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RICARDO SANHER. De primera instancia no se visualizaba el porqué de tanto enojo que provocó en el Primer Mandatario de la nación el revés que significó el rechazo de su reforma electoral y por qué el empecinamiento de “meterle mano” al Instituto Nacional Electoral a como diera lugar, pero si vamos un poco al pasado encontraremos los motivos casi de alarma que presionan al tabasqueño para hacerse de la presidencia en el 2024.
Está a ojos vistos que la reforma electoral de López Obrador es un traje a la medida de los candidatos de Morena y por lo mismo un ultraje a la democracia y para que sus partidos satélites no se opusieran, dicha reforma elimina el renglón por el cual el Partido del Trabajo hace tiempo debió desaparecer y que es el alcanzar un mínimo del 3 por ciento en comicios federales para poder mantener su registro. Tan desesperados están en la Presidencia de la República que “pactarían con el mismísimo demonio” si éste les garantiza el triunfo en el 2024.
Pero se decía en el inicio de este artículo de opinión que se asomó el peine de los motivos que aprietan a os “cerebros” de la Presidencia y que son que los proyectos emblema del tabasqueño y a los cuales le colgó el letrero de “Seguridad Nacional” tienen fecha de caducidad, ,o que se resume a que si alguien del equipo del mesías tropical no se encuentra en el 2024 sentado en la silla presidencial, la cloaca se puede destapar con consecuencias funestas para todos los funcionarios de la 4 Transformación, quienes se han hecho con la ley un traje a la medida, no importando si se tiene que modificar la Constitución, todo por complacer al inquilino de Palacio Nacional.
Sólo de imaginar todo lo que etiquetaron desde Palacio como de “Seguridad Nacional”, se antoja demasiado qué digerir, porque si llega el momento se le podría equiparar a lo que sucedió cuando el grupo de hacktivistas conocido como “Guacamaya” dio a conocer parte del contenido que sustrajo de los archivos de la Secretaría de la Defensa Nacional. Se sabría, por ejemplo, información delicada de los proyectos que están a cargo del Ejecutivo como son los sectores comunicaciones, telecomunicaciones, aduanas, fronterizo, hidráulico, hídrico, medio ambiente, turístico, salud, vías férreas, ferrocarriles en todas sus modalidades, energético, puertos, aeropuertos y aquellos que por su naturaleza y complejidad se consideren prioritarios y estratégicos para el desarrollo nacional, como serían el tren Maya, el aeropuerto Felipe Ángeles y la refinería de Dos Bocas.
Desde esta óptica se dimensiona el concepto que tiene sobre la lealtad el Presidente López Obrador, quien sin el menor empacho clasifica a sus opciones como “corcholatas”, ya que precisamente para eso las quiere, para que de alguna manera tapen los estropicios que ha ocasionado su pésimo manejo del país.
Aquí sólo queda una pregunta y que sólo el tabasqueño tendrá que responder: ¿Quién de entre sus “corcholatas” Adán Augusto López, Claudia Sheinbaum o Marcelo Ebrard tendrá ese 90 por ciento de honestidad/lealtad y 10 por ciento de experiencia que sean suficientes para tapar esa cloaca que se antoja abismal?