EL OTRO DATO/ Sheinbaum y AMLO, al punto del rompimiento

JUAN CHÁVEZ

En Sesión Extraordinaria del Consejo General del INE se reafirmó la victoria de Sheinbaum Pardo con 59.75 por ciento de los votos, es decir, un total de 35 millones 924 mil 519 sufragios.

A la par, Claudia, el jueves de la semana pasada, concitó al diálogo y el consenso con el sector inversionista, en un intento por frenar la caída de los mercados.

Inició el choque de titanes. Mientras la virtual presidenta Claudia Sheinbaum ha salido a tratar de frenar el alza en el dólar llamando a la calma, AMLO ha echado más leña al fuego reiterando que las reformas al INE y a la Suprema Corte van y nada las detiene.

Saturno está devorando a su hija, reza el proverbio universal.

La Bolsa Mexicana de Valores sigue nerviosa y el peso sigue cayendo. En tiempo récord el peso mexicano ha caído 8%. López quiere despedirse del gobierno dejándole a la nueva presidenta 18 reformas constitucionales que decapitan de un plumazo entidades fundamentales para generar pesos y contrapesos al poder.

Será, si se da,  un México distorsionado, sin los tornillos y tuercas necesarios para que sigan existiendo los pesos y contrapesos que limiten el ejercicio del poder, para mantenerlo amarrado a las instituciones que garanticen a la sociedad mexicana, el ejercicio de un México regulado por los órganos institucionales que el cirquero de Palacio quiere borrar de la incipiente democracia mexicana.

Ella, la mujer que será nuestra Presidenta a partir del 1 de octubre, busca tranquilizar a los mercados. Ha propuesto diálogo y consenso. Que haya parlamento abierto para que los mexicanos, los que votaron por ella y los que no, puedan exponer libremente sus opiniones y críticas a las 20 reformas, 18 de ellas constitucionales, que López quiere imponer y heredarle a su sucesora, y que significan un “México quebrado y marchito”.

La cifra con que el INE confirmó el triunfo de Sheinbaum, supera por dos millones 697 mil 917 votos al último registro en el Programa de Resultados Electorales Preliminares (PREP), donde, con 95.23 por ciento de actas computadas, la otrora candidata por la coalición Sigamos Haciendo Historia sumaba 33 millones 226 mil 602 votos.

Igualmente el INE destacó que Xóchitl Gálvez, quien fue candidata por la coalición Fuerza y Corazón por México, obtuvo 16 millones 502 697 votos, es decir, 27.45 por ciento del total.

AMLO quiere gobernar desde abajo y choca con Claudia Sheinbaum.

En 1990 Daniel Ortega (Nicaragua) perdió las elecciones ante Violeta Chamorro, la primera presidenta (democráticamente electa) en la historia de América Latina. Ortega juró que entregaría el poder, que aceptaría su derrota y dejaría que otros gobernaran. No lo hizo. Días después, con la plaza llena y gritando consignas, manifestó: “Vamos a gobernar desde abajo”. Es decir, desde las calles, el poder legislativo, las alcaldías y el ejército.

AMLO hace unos días dijo que se retiraría, que dejaría gobernar a Claudia, que no se interpondría entre ella y la voluntad popular. No lo hizo. En menos de 48 horas cambió su discurso y dijo que si lo necesitaban, que si ella se lo pedía, que si el pueblo lo convocaba… el caudillo siempre estaría allí.

Pero la Bolsa Mexicana de Valores sigue nerviosa y el peso sigue cayendo. En tiempo récord el peso mexicano ha caído 8%.

Las 18 reformas constitucionales que AMLO quiere imponer decapitan de un plumazo entidades fundamentales para generar pesos y contrapesos en el poder.

López Obrador podría repetir la fórmula de Fidel y Raúl Castro. Ambos tiranos simularon que se retiraban del poder, pero jamás lo hicieron, seguían gobernando desde abajo. Tras bambalinas y en las sombras. En otras palabras, eran el verdadero poder tras el trono.

Días difíciles para Claudia Sheinbaum y para México. La virtual presidenta de México tiene criterio propio, más de 35 millones de razones para creer que su mandato es legítimo y no heredado. Que su lealtad es para con el pueblo de México y no para con AMLO.

Si pierde Sheinbaum, pierde México.

Cuando un caudillo quiere medir su musculo político con su delfín no gana nadie. Generalmente las riñas internas suelen paralizar al país en el mejor de los casos y en los peores lo destruyen a pedazos. Nadie gana y todos pierden.

Sheinbaum parece estar consciente del papel que debe jugar en sus tiempos de candidata ganadora de la Presidencia de la República y aplicarle al mandatario que se va el 30 de septiembre a su rancho que él denomina La Chingada, la “llave china” para paralizarlo y recordarle que los mercados son el contrapeso implacable que el AMO necio, con pretensión de convertirse en dictador, no puede frenar, no puede hacer nada contra esa fuerza invisible que no se ve, pero que actúa en forma dinámica y obtusa contra el país y finalmente deteriora los bolsillos de los 140 millones de mexicanos que habitamos este país todavía libre y soberano.

Sheinbaum se desmarca de su mentor, pero con cautela. Su tono sobrio y conciliador, no se parece al discurso rencoroso y divisivo de su predecesor.

Ella parece estar jugando limpio, preocupada ya por el México que le toca gobernar porque así lo decidieron más de 35 millones de mexicanos en las urnas.

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