ENTRESEMANA/ Soy presidente de México, ¿y?

MOISÉS SÁNCHEZ LIMÓN. Y juró respetar y hacer respetar a la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y si no, y si no, que el pueblo se lo demandara. ¡Recórcholis!

Así que, con su venia…

Nomás por preguntar sin ánimo de incomodar a Su Alteza Serenísima y provocar su ira que puede venir acompañada de, mínimo, un acuerdo cuando no un decreto que desconozca a la ley máxima del país, a la que juró respetar con la banda presidencial cruzada sobre su pecho que no es bodega.

Pregunto, con la cautela propia del temor a la ira divina, reitero, aunque la bachiller Ana Elizabeth García Vilchis #LadyInfluyente diga que es falsa la percepción de censura del licenciado presidente; incluso aboga por los actos de poder de Su Alteza Serenísima.

Bueno, bueno, se entiende porque el licenciado Andrés Manuel I es su jefe y, vaya, pues lo que diga el jefe, es palabra divina. ¿A poco no?

Lo interesante, señoras y señores, jóvenes y jóvenas, es que Su Alteza Serenísima se asume el gran líder parido por la historia contemporánea de México, llamado a salvar al país de las garras de los conservadores y neoliberales, corruptos y fifís, traidores a la patria y, por eso, se ha dedicado a desmantelar instituciones y pasar por encima de derechos ciudadanos y laborales.

Y le importa un pito lo que se diga, las críticas aunque éstas vayan acompañadas de propuestas. Porque todo lo que vaya contra la fantasía del México Feliz que cree construye, es contra la patria.

Pero, pero…

¿Cuál es el beneficio real del AIFA, el Tren Maya y la refinería Olmeca-Dos Bocas? En serio, sin apasionamientos ni sueños guajiros ni patrioteros.

¿Cuántos y de qué carreras han egresado jóvenes de las “universidades Benito Juárez? ¿Cuántos ninis han devenido en jóvenes productivos, pequeños empresarios? ¿Cuántos y dónde están, con nombres y apellidos?

Se trata de hacer un arqueo al gobierno de la Cuarta Transformación, apasionada entrega por la patria y no incurrir en fanatismos ni fe ciega en un personaje que se asume de izquierda y procede como destacado miembro de la derecha con el especial gusto de extorsionar en Palacio a capitanes de empresa y ricos-ricos.

E insiste en su personalísimo punto de vista, la pura verdad en su sacro verbo.

–Y en otra pregunta, señor presidente –expone Stephanie Palacios en la mañanera–, sobre la designación de Eduardo Villegas como embajador de México en la Federación de Rusia, ¿cuáles son sus comentarios sobre esta designación?, ya que fue sumamente criticado por la oposición mexicana sobre esta designación.

–Pues si la oposición dice que estuvo mal, pues es muy probable que estuvo bien—resuelve Su Alteza Serenísima y pregunta ¿qué oposición? Y se responde con el enfermizo ánimo de madrear, las ganas de joder.

“Pues estos intelectuales orgánicos, conservadores, que todo lo que hacemos lo ven mal. Siempre callaron. ¿Cuándo se preocupaban? ¿Cuándo, se acuerdan ustedes, que hicieron algún cuestionamiento crítico al nombramiento de un embajador? ¿Se acuerdan ustedes? Nunca”, dice López Obrador y punto.

Incluso cuando se le refiere acerca de la decisión de desaparecer 20 programas porque no han funcionado y hasta dobletean funciones, el Santo Patrono de los otros datos estalla:

“(…) Si escuchan que va a haber reducción del presupuesto, de los programas de Bienestar, que sepan que es mentira, que es un invento, una calumnia de nuestros adversarios”. Así, categórico. ¡Uy, qué miedo!, Chico Ché dixit.

Y diría el filósofo de Siempre en Domingo: ¡Aún hay más!

–¿En su gobierno le tocará ver todos estos cambios que pretende? ¿El mismo rescate del Issste, lo que finalmente obstaculiza el buen desarrollo de la administración pública?—le preguntan para su lucimiento pero pregunta si es por lo de los salarios y se echa el rollo harto conocido para hablar del pasado pero eludir el presente.

Y alude a los amparos contra sus geniales ideas que cree le darán un espacio en la historia patria como el más chingón de la pradera. Y, cita con sorna, “está como los amparos ¿no?: ‘A ver vamos a ampararnos para que no se haga el aeropuerto Felipe Ángeles’. Pues lo vamos a hacer.

“Que Claudio ¿no? invita a abogados, distinguidísimos ¿no?, finísimas personas como este abogado Cossío (…). Y se dan baños de pureza, son los que dicen: ‘La ley es la ley’ y queriéndonos parar.

“Y con el Tren Maya lo mismo. Y ahí vamos, ya se les ganaron los amparos legalmente, porque tenemos la razón (…)”.

Pero luego, como sin querer queriendo, se sincera con el que, sin duda, es el tema que le quita el sueño, por eso las ojeras mañaneras y los ojitos macuspanos cansados, la elección de gobernador del Estado de México el año próximo. Y acusa.

