EL RINCÓN DEL GIRÓVAGO/ Entre narrativas y capital

La fábrica global del pensamiento

J. ALEJANDRO GAMBOA C.

Hay algo sutilmente inquietante en ver cómo el pensamiento colectivo se alinea con una serie de causas que, aunque legítimas en su origen, se convierten en plataformas coreografiadas por intereses que no siempre son visibles.

Con los años, me he dado cuenta de que muchos de los discursos que consumimos —sobre inclusión, diversidad, derechos animales o luchas identitarias— se nos presentan como espontáneos, “de abajo hacia arriba”, cuando en realidad muchos de ellos están montados sobre una infraestructura de poder económico, mediático y emocional cuidadosamente diseñada.

Uno de los grandes arquitectos de esta ingeniería social global es George Soros. A través de su fundación Open Society Foundations (OSF) ha destinado más de 32 mil millones de dólares en las últimas décadas para promover causas que él mismo considera pilares de una sociedad “abierta”.

La lista es extensa: derechos LGBT+, legalización de drogas, movimientos de justicia racial como Black Lives Matter, campañas proinmigrantes, grupos judiciales, medios independientes, e incluso protestas estudiantiles. Tan solo en 2020, Soros comprometió 220 millones USD para apoyar movimientos antirracistas en Estados Unidos, según Axios y AP News.

Sus redes de financiamiento llegan a más de 120 países, y aunque muchas de esas causas tienen una raíz justa —no lo dudo—, lo cierto es que su promoción masiva responde a una lógica de posicionamiento ideológico global.

El método: financiación directa a ONGs, cooptación de líderes sociales, creación de think tanks y, sobre todo, penetración emocional a través de los medios y redes sociales.

No se trata solo de apoyar causas nobles: se trata de moldear el marco mental desde el cual la sociedad interpreta el mundo.

El cine, la música, las plataformas como TikTok o Instagram, y las campañas de streaming han sido clave en esta estrategia. Se producen narrativas que conectan emocionalmente y que pronto se convierten en dogmas culturales. Las etiquetas como #LoveIsLove, #MeToo, #AnimalLiberation o #DisruptTheBinary no solo visibilizan luchas, sino que delimitan lo que es socialmente aceptable pensar, decir y sentir. Lo demás —las disidencias incómodas, las preguntas estructurales, las resistencias culturales locales— queda marginado, cancelado o etiquetado como retrógrado.

En nuestro país, muchas de estas causas han sido importadas con entusiasmo, pero sin contexto. La reforma de derechos animales que se celebró en 2024 —pionera en América Latina— fue precedida por años de campañas diseñadas en Instagram y YouTube, ferias veganas y conciertos financiados por fundaciones extranjeras.

Lo mismo ha pasado con el movimiento LGBT+, donde si bien hay una historia de lucha desde los años 70, la visibilidad mediática más reciente se ha canalizado a través de formatos “aprobados”: drag queens presentadoras, influencers de género fluido, campañas de consumo con bandera arcoíris… todo coreografiado para entrar en la lógica del mercado.

¿Y qué pasa con las causas que no tienen financiamiento externo ni estética viral? ¿Dónde están los medios que visibilicen a las madres buscadoras, las comunidades desplazadas por el narco, o los pueblos indígenas criminalizados por defender su territorio? La respuesta: no entran en el guion. No hay hashtag que los vuelva tendencia, ni Soros que los financie.

No escribo esto para desprestigiar luchas que respeto —muchas de ellas las vivo en casa, como padre y como ciudadano—, sino para abrir una grieta en el relato dominante. No todo lo que parece emancipador lo es. No todo lo que se etiqueta como inclusivo está libre de intereses.

La verdadera libertad no está en repetir slogans ni en obedecer emociones dictadas por campañas publicitarias con disfraz de justicia social. La verdadera libertad está en cuestionar quién financia las ideas que nos mueven… y qué ideas están siendo enterradas en silencio mientras aplaudimos la coreografía diseñada y financiada por otros.

Alex.gamboa.castillo@gmail.com

www.entresemana.mx

Check Also

EL RINCÓN DEL GIRÓVAGO/ “Que decidan otros” ¿el cáncer de la democracia mexicana?

J. ALEJANDRO GAMBOA C. No deja de provocarme una inquietud profunda el anuncio de las …