MOISÉS SÁNCHEZ LIMÓN. La expresiva mirada del general secretario Luis Cresencio Sandoval González lo dijo todo. ¿Su Alteza Serenísima le adelantó la noticia, o lo sorprendió?
Seguramente estaba enterado pero no lo creyó hasta que la sacra palabra de Andrés Manuel I anunció la barbaridad que lo muestra intransigente, veleidoso, falaz y, sobre todo, autoritario, dueño del poder.
Seguramente, cuando el licenciado presidente se miró al espejo antes de rasurarse avistó el escenario que provocaría su decisión que pasaría por encima de lo ordenado por la Constitución General de la República en el inciso e) de su artículo 21.
Y la sonrisa que pretendió ser carcajada se quedó en esa mueca despectiva muy de él, muy de su proceder cuando le importa un pito el qué dirán.
“Te van a mentar la madre; la oposición y los constitucionalistas y los expertos, los académicos e intelectuales que tanto desprecias, te harán trizas”, habría pensado cuando frente al espejo pulsó lo que ocurriría incluso antes de concluir la mañanera.
La mueca que rasga sus labios hacia la derecha, se congeló.
Había despertado con ganas de joder a México y recordó que el culto Enrique Peña Nieto aludió en alguna ocasión a esta frase pero dijo que nunca despertaba con esas ganas que a él, el dueño del poder desde el 1 de diciembre de 2018, se le dan recurrentemente.
¡Ah!, canijos mexicanos.
Lunes de frío amanecer.
Y cuando de su pecho que no es bodega se deprendió la voz, su voz, cual Heraldo de la mala o buena nueva, según se vea entre sus críticos y simpatizantes y fanáticos, defensores a ultranza y serviles sedicentes periodista de la barra mercenaria, legisladores que inclinan la cerviz y aplauden sin chistar lo que les llega de Palacio, parió una decisión personalísima, muy a su estilo, acedo estilo de gobernar con aroma echeverrista.
Le habrían dado ganas de puntualizar, cual preámbulo de alguno de sus best seller de petatiux: “¡La Constitución soy yo! Y no me vengan con que la ley es la ley”
Pero, antes y como mandata el libreto escrito por el intelectual Jesús Ramírez, en esta mañanera de lunes abrieron, con preguntas a modo, con sus encargos personales disfrazados de “investigaciones” periodísticas, dos personajes de la barra mercenaria.
Sí, se despacharon con tiempo libre la güerita que hace unos meses estuvo supuestamente secuestrada y luego apareció en un hospital por rumbos de Ciudad Satélite, con secuelas de una mala intervención estética y el muchacho al que la colega Reyna Haydé Ramírez llamó palero y, ¿qué cree?, actuó en ese papel y dio la pauta al parto de los montes con el anuncio presidencial.
Y récele a todos los santo para que los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación y la Alianza Va por México, es decir, los diputados federales y senadores del PRI, PAN y PRD e incluso de Movimiento Ciudadano y lo senadores independientes eviten la barbaridad que entraña la personalísima decisión de Su Alteza Serenísima, porque…
Lea usted.
“Y además les adelanto, por lo mismo, que ya por acuerdo de la Presidencia pasa la seguridad que tiene que ver con la Guardia Nacional, completa, ya pasa a la Secretaría de la Defensa.
“Ya la cuestión operativa está a cargo de la Secretaría de la Defensa, pero voy a emitir un acuerdo para que ya por completo la Guardia Nacional dependa de la Secretaría de la Defensa y esperamos nada más el resultado de la reforma. Pero ya quiero que sea la Secretaría de la Defensa la que se haga cargo”, dijo el licenciado presidente con ese aplomo que otorga ser dueño del poder en México, aunque sea por casi seis años, que es su caso.
Y por si quedaba alguna duda del alcance de “ya quiero”. Adelantó que “el día 16 de septiembre, el desfile militar va a ser predominantemente orientado a la seguridad pública y los actores principales van a ser los integrantes de la Guardia Nacional”.
