéndose como sombras, zumbando apenas perceptibles, guiados con precisión desde satélites que solo unos pocos países poseen.
Cada zumbido, cada parpadeo de luz, era una pista. ¿Estaba Putin dentro? Moscú no lo confirma y ese silencio no es descuido, es arma, es misterio: como en un caso de Sherlock Holmes, cada pista importa y cada ausencia de información habla por sí misma.
Lavrov menciona terrorismo de Estado y Medvédev, furioso, califica a Zelenski de “apestoso bastardo de Kiev” y lo acusa de sabotear la paz. La prudencia de Putin se mantiene, pero ya no es eterna. “No tenemos intención de hacer guerra contra Europa… Pero si Europa lo desea, estamos listos ahora mismo”, había advertido apenas un par de semanas antes, estableciendo un nuevo umbral de tolerancia.
Las pistas que deja este caso son inquietantes: el uso de tecnología satelital avanzada accesible solo a Estados Unidos, Gran Bretaña y el Mossad indica un nivel de planificación quirúrgico.
Gran Bretaña, siempre presente, moviendo en Ucrania los hilos desde las sombras con inteligencia, logística y la seguridad personal de Zelenski.
La intervención encubierta del Estado Profundo estadounidense aliado con las élites europeas empeñados en torpedear las negociaciones de paz que Trump intenta liderar.
La ironía insólita de la política visible: Trump llama a Putin dos veces en el mismo día, mostrando su conmoción y tratando de mediar mientras fuerzas invisibles mueven piezas letales en el tablero global.
No es un hecho aislado es el segundo atentado confirmado contra Putin, tras el ataque a su helicóptero en Kursk, en mayo último, y Moscú no lo ve como repetición ve un patrón y cuando se confirma un patrón cambian las reglas del juego.
Rusia ha sido prudente hasta ahora y no por debilidad sino por cálculo, historia y cultura, ya que por la cercanía eslava con Ucrania ha limitado la escalada, pero toda contención tiene un límite.
Ese límite se cruza cuando intervienen terceros oficiales de la OTAN operando en territorio prohibido, muchos de ellos muertos que no aparecen en registros oficiales, pero sí en accidentes inventados, pero han sido sucesivas las lágrimas privadas de familias europeas, sobre todo de Gran Bretaña Francia y Alemania, los más solícitos países interesados en hacerle la guerra a Rusia.
La especulación tiene lógica: casi 100 drones no se lanzan a ciegas, sino bajo la guía satelital: hay que decirlo, la sincronización implica conocimiento previo de la ubicación del objetivo.
Es probable que Putin estuviera en la residencia descansando mientras fuerzas extranjeras evaluaban su presencia con tecnología que pocos países poseen. Su sistema defensivo lo protegió.
El tablero global está en movimiento: Trump visible mediando y limitado por sus reglas; Estado Profundo estadounidense + élites europeas invisibles moviendo fichas evaluando riesgos y presionando por la eliminación de Putin; No soportan que él sea tan eficiente en su trabajo; Gran Bretaña silenciosa y omnipresente conectando inteligencia tecnología y protección de aliados estratégicos.
Moscú ahora cruza un umbral decisivo: la velocidad la precisión y la capacidad de anticipar al enemigo definirán no solo el próximo capítulo de la guerra sino también la estabilidad de Europa. Todo sobre los hombros del prudente Putin.
Las decisiones se aceleran, la previsibilidad se reduce y el tablero geopolítico se convierte en un rompecabezas de poder, secreto y peligro.
El misterio continúa y con él el riesgo inminente que solo la prudencia extrema puede intentar contener, mientras los drones se disuelven en la noche y el mundo visible sigue sin enterarse del alcance real de la guerra silenciosa.
Cada movimiento es mortal, cada silencio estratégico y cada pista perdida podría cambiar el rumbo de la historia dejando al público con la sensación de estar frente a un thriller internacional en tiempo real donde nada es lo que parece y todo puede suceder.
