EPISTOLARIO

Caprichitos onerosos

ARMANDO ROJAS ARÉVALO. La inmensa egolatría y la insaciable sed y hambre de poder, dos de las poderosas motivaciones que convierten en autócratas a los gobernantes, sacuden y preocupan a los ciudadanos responsables de este país. La egolatría se vio colmada, lunes, en la inauguración del llamado “Aeropuerto Internacional de Santa Lucía”, y la insaciable sed y hambre de poder se verá colmada el 10 de abril con la “consulta” por la revocación del mandato.

Dos caprichos bastante onerosos que –quiere él- lo pondrán en un lugar relevante de la historia. Así será, pero no en la marquesina deslumbrante, sino en el recuerdo de alguien que pasó y vivió en Palacio Nacional burlándose de sus “adversarios” y de todos aquellos mexicanos que no concuerdan con sus ocurrencias.

“¡Sí se pudo!” coreaba la multitud chaira en los pasillos del nuevo aeropuerto. “Es un honor estar con López obrador”, gritaban otros. Mientras él, con el puño levantado, caminaba por los relucientes andadores del AISL, entre la euforia de los “siervos de la nación”.

El nuevo aeropuerto es producto de un capricho que le cuesta a la nación 75 mil millones de pesos (según cifras oficiales de la secretaría de Comunicaciones y Transportes) o 331 mil 996 millones de pesos, según la Auditoría Superior de la Federación por la cancelación del proyecto del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, más 406 mil 500 millones de pesos que costó echar a volar el nuevo aeropuerto de San Lucía.

Santa Lucía, cuyos trabajos duraron dos años, costó, datos conservadores, más del 23 por ciento de lo programado. Originalmente iba a costar 13 mil millones de dólares, pero el gasto fue creciendo conforme avanzaban el tiempo y la obra, hasta llegar a los 104 mil millones de pesos, según reconoció en algún momento la secretaría de Comunicaciones y Transportes.

Sea como sea –o “haiga sido como haiga sido” como dijera el gran amigo de AMLO, FELIPE CALDERÓN- el nuevo aeropuerto se inauguró en la práctica con un vuelo de Aeroméxico que salió –(¿a dónde creen?) a Villahermosa, Tabasco. Jornada triunfal en la mañana soleada que anunció la llegada de la primavera y la conmemoración del natalicio de Benito Juárez.

A pasajeros como yo que viajamos con alguna frecuencia, ir al nuevo aeropuerto a abordar el vuelo que nos corresponde, sale más cansado y costoso que irse en camión al destino elegido.

Para viajar, digamos a Veracruz, en un vuelo de las 7 de la mañana significará levantarse a las 3 de la madrugada y salir de casa a las 4. Súmale hora y media de travesía al aeropuerto, si bien te va, para llegar al mostrador de la aerolínea con la hora y media que marca el protocolo para tu pase de abordar. Llegarás a tu destino, si sale a tiempo el avión, a las 8.00 ú 8.30 de la mañana. O sea, seis horas después de que te levantaste. Es el mismo tiempo que te lleva viajar en un ADO, saliendo de la TAPO o la Central del Norte, sin tanto gasto ni desvelo.

Si viajas al extranjero –para lo que necesitas llegar tres horas antes para los trámites- nada más imagínate. Tendrás que alojarte en el hotel del nuevo aeropuerto, donde te levantarán con un toque de corneta (no es albur), pues los militares así lo acostumbran. Y si duermes en el pasillo, a lo mejor te toca ver cómo cobra vida un mamut de los que encontraron en las excavaciones.

Tiene sus atractivos. Por ejemplo, recorrer el museo de maaamuts, y si vas a los baños te podrás encontrar que Blue Demon o el Cavernario Galindo te verán con ojos fieros cómo haces del dos.

Pero, bueno, fue un capricho. Ni hablar.

Como México nada en un mar de dinero, el mesías quiere gastar más del erario con la consulta por la revocación del mandato, el 10 de abril. ¡Mil 692 millones de pesos!

La famosa consulta tiene su truco y servirá para que el mesías sacie su egolatría y saque de la chistera un truco perverso.

Dice que, si el pueblo noble y sabio vota porque se vaya, se va; pero ¿crees realmente que lo cumplirá? ¡No! Mira, si votas, no se va; si no votas, tampoco se va; si pierde, no se va, y si gana, ¡menos se va!

La consulta tiene su trampa.

Si vas a votar, y si se junta el 40 por ciento de la lista nominal (37 millones de votos), se vuelve vinculatoria, o sea, obligatoria, y puede pedir otra consulta por la ampliación del mandato. El 40 por ciento es la suma de ambos votos: el quédate y el vete.

Si no vas a votar, no se juntaría el 40 por ciento que él desea, y en consecuencia no se vuelve vinculante. Ergo, no podría pedir la prolongación del mandato.

En realidad, ningún mexicano ha exigido que se vaya, aunque muy en el corazón es el deseo de miles; empero, hay que respetar el mandato Constitucional. Por tal motivo, la consulta para revocación no tiene ningún sentido. TODOS queremos que se vaya en cuanto termine su mandato, ¡ni un minuto más!

A él le encanta despilfarrar en cosas que alimentan su ego. La primera consulta aprobada y difundida por el INE ocurrió a mediados de 2021, cuando se preguntó a la población sobre el enjuiciamiento hacia actores políticos del pasado y donde no se alcanzó el 40% necesario de la lista nominal para que la votación fuera válida.

Esa primera consulta ocurrió a mediados de 2021, cuando se preguntó a la población sobre el enjuiciamiento a ex presidentes. No ocurrió nada. Pero a él le sirvió para descalificar y denostar a sus antecesores para aumentar su poder.

Estamos en tiempo de evitar algo que históricamente será un enérgico reclamo por la irresponsabilidad de que lo que fuimos capaces de hacer, con tal de retener una pensión o una beca por rascarse los genitales.

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