JUAN CHÁVEZ. Bien las concentraciones de ciudadanos en todo el país. Pusieron de manifiesto su descontento y reprobación a la reforma electoral de AMLO, que pretende eternizarlo en el poder.
Pero no bastan concentraciones y marchas. Es necesario ser provocativos, demostrar de qué lado está el auténtico poder: del lado de la ciudadanía o del “mañanero” de Palacio.
No propongo que se rompa la paz pública. Sí que se exija que una comisión de esa manifestación sea recibida por el presidente y que el diálogo con él sea enérgico y condicional: “Si no retira usted su “Plan B”, nos arroja al campo de la violencia”, advertirle, por ejemplo.
Tiene razón Rafael Cardona cuando afirma en su columna El Cristalazo que publica en La Crónica: “Si la marcha no produce votos, solo fue un desahogo”.
Y los desahogos cansan, aburren y se diluyen en el paso del tiempo.
Además, para ver el fruto de las marchas en votos, falta más de un año.
A cambio, López Obrador responde a los miles (¿o millones?) de manifestantes publicando en el Diario Oficial de la Federación las leyes secundarias, aprobadas ya por el Congreso, de su Plan B.
Lo hizo a la media noche del miércoles y demostró con ello temor, miedo a la ciudadanía que se opone a su reforma electoral.
¿Qué debió hacer esa multitud manifestante del domingo? Sencillo: plantar un grupo de resistencia ante el local del DOF y al ruido de las rotativas atacar, para frenarlas o impedir que el Diario Oficial saliera a las plazas públicas del país, que es el gesto formal de una promulgación que las concentraciones del domingo exigían que no se diera.
El “Plan B” de la reforma electoral, debilita al INE y al Tribunal Electoral, y desmiente que el #INE NO SE TOCA.
Jurídicamente, ya son leyes vigentes las seis que contiene el Plan B de AMLO. Ahora toca la Corte declararlas inconstitucionales y, de tal modo, respaldar el sentir nacional.
Las masas han jugado un rol importante en la historia moderna industrializada. Su aparición en la fase del capitalismo industrial generó inéditas dinámicas económicas y una profunda relación con la democracia. La democracia organiza el poder en torno a la libertad, la igualdad, la dignidad y el autogobierno que incorpora a las masas en sus prácticas… ¡siempre que sean sanas y no autoritarias! De ese modo, su marcada participación decisiva se nota en el derecho al voto, en los partidos políticos y en la participación activa ciudadana. Sin embargo, la sociedad de masas se reorganiza con los cambios tecnológicos y obliga al gobierno a nuevas formas de convivencia.
En México, para lamentarse siempre, no hay oposición. Los partidos PRI, PAN y PRD se guarecieron en la concentración del domingo para aparentar una fuerza que no tienen. La sociedad exige un líder o lideresa que la aglutine y determine el papel definitivo que ha de jugarse para poner en su lugar al presidente que ya cuenta con el aparato jurídico que lo convertiría en caudillo del siglo 21 para quitar y poner en la Presidencia a quien ciegamente obedezca sus dictados.