JUAN CHÁVEZ. Tatiana Clouthier llegó a ser una pieza importante en el desbaratado tablero de ajedrez del hombre que gobierna a México sin saber mover las piezas políticamente.
Ella era el eslabón de la relación gobierno-empresarios y va a estar cañón que la desmejorada economía avance con los “otros datos” de un López Obrador necio y obcecado que no mide ni le importa que el Producto Interno Bruto avance.
El tabasqueño designó a la mano dura fiscal, Raquel Buenrostro, para llenar el enorme hueco que dejó Tatiana con su renuncia.
Buenrostro, la presentó AMLO como la nueva secretaria de Economía «porque ha tenido muy buen trabajo, no ha disminuido la recaudación”. Yo creo que lo que cuentan son los hechos y es una servidora pública ejemplar”.
La nueva titular de la SE tiene una maestría en economía, pero los empresarios no pueden olvidar que ella los correteó para que cumplieran con sus obligaciones fiscales, desde el SAT.
Lo más seguro es que no llegue a ser realidad la nueva política industrial que Tatiana planteó unas semanas antes de abandonar la secretaria de Economía.
También quedan colgadas de la brocha las consultas en el marco del TMEC y la reciente apertura de sectores en el marco del programa antiinflacionario.
La grosera negación del abrazo por parte del presidente da cuenta de las diferencias entre ella y la Presidencia, al margen de cuáles sean.
La coyuntura es muy inoportuna, pero además de las circunstancias del momento, están quedando sin resolverse los problemas estructurales que han aquejado a la economía de México desde hace años.
Uno de los factores estructurales que han afectado y afectarán a México es el deterioro de su competitividad.
Una de las instituciones más prestigiadas del mundo en la elaboración de ranking de competitividad es el Institute for Management Development (IMD), de Suiza.
En el reporte correspondiente a 2022, en una lista de 63 naciones que fueron analizadas, México aparece en el lugar 55.
Es la misma posición que tuvo en el año 2021 y retrocedió cinco lugares respecto al lugar 50 que tenía en el año 2019.
Como en casi todos estos análisis, hay fortalezas y debilidades para la competitividad mexicana.
Otro de los rubros en los cuales hay un enorme rezago, es en la legislación respecto a los negocios. Esto quiere decir que existe una gran cantidad de obstáculos legales y normativos para que funcionen los negocios en nuestro país.
Igualmente, entre algunos de los factores que pesan negativamente se encuentra la competencia del gobierno.
Los hombres de negocios encuentran funcionarios que tienen un nivel relativamente bajo para atender asuntos públicos.
Otro ingrediente es la falta de cultura en materia de investigación y desarrollo tecnológico. Pocas empresas y escasas instituciones se dedican a esta tarea.
No es sorpresa que otro de los factores negativos sea un ambiente legal que muchas empresas consideran incierto y poco efectivo.
México está muy lejos de los niveles de los líderes en competitividad, los cuales son encabezados por Dinamarca en la posición número uno, luego siguen Suiza, Singapur, Suecia y Hong Kong.
¿Podrá Buenrostro con el paquete de enderezar la economía?