EL OTRO DATO/ ¿Sexo débil?

JUAN CHÁVEZ. Si fueron capaces de incendiar el portón del Palacio de Gobierno de Nuevo León, ¿qué pasaría si las mujeres decidieran tumbar un gobierno que no las quiere, no las entiende ni las comprende?

Sabemos que, en toda marcha de las mujeres, el llamado “bloque negro” de encapuchadas es el que pinta monumentos y destruye edificios y bancos.

Pero la inmensa mayoría se manifiesta pacíficamente y exige alto a la violencia e igualdad de género en todos los terrenos.

Pero los gobiernos hacen caso omiso de sus demandas, principalmente el que despacha en Palacio Nacional, donde AMLO tuvo que rememorar a su mamá un día antes y declarar que en su hogar dominaba el “matriarcado”, en un afán inútil de cambiar su postura antifeminista que lo convierte en tigre de las marchas del #8M conmemorativo del Día Internacional de las Mujeres.

La marcha del 8M en los 32 estados de la República se llevó a cabo de manera pacífica. En la CDMX, inclusive, las mujeres policías se sumaron a las manifestantes y con el puño derecho en lo alto, se unieron al grito de sus consignas.

Tal hecho es relevante y demostrativo que las mujeres manifestantes, reprueban al antifeminismo de “su jefa” que sigue puntualmente los pasos del “gran jefe”.

La convocatoria de las mujeres a las marchas en todo el país, superó a la del Tigre antifeminista de Palacio, aunque Martí Batres, secretario de gobierno de la CDMX haya fijado en “75 mil”, las mujeres que marcharon.

Fueron miles, muchos miles, las mujeres que pintaron de morado la ciudad para exigir un alto a la violencia contra ellas, porque al día se cometen 11 feminicidios en promedio.

El 8M se levantó en México como una defensa de la vida.

Frente a los llamados resabios del obradorismo, ellas gritaron “Con ropa o sin ropa, mi cuerpo no se toca”.

Además, como consigna mayúscula, en una cartulina se leía: “No queremos sobrevivir más; queremos vivir”.

Con pancartas y consignas como “Ni una más, las queremos vivas”, “Somos el grito de las que ya no están” y “Mujer, escucha, esta es tu lucha” las mujeres marcharon desde distintos puntos del país exigiendo la garantía de sus derechos y un alto a la violencia en su contra.

A modo de protesta algunas mujeres rompieron una piñata con frases como acoso, misoginia, violadores, machismo, autoritarismo, mientras lanzaban la consigna “El patriarcado es muy malo, es muy malo. Se parece al capital”.

Las vallas colocadas por el gobierno de la Ciudad de México para evitar daños en los inmuebles de la capital fueron pintadas con los nombres de las víctimas que han sido desaparecidas o asesinadas, e incluso con consignas que exigen justicia para estas mujeres.

En el 24 un o una feminista, ¿no más?, exigiría un grupo de las miles de manifestantes porque

las cifras de violencia contra las mujeres en los últimos dos años arrojan saldo negro contra ellas.

El 2021 fue el año con más feminicidios en la historia de México, al registrar 1,006, según el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública.

Dos años después, el panorama no ha cambiado: mujeres, niñas y adolescentes siguen siendo asesinadas, desaparecidas, violentadas en el espacio público y privado, y sin oportunidades para reducir la brecha de género.

Para desgracia, la pandemia ha abierto más la brecha de la desigualdad.

La tensión entre la anticuada visión presidencial y los nuevos movimientos sociales va a ser claramente un tema cada vez más conflictivo en Morena y sus aspirantes a la candidatura presidencial.

Otros días como el de ayer, con barreras y guardias, quizás cuesten millones de votos en 2024.

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