ARMANDO ROJAS ARÉVALO. PAULA: Los clásicos de la política sostenían que el poder es la capacidad de hacer algo o ejecutar una acción. Cuando se llega a él por vía democrática, o sea por el voto ciudadano, es el pueblo el que delega el poder al Estado.
Así, por ejemplo, los gobiernos ejercen el poder sobre la gente, para que ésta pueda vivir en armonía y así fomentar el desarrollo. Los patrones en una empresa ejercen el poder sobre los empleados para que cumplan su trabajo, a cambio de esto, los trabajadores reciben un salario. Los padres ejercen el poder sobre los hijos para inculcarles obediencia y respeto, valores y principios para desenvolverse armónicamente en la sociedad.
En una democracia en la que el pueblo confiere el poder, quien lo detenta está obligado a ejercerlo con majestad, galanura, elegancia y sencillez, cuidando, siempre, el respeto que merece el pueblo que lo llevó al gobierno y velar por la armonía social.
En este sentido, el presidente, que llegó al poder con el voto de la mayoría, está obligado a gobernar para todos con respeto y trabajar por la sana y armónica convivencia social. Sin embargo, lo que hemos visto en los días recientes de que, molesto por una protesta ciudadana que se hará el domingo en la capital de la República y más de 40 ciudades del país exigiendo no se toque al Instituto Nacional Electoral, muestra su resentimiento social y su desprecio absoluto a quienes difieren de él o están en contra de su forma de gobernar.
Sintiéndose amo de las calles y de que sólo él, nadie más, puede salir a manifestarse a ellas, ha vaciado a la ciudadanía que este domingo le exigirá respeto al INE, toda su carga de resentimientos y la ha ofendido con epítetos o calificativos que lo hacen ver como un gobernante atrabiliario.
La ciudadanía está verdaderamente molesta por esas ofensas, tanto que anteayer, jueves, una señorita lo encaró e increpó a bordo del avión de Aeroméxico que despegó del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México hacia Mérida, Yucatán (vuelo 832),diciéndole que ha destruido al país y que mejor renuncie. “En realidad lo único que ha logrado ha sido destruir a nuestro país. (…) Yo quiero a México, amo a México, por eso me manifiesto aquí, enfrente del presidente”, dijo la mujer ante la mirada atónita del resto de los pasajeros y de AMLO, quien no le respondió hasta ayer en su mañanera en Mérida: .
«Ayer veníamos en el avión y se paró una joven en el vuelo y se aventó un discurso en contra mía, (…) yo tengo una aceptación del 70 por ciento, pero tengo como 30 por ciento en contra, estamos hablado de 25, 30 millones de personas, claro no hay 25, 30 millones de fifís, o de oligarcas, pero si hay mucho aspiracionismo, es un modelo que impusieron y que siempre ha existido, en todo el país», dijo el presidente.
Lo de siempre: Como casi todos los días, afirmó que, a sus adversarios los mueve el interés por el dinero y reiteró que son racistas, clasistas, aspiracionistas y que se creen superiores al resto de las personas; los calificó como déspotas, que maltratan a sus trabajadores.
No es la primera vez que un pasajero increpa al presidente en pleno vuelo, ni será la última. La mayoría de las veces han sido damas los que le han gritado sus verdades y él no se atreve a responderles.
MIENTRAS TANTO, HOY VIERNES vimos pruebas de que los ánimos se están encrespando. Integrantes de la Alianza de Organizaciones Sociales que milita en MORENA, el partido del presidente, irrumpieron en las instalaciones del Instituto Nacional Electoral (INE), para manifestar su apoyo a la reforma electoral. La consigna es obvia.
El presidente está sumamente preocupado, porque sabe, aunque jamás lo dirá, que sus bonos han bajado lo suficiente para poner en riesgo la presidencia en el 2024. Ya se dio cuenta que fue un absurdo adelantar la sucesión y mostrar sus preferencias hacia la señora SHEINBAUM y su “hermano” ADÁN AUGUSTO, poniendo en grave peligro la unidad dentro de su propio partido.
¿Qué busca? Asegurarse un INE a su modo para que en caso de sufrir una derrota más, tenga sus peones y sus alfiles para emprender un juego que provoque la ingobernabilidad. No es remoto que pudiera haber un movimiento para reformar una vez más la Constitución, alargar su estancia en Palacio Nacional y seguir los pasos de los dictadores Maduro y Ortega.
El domingo, ¡cuidado! Los chairos y el ejército de varones y mujeres de negro, más los anarcos, querrán agredir a los manifestantes e incitar una revuelta para que el lunes el mesías eche culpas a los aspiracionistas, hipócritas, etc. de haber cometido actos vandálicos.
Está visto que él es su propio enemigo.