JUAN CHÁVEZ. La carga de los 40 ladrones, adagio muy popular, sigue presente en Petróleos Mexicanos, luego de unas elecciones más o menos puras para elegir al nuevo dirigente sindical.
El Sindicato de Trabajadores de Pemex decidió, por una extensa mayoría de sus integrantes, mantener el “charrismo” sindical y entregar la vara de mando a Ricardo Aldana que fue tesorero del sindicato en los tiempos de dominio sindical de La Quina y de Carlos Romero de Deschamps.
Aldana se ha movido siempre en el lodazal llamado Pemexgate y en su larga carrera sindical ha arrastrado acusaciones de corrupción y autoritarismo sindical.
Todo ello no impidió que lograra un triunfo amplísimo. Obtuvo 44,983 votos, casi 10 veces más que el segundo lugar, Cesar Pecero, con 4,505 sufragios.
El desenlace está lleno de paradojas. El ganador es un líder charro y priísta, pero el resultado no disgusta al presidente López Obrador, porque en Aldana tendrá un interlocutor que puede garantizar estabilidad y disciplina sindical en una empresa que está en terapia intensiva. El proyecto del presidente para Pemex no tiene margen para tener problemas de gobernabilidad laboral.
Los riesgos por conflictos laborales no son un asunto teórico. En Palacio Nacional tomaron nota del paro de labores de los trabajadores de ICA Fluor en la refinería de Dos Bocas en octubre del año pasado. Fueron 5,000 trabajadores que interrumpieron sus actividades durante tres o cuatro días y prendieron alarmas. Si el paro se hubiera prolongado, se hubiera complicado aún más el cumplimiento de los plazos de la refinería. En esa coyuntura, el gobierno optó por “aliarse” con Ricardo Hernández Daza, un líder de extracción cetemista que garantizó la “solución” del conflicto sin escatimar rudezas tales como el uso de la fuerza en contra de los trabajadores que exigían cosas que por ley les correspondía. En este asunto no hubo votaciones, pero el Gobierno prefirió lo malo por conocido, el charrismo. Los sindicalistas independientes perdieron.
Ricardo Aldana es identificado como gente de Carlos Romero Deschamps, pero la relación entre ellos vive horas muy bajas. Aldana no era el candidato del ostentoso exlíder. Romero hubiera preferido a cualquier otro de sus cercanos, entre ellos Manuel Limón, que quedó como encargado del despacho a su salida en 2019.
Su jugada se volvió inviable, entre otras cosas por los estragos que provocó el covid en la salud de Limón.
¿Qué tan mala es la relación entre Romero Deschamps y Aldana? La respuesta admite matices. No está claro si el nuevo dirigente petrolero estaría dispuesto a facilitar investigaciones contra su antecesor. Tampoco está claro que el presidente y su equipo vayan por esa línea. Todo indica que la gobernabilidad del sindicato y la empresa están por encima del combate a la corrupción. El tiempo lo dirá.
¿Por qué los trabajadores petroleros prefirieron al charro que a los independientes? En la jornada electoral votaron 72,000 de los 89,000 con derecho a voto. Hay 189 quejas relacionadas con irregularidades, que implican coacción del voto. De cualquier modo, estamos ante una ventaja tan amplia que vale la pena tratar de entender la decisión de este colectivo. Una hipótesis razonable es que la mayoría de ellos prefiere que sigan las cosas como están. Ellos y ellas tienen unas condiciones de trabajo que son impensables para cualquier trabajador mexicano que no esté en el IMSS, la CFE o Pemex.
El contrato colectivo les otorga, entre otras cosas, 60 días de aguinaldo, apoyo para ortodoncia de sus hijos, 30 días de vacaciones anuales, después de cumplir 10 años en la empresa, con una prima vacacional equivalente a 207% del salario.
¿Pueden las cosas seguir como están en Pemex? ¿Podrá Ricardo Aldana colaborar a elaborar la productividad y reducir la corrupción? Es poco probable, mucho depende de la 4T. En más de un sentido, el líder del sindicato es más poderoso que el director de la empresa. La pregunta clave es: ¿Quiere el gobierno de AMLO un cambio de fondo en Pemex?