“Acompáñame, porque puede suceder…” Rocío dixit*
MOISÉS SÁNCHEZ LIMÓN
¿Usted quiere que se peleen el licenciado presidente y la Princesa Caramelo?
¿Como para qué, si son políticamente la pareja ideal? ¿A poco no? Pero, el chisme lo escurrió Su Alteza Serenísima y ella dejó galopar la especie de que no pintaría su raya con él.
Ese es asunto elemental porque, si quieren continuar con esa interdependencia harto conocida, muy su regalado gusto. Y es que, dígame si miento, desde hace más de dos décadas, como cita la película de Juan Bustillo Oro, se les ha visto “Del brazo y por la calle”.
¿A poco no?
Para jóvenes y desmemoriados. Es la historia –década de los años 50 del siglo pasado– de la chica rica que se casa con el chico pobre. Usted ya sabe, como el sapo que se vuelve príncipe (monarca) y, ¡válgame la analogía de cuño reciente!, la corcholata era Princesa Caramelo.
El primero le entrega el poder a la segunda y, vox populi, él es el maestro, ella la alumna avanzada que se mimetizó, sobradamente, en campaña electoral y hasta el modito de hablar le cambió.
Pero, en serio, no se ría, porfis, ¿el licenciado Andrés Manuel cumplirá la máxima de la política de hacerse a un lado y no opinar ni meterse en los asuntos de plenipotenciaria incumbencia y responsabilidad de su sucesora?
Sí ya bailó, que se siente y se vaya a La Chingada, su franciscana finca en Palenque. Lo cierto es que, él no asume puntualmente la máxima ni la Princesa Caramelo lo admite.
Será mentís, pero he aquí que la doctora –a quien todo el mundo, hasta los que no le concedían la capacidad de curar un pulque, le ha encontrado mil virtudes—se niega a cortarse el cordón umbilical del Duce. Lea usted:
“Leía hoy en un periódico: Claudia debe pintar la raya con Andrés Manuel López Obrador, sería pintar la raya con el pueblo de México. ¡Nunca! Con el pueblo todo sin el pueblo nada (…) Por eso, somos uno, compañeros, somos una. Y de aquí en adelante, vamos a guardar el legado del presidente Andrés Manuel López Obrador (…)
“Les comparto lo emocionante que es caminar con él todos los fines de semana”, puntualizó la Princesa Caramelo en el acto con el que Morena celebró el 6º aniversario del triunfo de López Obrador en las urnas.
No cabe duda de que el licenciado Andrés Manuel ha sido puntual cliente de doña Ana Elizabeth García Vilchis en el gustado semanario “Quién es quién en las mentiras de la semana’”, pero no aparece como tal, porque, usted ya sabe, el pecho del Hijo Pródigo de Villa Tepetitán no es bodega y le importa un pito que lo que diga sean falacias. ¡Total!, es el dueño del poder.
El punto es que, el licenciado presidente asume que 65 millones de mexicanos y mexicanas que no son militantes ni simpatizantes del Consorcio Morena y Asociados, le creen todo lo que dice y promete, como quienes votaron por su consentida, a la que hoy llama despectivamente pelele.
Veamos. Un grupo de empresarias amlovers no representan, por mucho, a una corriente representativa de ciudadanos y ciudadanas que demanden a la Princesa Caramelo pinte su raya con Andrés Manuel ni mucho menos quienes apuesten porque ambos salgan de pleito.
En la mañanera, la colega Dalila Escobar, reportera de Proceso –quien por cierto debe soportar que, recurrentemente, López Obrador insulte y descalifique a la revista—le preguntó respecto de ese pintar de raya al que aludió la Princesa Caramelo y ¿hasta qué punto va a ser su retiro?
Sobre todo, sustanció Dalila, “por las declaraciones en torno a que va a acudir al llamado de la presidenta en cuanto entre en funciones, si es que así ella lo requiere, por supuesto. ¿En qué temas podría usted aceptar tener una conversación, una reunión, podía acudir a Palacio? ¿En qué términos usted estaría pensando que podría atender este llamado?”
Y aquí se teje el drama.
El licenciado presidente respondió: “los adversarios nuestros, que son muy elementales, muy obvios, quisieran que nos peleáramos, por eso hablan de pintar la raya. Se olvidan que la raya está pintada porque la Constitución establece de que el presidente de México, la presidenta de México, es electa por el pueblo y entra en funciones desde pasadas las 12:00 de la noche del día último de septiembre de este año, y yo paso a ser un ciudadano (…)”, refirió en la obviedad legal, pero no aludió al arreglo político, al evidente papel de cacique o jefe máximo que teje en el efectismo discursivo.
Pero, ahí le va lo interesante del drama. Nadie se lo planteó y asumió:
“Y ni yo soy cacique ni ella es pelele, somos compañeros. Y coincidimos porque defendemos la transformación que hemos iniciado millones de mexicanos. Eso es lo que hemos venido aclarando”.
Bueno, bueno, señoras y señores, a él sí lo han llamado cacique, desde la oposición y quienes no simpatizan con la 4T.
Pero a la Princesa Caramelo, él aplicó el adjetivo pelele. Oficializó la versión y, bueno, ni quien dude de que, como se cita en corrillos de toda naturaleza, él es el jefe, el cacique, ella es títere, pero ¡caray!, ¿de plano el sinónimo pelele?
O sea, ¿“persona que se deja manipular por otras” ?, despectivo que significa PELELE, sinónimo de bobo, idiota, simplón, mequetrefe. Es definición de la RAE; hay otras muy feas, pero lo dijo el culto Santo Niño Fidencio del Zócalo.
¡Recáspita, Taibo!
¡Ah!, pero completó el drama:
“Y en mi caso –reiteró Su Alteza Serenísima–, pues ya lo he dicho desde hace algún tiempo, yo me voy a retirar, me voy a jubilar, ya no voy a participar en la vida pública (…) ya no voy a replicar, cancelo mis redes sociales y me alejo de la vida pública, no vuelvo a participar en ninguna actividad pública, política (…)”.
—Entonces, ¿tampoco se asumiría como militante ya de Morena una vez dejando el cargo? –preguntó la colega.
—No –respondió, pues es que ya me voy a jubilar y voy a pedir mi licencia porque ya no voy a participar en ninguna actividad pública política.
Y hete aquí que le ganó el protagonismo:
–Mi presidenta es mi presidenta y la voy a respetar siempre. Y la estimo mucho, la admiro, porque es una mujer inteligente, es una mujer preparada, con mucha experiencia, muy buena como servidora pública, de buenos sentimientos y honesta; es una bendición para México.
Peeero…
“Entonces –dijo y no se ría, porfis–, si mi presidenta algún día quiere verme, claro que la vería, pero no va a hacer falta porque ella tiene mucha capacidad para enfrentar cualquier adversidad”.
O sea. Érase que se era el cacique y la pelele, papel que ella se niega a dejar y su tejedor de milagros le endilgó a partir de ayer, miércoles 03 de julio de 2024, oficialmente. Vaya dramón y con estos tenemos que arar. ¡Recontra, Drakko! Digo.
ATENCIÓN FRANCISCO CHÍGUIL FIGUEROA, alcalde de Gustavo A. Madero. Vecinos de la colonia Residencial Zacatenco urgen se atienda una fuga de agua potable que se registra desde hace un mes, frente al número 34 de la Calle Vicuña. Pancho, ya concluyó la campaña, ahora cumple a los habitantes de la GAM. Conste.
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*Composición de Augusto Alguero Dasca y Antonio Guijarro Campoy