JUAN CHÁVEZ
Su enloquecida guerra arancelaria, que quiso transformar en acuerdos comerciales, virtualmente lo dejó bailando en la cuerda floja.
Ese es el resultado del frenético y delirante presidente Donald Trump en su intento por dominar al mundo financieramente… para volver a ubicar a Estados Unidos como la potencia que, según él, dejo de ser… por la acelerada salida de los capitales gringos a regiones de mano de obra barata.
¡No hay trato!, fue la respuesta fría del mundo a las promesas comerciales de Trump.
Trump buscó acuerdos comerciales con Europa y China, pero ambos se distanciaron y negaron avances en las negociaciones.
Trump pareció endurecer su política comercial mientras China y la Unión Europea lo rechazaban, señaló la AFP.
Las promesas de Donald Trump de asegurar acuerdos comerciales más favorables para Estados Unidos se enfriaron el jueves 25 de abril, cuando un ministro francés advirtió que un pacto con la Unión Europea aún está lejos y China insistió en que ni siquiera hay un diálogo abierto.
Desde que regresó a la Casa Blanca en enero, Trump desató una guerra comercial para forzar un cambio en lo que considera prácticas desleales y revitalizar la industria estadunidense.
Así, impuso aranceles del 10 por ciento a la mayoría de sus socios, incluida la UE, donde también rige una sobretasa de 25 por ciento al acero, el aluminio y los vehículos.
Pero Trump guardó sus golpes más duros para China, con un gravamen del 145 por ciento a los bienes del gigante asiático, a lo que la segunda economía mundial respondió subiendo al 125 por ciento sus tarifas aduaneras a los productos procedentes de Estados Unidos.
El mandatario estadunidense repite que quiere un acuerdo «justo» con Pekín.
Hemos estado reuniéndonos con China», dijo el jueves Trump, aunque no precisó quién participa en estas discusiones.
Lo cierto es que China desestimó un diálogo.
“Quisiera destacar que actualmente no hay negociaciones económicas ni comerciales entre China y Estados Unidos», declaró el portavoz del ministerio de Comercio, He Yadong.
El ministerio de Relaciones Exteriores de China también calificó de «falsas» la s informaciones de negociaciones en curso.
El miércoles, el secretario del Tesoro estadounidense, Scott Bessent, dijo a periodistas que los aranceles extraordinariamente altos tendrían que bajar antes de cualquier discusión, y enfatizó que Trump no hizo ninguna oferta unilateral para reducir las sobretasas aduaneras a los productos chinos.
Trump insiste en que logrará acuerdos rápidos con todos los socios comerciales.
Pero el ministro de Economía de Francia, Eric Lombard, advirtió el jueves en Washington que la UE y Estados Unidos distan mucho de eso.
No vamos a ocultar que aún estamos lejos de un acuerdo, dijo a periodistas, al margen de las reuniones de primavera boreal del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial.
Lombard, que se reunió esta semana con el principal consejero económico de la Casa Blanca, Kevin Hassett, y el secretario de Comercio, Howard Lutnick, y también vio a Bessent en un encuentro de ministros, destacó que los diálogos fueron «cordiales»… pero no efectivos para la gringada de Trump.
Trump fijó el 9 de julio como fecha límite para negociar con sus socios comerciales.
México y Canadá son objeto de tarifas aduaneras del 25 por ciento desde principios de marzo. Washington acusa a sus dos vecinos de no hacer lo suficiente para limitar la entrada de migrantes y fentanilo a Estados Unidos.
Estos aranceles aduaneros fueron posteriormente suspendidos en gran parte, pero México también se ve afectado por el 25% de gravámenes al acero y al aluminio, y por los recargos a los automóviles.
La Casa Blanca asegura haber sido contactada por 90 países y dice haber recibido hasta ahora 18 propuestas escritas de acuerdos comerciales.
La Casa Blanca intenta moderar el impacto esperado de ciertos aranceles sobre la industria estadunidense, que importa masivamente materias primas y componentes.
Un funcionario de la Casa Blanca dijo que se busca «racionalizar» los aranceles que afectan a la industria automotriz, enfrentada tanto a derechos de aduana sectoriales dirigidos a los repuestos como a aranceles al acero y al aluminio.
Con Pekín, el tono de Trump no parece precisamente inclinarse a la distensión.