MOISÉS SÁNCHEZ LIMON. Con el riesgo de lo que ello entraña, estuve tentado a titular esta entrega con la frase “Un conservador en cada hijo te dio…”
Porque usted estará de acuerdo con una enorme realidad: más que soldados hay un conservador en cada mexicano nacido en este bendito territorio que soporta y ha soportado de todo, y todo es todo, hasta un Duce que se comporta como Su Alteza Serenísima que, cual ánima en pena, recorre los pasillos de baldosas relucientes en Palacio rumiando rencores e imaginando escenarios de combate epistolar contra estos conservadores que se dan en racimo. ¿A poco no?
Pero, en la medida en que se aplica la sedicente política educativa en la 4T, la cancelación de programas de apoyo a la niñez mexicana ha puesto en riesgo el desarrollo de una generación entera de conservadores. Dígame si no.
¿Recuerda usted que poquito después de debutar en horario estelar y aparecer en el Zócalo con la promesa a flor de labios y la mano en el corazón, ya había protestado respetar y hacer respetar a la Constitución General de la República y las leyes que de ella emanan?
Bueno, eso fue el 1 de diciembre de 2018. ¿Y?
Pues resulta que de aquel día de vanidad azteca y el sonar de la caracola, ha pasado bastante agua bajo el puente de piedra y más mentiras que respiros presidenciales junto con el incumplimiento de atender prioridades de la población.
Y en ese ánimo, el licenciado presidente con la espada desenvainada rompió promesas y, una vez que se supo dueño del poder, desplegó el cobro de facturas, entre ellas la principal: la contrarreforma de las aprobadas durante el gobierno del culto Enrique Peña Nieto. Incluso se mofó de una de ellas y la calificó “la mal llamada reforma educativas”.
Poco o nada pudo hacer el primer secretario de Educación Pública, Esteban Moctezuma, en favor de los escolapios y se fue a trabajar en Washington como embajador de México en Estados Unidos. ¡Vaya!, ni siquiera se mudó con sus huestes a Puebla. Bien.
Antes de continuar, permítame referir: el título de esta entrega tiene su razón de ser por cuanto a aquel affaire provocado por la ira de la doctora Gutiérrez Müller, luego de que en las benditas redes sociales el hijo menor presidencial fue zarandeado con un apodo que, fuere lo que fuere, ya se le quedo de por vida.
“¡Con los niños no!”, urgió doña Beatriz y con justa razón. Pero, palo dado ni Dios lo quita, aunque la lección fue asumida por la vox populi de suerte que se ha evitado tratar casos con imágenes de menores de edad y casos de chiquillos y chiquillas.
Pero políticamente la frase ha servido para demandar respeto y justicia en asuntos de menores de edad, como fue el de las estancias infantiles que fueron cerradas por instrucción presidencial, bajo la acusación de que había corrupción en todas, es decir en más de 300 mil en el país, aunque nunca se mostraron pruebas fehacientes, salvo en algunos casos que fueron usados para generalizar.
¿Con los niños no? Bueno, bueno, ahí están los casos de niños con cáncer que demandaron atención y medicamentos, pero fueron acusados de golpistas, de confabular contra el gobierno de Su Alteza Serenísima para derrocarlo. ¡Válgame!
Y qué con la exigencia de vacunar contra el Covid-19 a menores de edad. ¿Con los niños no?
Una pregunta vale en todos estos asuntos en los que se ha acusado de mal uso de fondos públicos y, por ende, se retiraron los presupuestos. ¿Dónde está el dinero?, ¿quién o quienes fueron beneficiados con el presupuesto de las estancias infantiles?, ¿las señoras madres de familia?
Hugo López-Gatell ha sido cómplice del Duce Andrés Manuel I con el tema de las vacunas, él acuso a los nuños de golpistas y, en su momento, lo fue la secretaria del Bienestar, María Luisa Albores González, cuando desaparecieron las estancias infantiles, importándole un pito la suerte de miles de menores de edad y de madres solteras.
Hoy la mano ejecutora contra los niños y madres de familia que trabajan, es la ex candidata al gobierno del Estado de México, ex presidenta municipal de Texcoco, ex diputada federal, senadora con licencia que se gana la quincena como secretaria de Educación Pública en el gabinetazo de Su Alteza Serenísima Andrés Manuel I.
