RICARDO SANHER. Si los millones de seguidores del oriundo de Macuspana piensan que con la detención de Jesús Murillo Karam, ocurrida el pasado viernes 19 de agosto por la tarde, se comenzaría a desenredar la madeja que representa la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa y que daría sustento a la conclusión a la que llegó la Comisión de la Verdad y Acceso a la Justicia, instaurada a inicios del mandato de López Obrador, de que se trató de un “crimen de Estado”, será penoso que se den cuenta que se trata de puro circo mediático, resumido por el ex procurador General de la República al ser detenido: “No es penoso, es político”.
Y veremos por qué la declaración del ex funcionario fue tan cierta como asertiva, por todos los matices que se involucran y que por una u otra razón nadie ha querido ahondar, ni en el sexenio de Enrique Peña Nieto y menos aún en el de Andrés Manuel López Obrador, que como ha quedado claro, utiliza a muchos de los conocidos “dinosaurios” que formaban parte de los engranajes del otrora poderoso Partido Revolucionario Institucional.
Si desde un inicio el tabasqueño tuviera la intención de aclarar la desaparición forzada de los normalistas de Ayotzinapa y borrar la resolución de “verdad histórica” con la que el régimen anterior pretendió blindar este presunto asesinato, se hubiera tenido que “dar un balazo en el pie” porque recordemos que fue él quien dio el espaldarazo a José Luis Abarca Velázquez para que se entronizara como presidente municipal de Iguala y sentara ahí sus reales la organización criminal de “Guerreros Unidos”.
Otro de los presuntos involucrados en esta tragedia es el actual secretario de Seguridad Ciudadana de la CDMX, Omar García Harfuch, quien en ese tiempo fue jefe de la Policía Federal en Guerrero. También podría verse envuelto el actual secretario de la Marina de México, el almirante José Rafael Ojeda Durán, quien en esa época desempeñaba el cargo de comandante de la VIII Región Militar en Acapulco.
A todo lo anterior habría que añadirle la liberación de la ex secretaria de Desarrollo Social, Rosario Robles Berlanga, de quien habría que aclarar que estuvo en prisión por casi tres años y a quien no se le pudo formalizar juicio en todo ese tiempo y se le tuvo que absolver ya que no se contaron con las pruebas suficiente del delito que se le imputó por el sonado caso de la “estafa maestra”.
Y por si algo faltara a esta historia, se menciona que la detención de Murillo Karam fue tan al vapor, quizá por la inminente salida de Rosario Robles, que el encargado de esto no supo leerle sus derechos ni los motivos de la orden de aprehensión. Además que Marco Antonio Fuerte Tapia, juez de Control del Reclusorio Norte, tuvo que recriminar a los representantes de la Fiscalía por “no estar preparados” para la audiencia del ex Procurador.
Si esto no es un circo mediático no se sabe qué sea, ahí es donde toma fuerza la declaración de Murillo Karam en el sentido de: “No es penoso, es político”. Un comentario a este caso, si el detenido fue titular del órgano que lo detiene, no se quiere imaginar uno lo que sabe de sus mandos y quizá sea por eso el nerviosismo, tanto en su detención como en su presentación en el reclusorio, el tiempo lo dirá.