JUAN CHÁVEZ. Estados Unidos está dispuesto a intervenir militarmente en Taiwán, si China trata de tomar la isla por la fuerza, declaró el presidente Joe Biden.
En respuesta, Beijing advirtió a Washington “no jugar con fuego” e instó a Biden a no herir, con acciones o desplantes narrativos, la paz mundial.
Estados Unidos está “usando la “carta de Taiwán” para contener a China, y se quemará”, dijo Zhu Fenglian, una portavoz de la Oficina de Asuntos de Taiwán del Consejo de Estado, a menudo descrito como el gabinete de China.
Cae a mi mente, aquel octubre de 1972, cuando Luis Echeverría, como presidente de México, acudió a la Asamblea General de la ONU para apoyar el ingreso a la organización mundial de la China Popular, gobernada todavía por el autor de la revolución cultural, Mao Tsedong y de paso exponer su teoría de la “indivisibilidad de la soberanía”.
Pugnaba México por la existencia de una sola China y la absorción de Hong Kong, Macao y Taiwán al comunismo de Mao.
Echeverría, en sus más de 100 años de vida, ha viajado 7 veces a China y en 1997 asistió al retorno pacífico de Hong Kong y Macao “a la madre patria”.
Entonces, declaró: “Sentí un arrebato de emoción al ver izar la bandera nacional de China en territorio hongkonés”
Pero China, añadió, todavía no ha unificado todo el país. “Confío en que se me invite a la ceremonia de transferencia de la soberanía de Taiwán a China; espero el día en que eso no tarde en llegar”.
Ahora, vuelven las fricciones por Taiwán, que está integrado a la ONU como país soberano, cosa por la que, con Estados Unidos, pugnó el México gobernado por Echeverría, traicionando su teoría de la indivisibilidad.
En 1972 planteó el expresidente longevo su doctrina de la indivisibilidad, cuestión en la que, como enviado de El Nacional, acredité mi oposición al director del periódico, licenciado Alejandro Carrillo Marcos.
–No envíes tu nota en esa línea, me ordenó mi director. No olvides que somos el periódico oficial.
–De acuerdo, señor, pero por lo menos concédame la publicación de mi personal postura en una breve columna aparte.
–Okey. Pero comiénzala con esta advertencia “Esta es mi opinión personal, y que no sean más de
10 líneas”.
La columnilla apareció, en marco, en primera plana, bajo el título: J. Ch. opina que Taiwán no será de China”.
En la oficina mexicana de prensa en Nueva York, mi criterio contra el de Echeverría armó gran revuelo al grado que Porfirio Muñoz Ledo, con algunos whiskies encima, trató de reconvenirme en seria discusión que tuvimos.
–¡Estás contra el Presidente!, me soltó.
–¡Nooo!, le respondí. Estoy contra la indivisibilidad de Taiwán. La isla jamás será de China. Es el pie derecho de Estados Unidos en el Asia comunista, como Rusia y China tienen también un pie en Cuba en América.
Acompañado de su jefe de prensa, mi amigo Leopoldo Mendívil, el entonces secretario del Trabajo, que era el cerebro de Echeverría, me insistió tercamente… hasta que cerré la conversación:
–¡Habla con mi director Porfirio!