EPISTOLARIO/ La tremenda Corte 

ARMANDO ROJAS ARÉVALO. MARIA DE LOURDES: En los años 50’s y 60’s, tal vez no te acuerdes porque eres posterior a esa época, se transmitía por la radio una divertidísima comedia cubana de mucho éxito, denominada “La Tremenda Corte”. Los guiones de Cástor Vispo, un español que después adoptaría la nacionalidad cubana, eran geniales. El personaje central era José Candelario Tres Patines, secundado por el Tremendo Juez, y sus víctimas Nananina y Rudecindo Aldeiro y Escobilla.

Cada capítulo relataba los enredos causados por Tres Patines, un cínico y descarado que a todos engañaba y los hacía caer en sus cuentos. Cada capítulo de esta comedia radiofónica era un caso y terminaba con la exclamación del Tremendo Juez “¡a la reja!”, porque Tres Patines siempre caía en su propia trampa y ya no podía engatusar al juez.

La Tremenda Corte nació como un programa de radio en el que todo giraba en un juzgado y planteaba situaciones en que José Candelario Trespatines había hecho víctima a Rudecindo o Nananina de alguno de sus robos, engaños o pillerías, y estos a su vez, lo llevaban acusado ante el señor juez de la corte correccional.

Tres Patines es un buen hijo que adora a su mamá, a quien llama “Mamita”. Tiene muchos tíos, tantos que no se sabe cuántos son en realidad. Solía nombrar a su tío Sinecio (atropellado por un tren), Nicanor, Leovigildo, Jacobita, Sinforoso, Sinforeano, Macario, Eladio, Eufemio (mago prestidigitador), Recadero, Dominguito, Segismundo, Sinforiano, Sisebuto (Sisebruto), Zeledonio (licenciado en leyes) y a su primo Toribio (hijo de Sinecio).

Total, era un enredo el mismo; un enredo su vida. Pero era divertido.

La política, hoy, como la Tremenda Corte, es un enredo. El tres patines de los cincuenta y sesenta ya no existe, pero en su lugar hay otro personaje, el “cuatrotero”. Su pleito es por la cuarta Transformación que quiere imponer, pero Nanadina y Rudecindo saben que atrás  de eso está transformar la estructura del poder sin llegar al fondo, porque al fin y al cabo se trata de apoderarse del mando absoluto, y meter en puestos claves –y hasta no claves- a incondicionales que sin pensar en el daño al país dicen a una voz “sí señor, lo que usted”.

Es una comedia que causa risa, pero también mucho enojo. El gallego que hacía los guiones de la original Tremenda Corte, se hubiera quedado en el tapanco ante lo que estamos viendo en la Suprema Corte, donde el que puede todo propuso a una abogada quien, luego se comprobó, que legalmente no lo es por plagiar una tesis para titularse y en esa virtud tampoco es apta para manejar a la institución.

Un escandalazo que terminó con la elección de otra ministra, doña NORMA PIÑA, quien no llegó a la Corte propuesta por él sino nada más y nada menos por su antecesor ENRIQUE PEÑA NIETO, quien en su retiro en España ha de estar celebrando el acontecimiento.

“¿Ve posible la reforma —al Poder Judicial— con esta nueva ministra, presidente?”, se le preguntó en conferencia de prensa matutina. “Creo que no, desgraciadamente, pero no hay que desistir, ojalá y me equivoque, vamos a verlo. No hay ahora tema, y es parte de la autonomía”, respondió. Sabe él como ya sabe todo el mundo que la nueva presidenta de la Corte siempre ha votado en contra de las iniciativas que “nosotros hemos defendido”, así que la elección en la Corte fue mal aventurada para sus fines.

Seguramente los ministros de la Corte ya estaban hartos de la gestión sumisa de SALDIVAR LELO DE LARREA, quien terminó su gestión el día último del año, y decidieron dar el albazo. ¡Basta! han de haber dicho, y votaron por otra ministra, NORMA PIÑA.

Aun así no se da por vencido. De los 11 ministros que conforman el pleno, cuatro se van a ir a sus casas, por edad o porque se les vence el período, por lo cual él va a proponer cuatro candidatos para que, sumados a LORETA y JAZMIN que son de su menú, tenga a seis incondicionales, o sea mayoría, y entonces se haga la voluntad del señor.

MIENTRAS, la UNAM y la Corte tienen que empezar una labor de limpieza moral, para quitarse la mancha que les dejó el plagio.

En calidad de mientras, doña ERNESTINA GODOY, la fiscal de la Ciudad de México, se metió donde no la llamaron. Hizo lo que su jefa doña SHEIMBAUN le ordenó: Que la Fiscalía dictaminara la originalidad de la tesis de doña JAZMIN y enderezara su acción en contra del abogado EDGAR ULISES BÁEZ, quien es el autor de la tesis que doña JAZMIN presuntamente copió.

Como los cuatroteros son buenos para cambiar la cosas, un documento hecho por la Fiscalía, de 17 páginas, con sellos y firmas, dice que el abogado EDGAR ULISES BAEZ, quien se tituló dos años antes que doña JAZMIN, es el copión. ¡Hágame el favor!

Sólo falta que a la señora PIEDRA se le ocurra en su docta sabiduría que le brota por toda su epidermis, dictaminar que a doña JAZMIN le ultrajaron sus derechos humanos y sostenga que su tesis es la buena y que el pobre licenciado EDGAR fue el autor del plagio. Nomás falta eso.

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