MOISÉS SÁNCHEZ LIMÓN. ¿Dónde está doña Florencia Serranía? ¡Fueron los pernos!, ¡fueron los pernos! ¿Y la corrupción, señoras y señores?
No, no es broma.
Mal haría en tratándose de la desgracia que enlutó a 26 hogares y desgració la existencia de cerca de un centenar de familias hace un año cuando se desplomó un tramo de la llamada “Línea Dorada” la L12 del Sistema de Transporte Colectivo Metro.
¿Tiene costo una vida?
Más de cien millones de pesos ha pagado la autoridad del Gobierno de la Ciudad de México con recursos aportados por el ingeniero Carlos Slim, a deudos de fallecidos y 96 lesionados. ¿Acuerdo reparatorio? La ley lo permite, pero éticamente es un despropósito cuando la corrupción es el signo de la 4T local y federal. ¿A poco no, Su Alteza Serenísima?
Porque…
Hoy resulta que a la doctora Claudia Sheinbaum le han entrado las prisas por cerrar el caso de la L12, ¿le daña la imagen de presidenciable? Bueno, hasta el licenciado presidente ha entrado al quite y justifica a la jefa de gobierno que, por sí sola, no saca un perro de la milpa, pero…
¿Dónde está la ingeniera Florencia Serranía? Después del papelazo frente a la tragedia del 3 de mayo del año pasado y el incendio en el Centro de Control del Metro, en la calle de Delicias, Centro Histórico; se esfumó, arropada por la impunidad, manto tendido por su amigaza del alma, Claudia Sheinbaum.
Dice el licenciado presidente que esto de responsabilizar a la administración de la doctora Sheinbaum es politiquería.
¡Caray! ¿Por politiquería se rescindió el contrato a la empresa noruega DNV, responsable de auditar técnicamente las causas del colapso en un tramo de la L12 entre las estaciones Olivos y Tezonco?
Doña Claudia Sheinbaum fue pillada con los dedos entre la puerta por la difusión adelantada de parte del informe de DNV –que no el tercer informe formal, cuyo contenido se desconoce– y, severamente molesta, hasta denunció la presencia, en tareas de la empresa noruega, de Héctor Salomón Galindo quien fuera funcionario en la administración de Enrique Peña Nieto. Y acusó conflicto de interés. ¿Qué le parece?
Sheinbaum Pardo dijo que existe un conflicto de interés en el último informe del caso de la L12, contrario a lo que publicó DNV (Det Norske Veritas) en el documento que explica la causa-raíz de los hechos del 3 de mayo del año pasado.
Y, como es praxis desde Palacio Nacional, antes de permitir a DNV defenderse, doña Claudia dijo que desde hace unas semanas inició la rescisión del contrato con la empresa noruega a cuyo reporte calificó “deficiente, mal ejecutado, con problemas técnicos, tendencioso y falso”.
Incluso hasta pulsa demandar penalmente a la empresa porque, aduce, su tercer informe no cumplió con lo estipulado en el contrato. ¿Qué fue lo que no cumplió? ¿Qué contiene ese informe?
Y, bueno, bueno, la consentida del profesor alzó la voz, no como la arenga para apoyar al licenciado presidente en el Monumento de la Revolución, y sostuvo que, ¡válgame Dios!, su gobierno no permitirá que se lucre políticamente con el informe sobre el colapso.
No cabe duda que a la presidenciable Sheinbaum el panorama se le descompone y, como igual ocurre con Marcelo Ebrard, el caso de la L12 es factor que le afecta en la carrera por la sucesión presidencial, pese a que Su Alteza Serenísima la defiende rabiosamente.
Por cierto, no hay que perder de vista el incumplimiento en la oferta de que la L12 estaría en operación desde el año pasado.
Y como el tiempo corrió y se ha cumplido un año sin que haya responsables en prisión, sujetos a proceso penal, en mensaje difundido en redes, la jefa de gobierno se declaró partidaria de la “justicia restaurativa”, para que las empresas constructoras y responsables de las obras indemnicen a las víctimas.