“Entonces, es el estado más poblado del país, pero con mucho. Los conservadores están preocupados porque no llegan a un acuerdo. Y ya va a ser más difícil hacia adelante porque tienen muchos candidatos, hacia adelante. Para la Presidencia, la señora Lilly Téllez, Quadri, Chumel, sí, muchos, muchos…”, dice el licenciado presidente y descalifica a la oposición sin reparar en la profesora Delfina Gómez.

Y falta al respeto a políticos y líderes de opinión cuya voz entraña un alto grado de contrapeso a sus ocurrencias.

En serio, en serio, ¿es Andrés Manuel I el soberano dueño del poder que pasará a la historia como el gran transformador del país?

En la mañanera del pasado martes 9 de agosto, Arturo Cerda le preguntó acerca de esa decisión de pasar, por encima de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, a la Guardia Nacional como parte de la Secretaría de la Defensa Nacional.

Y el sabelotodo de Palacio se contradijo, buscó y buscó fundamentar su propuesta de acuerdo, o decreto, para quitar el mando civil a la GN, como lo dispone el artículo 21 constitucional.

“Entonces –cantinfleó el licenciado López–, yo voy a enviar una iniciativa de ley para la reforma constitucional, pero voy a hacer lo mismo que hice con la reforma a la ley eléctrica. Como sé que los conservadores están en huelga, no legislan, ojalá y no cobraran, no están trabajando y todo lo rechazan, entonces no vamos a tener posiblemente la mayoría absoluta, las dos terceras partes, pero sí podemos tener mayoría de votos en la Cámara y en el Senado y podemos con eso modificar leyes sin dejar de presentar la iniciativa de reforma constitucional. Si no se aprueba la reforma constitucional, pues se va a aprobar la reforma de ley y ya lo anunciamos”. O sea.

Mire usted, Su Alteza Serenísima miente y se victimiza. La oposición en el Congreso de la Unión, es decir Va por México, integrada por las bancadas del PAN, PRD y PRI, con cierto acompañamiento de Movimiento Ciudadano y los senadores independientes, determinó moratoria constitucional, es decir, no apoyarán ninguna reforma constitucional propuesta por Andrés Manuel.

No, no están en huelga. Miente el licenciado presidente. Ahí le va un ejemplo más.

–Y también quiero hacer una pregunta con mucho respeto: ¿gobernar a partir de decretos y de acuerdos no es algo autoritario?—le expuso Arturo Cerda.

–No, si hay una violación a la Constitución, para eso está el Poder Judicial, él es el encargado, el poder autónomo independiente, y ya no depende, como era antes, del presidente—mintió el licenciado presidente y, sin rubor advirtió:

“Antes, el Poder Legislativo y el Poder Judicial dependían del Ejecutivo, así era la simulación. La Constitución se respetaba en la forma y se violaba en el fondo, el poder de los poderes era el titular del Ejecutivo, el presidente; ahora ya no es así. Entonces, por eso estamos viviendo tiempos interesantes.

“Pero no voy yo a rendirme, nunca me echado pa’ atrás. Si tengo la razón, si estoy bien con mi consciencia, si sé que esto es bueno para el pueblo, aunque no les guste a las minorías, vamos para adelante”. Como dicen los clásicos: así o más claro.

Entonces, Alonso Urrutia, reportero de La Jornada, insistió en el tema:

–Mi pregunta es: ¿cuál es el sustento jurídico para que mediante un decreto o una ley se pueda establecer cosas distintas a lo que establece la Constitución?

–Sí, vamos a analizar cómo se puede llevar a cabo la reforma a la ley y al mismo tiempo, ya lo expliqué, vamos a presentar la reforma constitucional, las dos cosas.

–Pero ¿esta reforma no pasa necesariamente por una reforma constitucional por el Congreso, una reforma constitucional?—insistió Alonso.

–Las dos pasan por el Congreso—pretendió “explicar” y zafarse el licenciado Andrés Manuel I.

–Sí, sí, sí, pero esta modificación a lo que dice la Constitución tiene que ser una Reforma Constitucional—enfatizó el colega de La Jornada.

–Sí, pero puede ser que encontremos un mecanismo legal que no requiera la reforma constitucional—escurrió el Duce.

–¿Una ley o un decreto puede estar por encima de la Constitución?—inquirió Urrutia, en el elemental mandato de que una ley secundaria nunca estará por encima de la Ley máxima, la Constitución.

Pero, ¿qué cree? Por supuesto, Su Alteza Serenísima se hartó y fue al punto:

Soy presidente de México y creo que conviene el que la Guardia Nacional quede como una rama de la Secretaría de la Defensa para que se le dé estabilidad en el tiempo y no se corrompa, y siga cumpliendo con su función de garantizar la seguridad pública. Es algo parecido a lo que estoy promoviendo en el Tren Maya y en los aeropuertos”. ¿Alguna duda?

He ahí al gran transformador de Palacio. Él es la ley, él es la verdad. “Soy presidente de México”, puntualiza y el mensaje para la oposición tiene vigencia hasta el último día de agosto de 2024. ¿Algo más? Digo.

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