RICARDO SANHER. Tal y como si estuviera utilizando el método prueba-error, el Presidente López Obrador convocó a una segunda marcha que encabezó, pero en esta ocasión con el pretexto de la “soberanía energética” en conmemoración del 85 aniversario de la Expropiación Petrolera, aunque es vox populi que ésta se hizo en respuesta a la marcha convocada por la sociedad civil en defensa de la democracia, en defensa del Instituto Nacional Electoral (INE), que no en defensa de Lorenzo Córdova y Ciro Murayama, como se han afanado en asegurar los simpatizantes del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena).
El tabasqueño al parecer aprendió la lección que le dejó la pasada marcha que se llevó a cabo el 27 de noviembre de 2022, en la que miles de sus seguidores lo acompañaron en su recorrido desde el Ángel de la Independencia hasta el Zócalo capitalino, corazón de la ciudad de México y del que el Presidente se siente el dueño.
En esa pasada marcha la explanada central lució pletórica, al menos al principio, pues conforme transcurrió el discurso del tabasqueño la gente se fue retirando, por lo que casi para finalizar el evento el lugar presentaba grandes espacios vacíos, porque como muchos asistentes lo aseguraron, recibieron su “estímulo en cash” y se retiraron a los autobuses foráneos para que éstos no los fueran a dejar.
La cifra aproximada que le costó esta manifestación a los mexicanos ronda por ahí de los 1,500 millones de pesos, cantidad que es exorbitante para un acarreo por capricho presidencial, aunque hay algunos detractores que se esfuerzan en tratar de “legitimar el apoyo económico, la torta y el frutsi” a personas “ávidas de demostrar su apoyo al Presidente, pero que no cuentan con los recursos necesarios para hacerlo”. Así de patéticos sus intentos de justificar lo injustificable.
La marcha del domingo, que de algarabía por los 85 años de la Expropiación Petrolera o como la llama el Presidente por la defensa de la “soberanía energética”, no tuvo nada que ver, más bien se trató de mostrar el “músculo presidencial” con miras a la elección por la Presidencia de la República y la cual quedó a deber, pues el músculo se vio flácido porque a pesar de los esfuerzos del “experto en contabilidad” Martí Batres, quien aseguró que la plancha tuvo un aforo de 500 mil personas a pesar de los espacios vacíos que se percibieron, en automático hizo resaltar la diferencia de la marcha en defensa del INE, la cual se vio más numerosa y, según Batres Guadarrama, “sólo reunió a cerca de 200 mil”.
Y no podía faltar el toque burdo de violencia que es factor importante en las manifestaciones de las huestes morenistas, y esta vez el blanco fue la figura de la ministra presidenta Norma Piña, de quien en pleno Zócalo fue quemada una imagen con el regocijo de manifestantes que no imaginan los alcances de esta acción. O lo que es lo mismo: al pueblo pan y circo.
Para cubrir la inmensidad del acarreo de asistentes a la marcha que encabezó el Presidente López Obrador, se les marcó a los comités estatales y a los gobiernos morenistas una cuota de 400 mil “voluntarios”.
Sólo un dato más que deben saber los miles de mexicanos que festejaron la “soberanía energética”, Pemex es la peor empresa petrolera del mundo, las deudas de esta paraestatal rebasan los más de 108 mil millones de dólares y sus activos son de 96 mil 700 mdd. ¿De verdad hay algo qué festejar?
Una pregunta, señor Presidente, ¿usar el dinero de los mexicanos para esta exhibición de acarreo, que no de mexicanos convencidos, es o no un delito? Se le pregunta porque con esa doble moral con la que se maneja, no se sabe si porque el dinero de los mexicanos que se usa para sus caprichos entonces por obra y gracia del tlatoani se purifica y entonces es legal. Usted tiene la última palabra.