¿Entonces? ¿No que ya erogaron más de cien millones de pesos en indemnizaciones? El atole se le hace engrudo a la jefa y ahora dice que en junio entrante comenzarán los trabajos de reforzamiento del tramo elevado de la Línea 12 del metro y la rehabilitación del tramo colapsado entre las estaciones Olivos y Tezonco, que pueden quedar listos este mismo año.
¿Pueden? Mire usted el tamaño del discurso de justificación: dijo la doctora Sheinbaum que la operación de la L12 iniciará “cuando sea seguro para los usuarios”. ¿Cuándo?
Pero, pero…
¿Por qué no asistió a la ceremonia luctuosa que se hizo en el sitio donde ocurrió el año pasado la tragedia? ¿Temor a la protesta de los deudos de los fallecidos y familiares de lesionados?
En la comodidad y seguridad, alejada del bullicio y de la falsa sociedad, en sus redes sociales envió un mensaje de solidaridad con las familias de los afectados y aludió a los trabajos realizados para la rehabilitación de la línea 12. ¿Y?
Salió con el rollo técnico sustentado en que “con un equipo de trabajo de primer nivel, se desarrolla un proyecto ejecutivo, el cual incrementa la resistencia de la estructura existente para cumplir con los nuevos requerimientos que salieron después del sismo del 2017 (…)”, y etcétera, etcétera, etcétera.
¡Ah!, pero faltaba más, se comprometió a que habrá justicia y se llegará a la verdad por lo ocurrido. Dijo que no habrá impunidad para los culpables, peeero. Se dijo partidaria de la justicia restaurativa para que las empresas constructoras y responsables de las obras indemnicen a las víctimas. ¿Y todo olvidado? ¿Por eso el ingeniero Carlos Slim asumió el gasto total de la reparación de la sección que se cayó y, en general, de toda la L12?
Lea usted lo que justificó la doctora Sheinbaum:
“Se establecieron procesos de reparación del daño, que consisten en indemnización económica a las personas lesionadas y familiares de personas fallecidas, entre otros apoyos. Hay procesos penales contra personas físicas y morales que aún continúan y algunas víctimas que han decidido seguir con sus juicios, están en su derecho”. O sea…
¿Impunidad y demagogia? ¿Politiquería es demandar justicia? ¿Politiquería es denunciar corrupción desde los tiempos de Marcelo Ebrard como jefe de Gobierno de la Ciudad de México y Mario Delgado responsable de las finanzas locales con las que se pagó la obra de la L12?
Politiquería es en la que incurre el denunciante, el licenciado presidente que lejos de garantizar aplicación de la ley a todos los responsable de aquella pésima obra de transporte público que devino en tragedia y que, incluso, desde su inauguración evidenció severas fallas.
“O sea, aquí lo que se tiene que concluir es lo de la responsabilidad, la reparación del daño, escuchar, mejor dicho, seguir escuchando, atendiendo, como lo merecen, los familiares de las víctimas, eso es básicamente”, dijo el licenciado López Obrador, Santo Patrono de los otros datos.
¿A poco no? Lea usted la defensa de Su Alteza Serenísima:
“Y tengo confianza porque la jefa de gobierno es una mujer sensible, Claudia Sheinbaum, y está haciendo su trabajo”.
Pero, ya entrado en gastos, el licenciado presidente se fue de frente contra sus críticos y los de, por supollo, de doña Claudia, comadre de Florencia Serranía.
“Desde luego –acusó Andrés Manuel I–, nunca faltan los politiqueros que quieren sacar raja con el dolor humano. Ya no estoy para dar consejos, pero si me lo pidieran les diría que no hagan eso, que no les ayuda, porque además de ser inhumano, de mal gusto, es muy ramplón, muy politiquero, que es también querer sacar ventaja del dolor humano. Eso no se debe de hacer, es un asunto moral”.
En esa línea, por tanto, la doctora Sheinbaum es politiquera que ha sacado raja con el dolor humano e incurrido en todo eso que cita Su Alteza Serenísima.
Pero, bueno, dice Andrés Manuel I que “los conservadores no son sensibles ni son inteligentes para cuestiones de atención con el pueblo. Como no conviven con el pueblo, están divorciados del pueblo, no saben de estas cosas”. ¿Doña Claudia es conservadora y politiquera? Digo.
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