MOISÉS SÁNCHEZ LIMÓN
“No escucho”, dijo Andrés Manuel López Obrador y en Lagos de Moreno se sintió el desprecio del licenciado presidente por el dolor de familias ofendidas y enlutadas. Nada nuevo.
Pero…
Se alzaron voces, incluso de algunos de sus críticos para explicar y poner a salvo al Duce, pese a que se escucharon los gritos de periodistas, no mercenarios de la mañanera, que le requerían opinar acerca de la desaparición de los cinco muchachos en aquella localidad jalisciense.
¿No escuchó? ¿Y por qué contó un chiste relacionado con la escucha a modo, cuando precisamente le pedían opinara respecto de la tragedia de Lagos de Moreno?
No os hagáis.
Un día después hasta se atrevió a decir que los muchachos habían sido asesinados. La Fiscalía jalisciense, sin citarlo expresamente, con el resultado de análisis de ADN desmintió al licenciado López Obrador.
La afirmación presidencial, sin sustento, ocurrió luego de responder con epítetos harto conocidos en sus reacciones hepáticas contra quienes lo criticaron por, incluso, como le refiero, haber contado uno de sus chistes que suelen festejarle los “periodistas” de la mesa que más aplauda,
¡Ay!, las frases de botepronto para salir al paso y que luego se hacen clásico referente de perniciosa consecuencia, más para el autor en términos de descrédito y ejemplo de lo que no se debe decir.
Porque…
“Aquí no aplauden”, dijo el entonces presidente Enrique Peña Nieto, al término de una conferencia ofrecida en gira por Oriente donde no se acostumbra aplaudir. Pareció una queja del entonces culto presidente que requería loas y le dieron soberana madriza.
Peña no se quejó, no por lo menos en público, ni acusó a la entonces oposición encabezada por el hoy Duce de la 4T, quien incluso llegó a demandar su dimisión al cargo por haberse sometido a una operación.
“Ni los veo ni los oigo”, comentó Carlos Salinas de Gortari en la entrega de uno de sus informes de gobierno ante el Congreso de la Unión.
Y su frase pasó a la historia política contemporánea como modelo de desprecio por la oposición política. Es y será un referente que sus malquerientes utilizan en el momento requerido para citarlo como ejemplo de desapego a las formas políticas.
La verdad es que –sin que suene a justificación y se me acuse de panegirista del priismo de ayer y antier– el entonces presidente Carlos Salinas de Gortari dijo que, desde el espacio que se le dio en el área de la Mesa Directiva del Congreso, no veía ni escuchaba bien a los diputados de oposición que, como usted seguro sabe, suelen armar gritería como mecanismo de protesta.
Y… ¡Sopas!
En fin.
“Ya me cansé”, dijo Jesús Murillo Karam, entonces procurador General de la República cuando rindió el informe de la llamada verdad histórica relacionada con la desaparición de los 43 estudiantes de la escuela normal de Ayotzinapa, Guerrero.
Usted lo sabe…
Murillo Karam está en prisión desde el viernes 19 de agosto de 2022 como la pieza mayor cazada por los justicieros de la 4T, éstos que, dueños de la verdad sexenal, no encuentran la cuadratura al círculo para atender a los padres de familia que demandan justicia y la aparición de sus hijos que se esfumaron en aquella noche maldita del 26 y la madrugada del 27 de septiembre de 2014 en Iguala, Guerrero.
Así se descalifica a Murillo Karam y nadie quiso dar por válida la explicación –que unos llaman contexto– que lo llevó a decir, a micrófono abierto, “ya me cansé”. Estaba cansado, ciertamente, de los viajes a Iguala, Chilpancingo y de vuelta a Ciudad de México en busca de pistas para dar con el paradero de los estudiantes.
Se descontextualiza o se niega lo evidente, la verdad que, desnuda, se pretende vestir con artilugios para echarla a volar rumbo al olvido. Aquí no pasa nada, referí en la entrega del martes pasado y esto del decir y negar lo dicho es sustancia de la impunidad porque aquí no pasa nada.
