JAVIER ESQUIVEL DÍAZ. La tarde transcurría junto con la nueva normalidad que obliga la pandemia sanitaria, la cual, parece dar una ligera tregua a los habitantes de la Ciudad de México.
La gente caminaba por las calles del Centro Histórico con los rostros a medio cubrir con tapabocas y acompañados de los gestos que generan vivir en un año difícil económicamente, en el que la inflación eleva todos los productos y servicios.
No obstante, mujeres y hombres de todas las edades y condiciones monetarias buscaban comprar tímidamente productos de tiendas y comercios del primer cuadro capitalino para sus negocios, comercios o simplemente para su consumo personal.
Podríamos pensar que, con el panorama social y económico, los locatarios intentarían ser amables, educados y responsables con la clientela que visita o busca comprar en sus establecimientos; La lógica implica pensar que fuese así, que los comerciantes tomarían esas actitudes.
Sin embargo, no es así. Si bien no podemos generalizar ni medir a todos con un mismo racero, hay quienes no actúan con la decencia que implican los nuevos tiempos.
Los dueños, de origen asiático, del local 10 A del Barrio Chino negaron el acceso a una mujer en silla de ruedas. Impidieron el paso a sus instalaciones porque así lo consideraron, sin razón, sin lógica y con maltrato.
Ella, valiente sin victimizarse, con coraje y determinación exigió su derecho al respeto, a la dignidad y de no ser discriminada. Los propietarios y empleados mantuvieron su negativa: No pasar con silla de ruedas.
Con orgullo, con la frente en alto, empoderada y con voz firme, ella se retiró no sin antes de subrayarles y recordarles que en México se lucha por todos los medios para la eliminar dichas prácticas. Les recordó que hoy más que nunca se cuentan con instituciones fuertes que sancionan esas malas acciones y actitudes.
Seguramente, ella presentará su denuncia en tiempo y forma. Sabe que la ley garantiza y protege sus derechos. Que las instituciones tomarán muy en cuenta su exhorto.
Ella es una campeona paralímpica mexicana, orgullo de muchas personas no por sus logros deportivos solamente, sino porque también, desde la más alta tribuna de la nación, como legisladora federal, lucha por un México que garantice mejores condiciones de vida para toda la gente sin importar su condición física.
Esta historia, que mañana será una anécdota, hoy es un testimonio que nos comparte ella, nuestra campeona el cual, nos deja la interrogación en la mente de cuánta gente no es víctima de los maltratos y actos deleznables por su propia condición física y que no se atreven a denunciar y alzar la voz.
@javieresquivel