EPISTOLARIO/ Que no se quejen 

ARMANDO ROJAS ARÉVALO. PAULINA: Muchas lecturas y especialmente muchas lecciones nos ha dejado este capítulo de la enfermedad de LÓPEZ OBRADOR.

Contra los mensajes que “destilan odio”, el secretario de Gobernación dijo que “tenemos presidente para rato”. Lectura: Don Adán, lo que califica usted de “odio”, es gratis?

¿Lo que su jefe destila todas las mañanas contra personas, grupos y gremios, poniéndolos, incluso, en el stand de tiro al blanco, qué es?

¿Ante la polarización que ha creado y ha dividido al país, qué reacción podría esperarse? ¿Es gratis la animadversión? Voltee el plato.

Si fuera un presidente amado qué respuesta habría sido el tan sólo decir “nuestro presidente enfermó y está en el hospital”. Si el presidente fuera realmente amado, todo el mundo le deseara y orara por su restablecimiento. Usted dice que lo que se ha visto es odio.

Claro, ha habido expresiones rampantes y hasta chocantes como la del supuesto periodista apodado “Doctor Molécula”, que dejó salir de su chayotera pecho “Dios salve a nuestro presidente”. Todo depende de cómo es la feria.

Disculpe mi franqueza. El se ha hecho odioso para muchos, muchísimos mexicanos, incluyendo a los que votaron por él, por sus burlas, sus humillaciones, sus mentiras. No es un presidente que sea amado. No es un líder que todos quieran seguir, ni siquiera armados con piedras para tirarle a los gringos  ahora que él les ha ha declarado la guerra.

Se ha hecho odioso, lo digo con franqueza, porque los niños con cáncer no tienen medicinas y muchos han muerto. Se ha hecho odioso porque no hay medicinas en los hospitales. Se ha hecho odioso porque acabó con las guarderías que tanto servían para que las madres pudieran tener bajo atención a sus hijos mientras trabajaban. Se ha hecho odioso porque el país está envuelto en la violencia por la impunidad con que actúan grupos delincuenciales. México se ha convertido en tierra de nadie, donde los secuestradores, vende pisos, narcos y demás operan abiertamente, sin castigo.

A quienes lo critican les dice “corruptos” o “neo liberales”; a quienes marchan pidiendo respeto a l INE, los califica de mapaches electorales; a la clase media, sobre la que descansa gran parte de la economía nacional, la tacha de “aspiracionista”,  “rateros”, etcétera.

A los muchachos que estudian en el extranjero, les dice buenos para nada, que estudian para robar mejor, olvidando que su hijo menor se la pasa viajando de una escuela a otra, o hijos de sus colaboradores, como la hija de CLAUDIA SCHEINBAUM, gozan de becas que otros, con más talento y estudios, no tienen.

¿Cómo interpretar el sentido popular?

El pueblo juzga; empero,  hay karma. La vida es como los restaurantes: nadie se va sin pagar la cuenta.

El problema de salud del presidente nos deja una gran lección.

PRIMERO: La política de Comunicación Social es ineficiente. El que está a cargo de ella no maneja el artilugio de la operatividad. Es boletinero. No sabe, ni supo, qué hacer en un caso de emergencia como el que se presentó en Mérida, Yucatán, este fin de semana. Dijo que sin el presidente continuaba su gira, cuando en realidad ya era atendido en el hospital militar.

La política de Comunicación Social se basa en un grupo de presuntos periodistas que preguntan lo que les recomienda y llegan al extremo de la abyección, como el famoso “Doctor Molécula” que hizo una moción en la “mañanera” que dirigía don ADÁN: “Dios salva al nuestro presidente!” ¡Carajo!

La Constitución no tiene nada sobre qué hacer cuando el presidente enferma de gravedad. Quién debe gobernar.

Dice en caso de muerte, pero no en caso de gravedad, de minusvalidad, de no tener conciencia clara ni facultades mentales claras.

No dice nada sobre a quién debe caer la responsabilidad de suplir la ausencia por gravedad. Más que el propio presidente, en algún momento de lucidez, diga quién.

Cuando el titular del Ejecutivo federal está enfermo o es sometido a alguna intervención quirúrgica, el equipo de la presidencia de la República ha recurrido a comunicados o a tuits para informar a los mexicanos. En ningún reglamento de la administración pública se tiene contemplado el protocolo para difundir el estado de salud del presidente de la República.

Eso paso pasó con ALM con su operación del aneurisma que quedó sin facultades para gobernar, y el sexenio o el gobierno fue ejercido por HUMBERTO ROMERO. Nos deja una gran lección que los morenacos, empezando por el docto MONREAL deberían prever.

Las “corcholatas” aprovecharon la ausencia. Doña CLAUDIA en Denver congraciándose con los gringos a los que tanto odia, o a don MARCELO acompañando a doña BEATRIZ  y tomándose fotos con ella, en la que ella, muy sonriente, aparece con el dedo hacia arriba, como diciendo “este es el bueno”.

¿Fiesta o duelo nacional? Sería la pregunta.

OJO: Sobre todo esto, YO TENGO OTROS DATOS.

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