Lea usted, porfis.
“La mayoría de los compañeros dijeron: vámonos a formar con Claudia (Sheinbaum)”, ilustró, en reunión privada con funcionarios y liderazgos mexiquenses, la alcaldesa de Texcoco, doña Sandra Luz Falcón Venegas.
Esa es parte de la cargada en pleno que la doctora Sheinbaum niega y seguramente la presidenta municipal de Texcoco rechazará la autoría de la frase que respalda la denuncia de piso disparejo hecha por Marcelo Ebrard.
De acuerdo con información referida por Carlos Loret en su espacio noticioso de Latinus, lo dicho por la casi licenciada en Ciencias Políticas, es decir, la ex diputada federal y hoy alcaldesa de Texcoco, ocurrió hace unos días en el Restaurante El Quelite, en aquella localidad mexiquense.
Ahí se celebró un cónclave en el que operadores políticos comandados por el médico y senador Higinio Martínez Miranda, concluyeron sumarse a la causa de la doctora Sheinbaum, a quien la mención de la Línea 12 del Metro le provoca amnesia.
El diputado local Nazario Gutiérrez, dijo que se respeta a quien simpatice con alguno de los aspirantes a la candidatura presidencial de Morena, pero la decisión del grupo encabezado por el doctor Higinio “ha tomado la decisión de respaldar la aspiración de la compañera Claudia (Sheinbaum)”.
Y Jesús Adán Gordo, secretario del Ayuntamiento de Texcoco, recomendó a los asistentes a la reunión, no subir a sus redes las fotos que estaban tomando porque estaban en horas de trabajo.
¿Y?
La princesita niega todo, se aísla en el discurso que le dictan desde la oficina principal de Palacio.
Le recuerdan la denuncia presentada por Marcelo Ebrard en su contra. Y responde con estudiada convicción de inocencia:
“Se ha estado diciendo que llevo acarreados a los eventos a donde voy… que hemos hecho guerra sucia. Niego que esto sea cierto. Es más: si alguien llegó a hacerlo, pues evidentemente lo condenamos.
“Yo los llamo nuevamente a la unidad (a Marcelo Ebrard, Adán Augusto López Hernández y Ricardo Monreal).
“Y dejemos que se lleva cabo la encuesta, de manera libre”, rubrica Claudia Sheinbaum Pardo, la princesita frente a la realidad documentada de cientos de bardas pintadas con #EsClaudia y el insultante acarreo en busca de ser nominada por el Corporativo Morena, a la Presidencia de la República.
Pero, pero…
Si usted se arma de valor y se atreve a chutarse la mañanera en los canales de la televisión pública, el 11, 14 y 22, se percatará de que algo grave ocurre a Su Alteza Serenísima. Sufre, sin rubor alguno, el Síndrome de la Chimoltrufia. En serio, no se ría, porfis.
Dos ejemplos fresquesitos. Cuando le preguntan si encontró errores en los libros de texto gratuitos que revisó, dice que muy pocos, luego que ninguno, después admite que sí, sí, hay pero pueden ser subsanados y luego…
Y, acerca de la renuncia de Karla Quintana Osuna, a la Comisión Nacional de Búsqueda, primero dijo que desconocía la causa, después afirmó que se trataba del cierre de un ciclo y, finalmente, admitió que fue por diferencias con el resultado del censo de desaparecidos.
La verdad es que, el licenciado López Obrador desacreditó al informe de Quintana Osuna respecto del número de desaparecidos en la administración de la 4T e instruyó a la Secretaría del Bienestar levante un censo casa por casa para contar el número real de desaparecidos.
¿Pasó por alto la afrenta contra Karla Quintana Osuna? ¿No escucha? Algo grave ocurre al licenciado López Obrador. Y el país no está para más ocurrencias, olvidos y dicharachos. ¿A poco no, Drakko? Digo.
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