¿Por qué? Porque sin decir agua va, el pasado 29 de febrero publicó en el Diario Oficial de la Federación el acuerdo, un vulgar acuerdo con el número 05/02/2022 con las Reglas de Operación para La Escuela es Nuestra (LEEN) de este año que cambian radicalmente a partir de esa fecha y desaparece definitivamente el Programa Escuelas de Tiempo Completo que fue creado en 2008 con el objetivo de “mejorar la calidad de aprendizaje mediante la ampliación y uso eficiente del tiempo escolar de los alumnos”.
¡Vaya contrarreforma educativa! ¿Con los niños no?
Pues fíjese que la Organización Mexicanos Primero, una de estas organizaciones que le cuajan el hígado al licenciado presidente, la desaparición del Programa Escuelas de Tiempo Completo afecta de inmediato a 3.6 millones de niños estudiantes y a sus señoras madres que deben buscar una alternativa para no perder el empleo, por citar la mayoría de los casos.
¿Con los niños no?
De acuerdo con la Organización Mexicanos Primero, esta decisión afectará a 3.6 millones de estudiantes mexicanos menores edad, afectando los derechos de la educación y a la alimentación.
«Las escuelas de tiempo completo tenían la oportunidad de ser el vehículo para revertir la desnutrición y malnutrición, así como la recuperación de aprendizajes académicos y la salud socioemocional de niñas, niños y adolescentes», recuerda la Organización Mexicanos Primero. ¿Qué le parece?
¿Y la profesora Delfina Gómez Álvarez, secretaria de Educación Pública? ¿Por qué no informó del acuerdo? Puerilmente pensó que la decisión pasaría de noche, merced a la pandemia, sin duda porque un día después de publicado el acuerdo.
Grave que el licenciado López Obrador haya encubierto a la profesora que, en la mañanera de media semana prácticamente fue echada al ruedo para explicar y cantinflear.
“Miren –dijo a reporteros y mercenarios–, respecto a lo que es el tiempo completo, efectivamente,ahorita ese programa estaba dentro de La Escuela es Nuestra.
“Haciendo una valoración (¿valoración?, sin consultar a los padres de familia), sobre todo de tomar las necesidades que presentan las instituciones a través de las visitas que se han hecho, realmente todavía faltan muchas escuelas para poder mejorar las instalaciones básicas, que es agua, que son cuestiones de aulas, que son sanitarios, que eso era algo que se pedía y se reclamaba, y era un reclamo justo de tenerlo bien en el momento de regreso a clases; haciendo ese balance es algo que para nosotros es muy prioritario ahorita el darles la atención a esas escuelas que todavía esa necesidad, y por ello La Escuela es Nuestra ahorita se va a enfocar principalmente a que el recurso que se asigna para La Escuela es Nuestra sea ocupado para esa situación”.
Y continuó: “Sin embargo, se está haciendo en atención a algo que siempre ha preocupado, se está haciendo un análisis de cómo podemos precisamente trabajar el aspecto que estaba dentro de La Escuela es Nuestra, que era lo de tiempo completo y alimentación.
Sí sé que de momento puede causar alguna inquietud (¿alguna inquietud? ¡Sopas!) o, ¿por qué no?, alguna molestia (¿alguna molestia?), pero yo sí invitaría… A mí de momento me sorprende mucho el que se comente: ‘es que no se ve el programa del beneficio de La Escuela es Nuestra’.
Luego explicó lo inexplicable:
“Yo los invitaría a todos aquellos que dicen: ‘Es que no se ve’, que vayan a las comunidades más alejadas. A veces no se ve, pues porque no está en la capital, porque no está en los lugares en donde generalmente nosotros estamos de manera más directa. Pero si vamos a las comunidades más alejadas de Puebla, de Sonora, de Yucatán, de Chiapas, de Oaxaca, bueno, de toda la República, nos vamos a dar cuenta de cuánta necesidad tienen nuestras instituciones respecto a lo que es la infraestructura. Y no se trata de trabajos mínimos, sino de trata de atender situaciones prioritarias”.
Y bla, bla, bla.
Bueno, la profesora Delfina, por encima de la demanda de doña Beatriz Gutiérrez Müller de no meterse con los niños, tendrá que encontrar mejores explicaciones porque, por de pronto, aportó su grano de arena para evitar que las escuelas públicas y, en especial, la de Tiempo Completo sean generadoras de conservadores, fifí y golpistas.
Excelente estrategia, Andrés Manuel. ¿Con los niños no? Conste.
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