A la izquierda del proscenio, a un lado del secretario de la Defensa Nacional, estaba Ricardo Sheffield Padilla, que cobra como procurador Federal del Consumidor y, segurísimo, ante el anuncio de Su Alteza Serenísima pensó: “¡Se pasa de rosca!”
El Duce continuó con el anuncio, apisonó el terreno:
“Voy a enviar esta semana el acuerdo a las dependencias y voy a hacer una reestructuración de la Secretaría de Seguridad Pública y voy a incluir a la Secretaría de Seguridad Pública esta función especial.
“Porque llevo ya tiempo expidiendo indultos, amnistías, dando instrucciones de libertad y no avanzamos.
“Y claro, no es nada más un asunto del Ejecutivo, pero en una época de transformación no se puede actuar con tortuguismo burocrático y menos cuando se trata de justicia”.
No lo quiero abrumar pero no es rollo.
Usted debe saber qué es lo que viola el licenciado presidente Andrés Manuel I con esta decisión que lo pinta en toda su dimensión autoritaria, apartada de la ley porque la ley es él.
Y porque sabe que en el Congreso de la Unión su partido, el Corporativo Morena y Asociados, no tiene la mayoría calificada, la necesaria para aprobar una reforma constitucional. Por eso se apoya en un recurso legaloide, politiquero.
El inciso e) del artículo 21 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, adicionado mediante Decreto de la reforma constitucional, publicado en el Diario Oficial el 26 de marzo de 2019, que Su Alteza Serenísima viola con su decisión personal, ordena lo siguiente:
“La Federación contará con una institución policial de carácter civil denominada Guardia Nacional, cuyos fines son los señalados en el párrafo noveno de este artículo, la coordinación y colaboración con las entidades federativas y Municipios, así como la salvaguarda de los bienes y recursos de la Nación.
“La ley determinará la estructura orgánica y de dirección de la Guardia Nacional, que estará adscrita a la secretaría del ramo de seguridad pública, que formulará la Estrategia Nacional de Seguridad Pública, los respectivos programas, políticas y acciones.
“La formación y el desempeño de los integrantes de la Guardia Nacional y de las demás instituciones policiales se regirán por una doctrina policial fundada en el servicio a la sociedad, la disciplina, el respeto a los derechos humanos, al imperio de la ley, al mando superior, y en lo conducente a la perspectiva de género”.
¿Qué le parece?
La colega Dalila Escobar, reportera de Proceso, preguntó al Duce Andrés Manuel I ¿qué lectura da al hecho de que ha tenido que tomar este tipo de decisiones mediante decretos o acuerdos y no por la vía, por ejemplo, del Legislativo? ¿Sí consideraría que es una ruta democrática?
—Sí porque, si no, violo la Constitución, que no lo voy a hacer nunca. No hay ningún problema, pero tengo que utilizar los márgenes legales que tenemos para avanzar—respondió el licenciado presidente sin rubor, pese a que con el solo anuncio de su decisión se instaló en la impunidad y el valemadrismo.
Y es que, explicó, “porque tengo, bueno, primero, el problema que resolver, tengo que entregar buenas cuentas al pueblo y tengo un bloque opositor que no ayuda en nada, así como antes aprobaron todo para imponer el régimen de corrupción los legisladores conservadores, todo lo que perjudicaba al pueblo lo aprobaron, todo lo que beneficiaba a las minorías lo aprobaban, ahora es lo contrario, todo lo que beneficia al pueblo, todo lo rechazan y están a favor de lo que significa mantener privilegios para las minorías”.
En serio, esa es su convicción y jódanse la patria y sus habitantes.
Y que digan misa y le mienten la madre. Total, la culpa es de los de antes, como la desgracia en los pocitos de la zona carbonífera de Coahuila. ¿Y la secretaria del Trabajo Luisa María Alcalde Luján y sus inspectores? Y no le vengan a Andrés Manuel I con que la ley es la ley porque la Constitución es él. Digo.
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