JUAN CHÁVEZ. Diario de Yucatán no mintió.
El presidente López Obrador, en su reaparición ayer miércoles vía un video filmado en Palacio, reconoció que tuvo un “desmayo transitorio” y que requirió una inyección de suero para subirle la presión.
El importante diario de la Península informó el domingo que el mandatario había sufrido un desmayo en un evento con militares, como parte de su gira por Yucatán.
El secretario de Gobernación Adán Augusto López afirmó que el presidente no había sufrido ningún desmayo y que su salud “es perfecta”.
Ayer el propio López Obrador reconoció que tuvo un “desmayo transitorio” y que requirió una inyección de suero para subirle la presión. Entonces, ¿quién mintió?
En estos días, según lo dicho por el propio López, reanudará sus actividades.
Pero ya no será a tambor batiente. Su salud, mellada con las enfermedades que padece y la tercera infección de covid, lo obligan a una mesura en sus actividades… a la que, por su propio infortunio, no está acostumbrado.
Pero la salud, presidente, es la salud. Y el primero que tiene que cuidarla, es uno. Nadie más hace algo por la salud propia, que es el bien más importante de la vida.
Por lo pronto –y aunque no lo reconozca–, hay planes de contingencia en Palacio.
Los planes de contingencia se han elaborado en forma de escenarios en Palacio Nacional y no tienen fecha de implementación, porque depende de la total recuperación de López Obrador.
La enfermedad del presidente, el covid-19 y la afección cardíaca resultado de ella, modificaron sustancialmente la hoja de ruta de la sucesión presidencial. Previo al fin de semana donde cambió todo el futuro, ya había habido un primer ajuste para que el proceso sucesorio se decidiera en agosto. Pero tras el incidente de salud del presidente el domingo, la estrategia evolucionó y se abrieron todo tipo de escenarios en el seno de Palacio Nacional para que en su momento puedan ser implementados.
Parte de ello quería exponerse a los gobernadores de Morena citados en Palacio Nacional, pero no se sabe si finalmente se lo plantearon. La reunión, programada desde hace 10 días, transcurrió formalmente como se había pensado, pero sin la presencia del presidente López Obrador, o de un mensaje videograbado, como algunos de los gobernadores habían sugerido la posibilidad la víspera.
El presidente reapareció ayer por la tarde mediante un largo video grabado en Palacio Nacional, donde retomó su acostumbrada narrativa de descalificación y tergiversación de los hechos.
El video del presidente ayudará a apagar el fuego que estaba creciendo por el mal manejo de crisis de su equipo, que se elevó cuando no apareció bajo ningún formato en la reunión de gobernadores, donde se había generado la expectativa –no deliberada, sino porque no supieron en Palacio Nacional cómo desactivarla– de que haría acto de presencia, aun cuando fuera mediante un video.
El encuentro con los gobernadores era importante, porque juegan un papel altamente significativo en los planes de contingencia.
La idea es reorganizar la operación territorial para las elecciones, y convertirlos en operadores estatales, sumándolos a los superdelegados del Bienestar, que se encargan de los programas sociales clientelares en cada entidad y de los padrones electorales. La estructura se prevé para la elección presidencial del próximo año, porque para los comicios en el estado de México, López Obrador responsabilizó desde hace varias semanas a ocho secretarios de Estado y colaboradores confiables en la entidad dividirse ésta por regiones para garantizar la victoria de Delfina Gómez.
Si atiende las instrucciones médicas, se espera que López Obrador vaya reduciendo de manera gradual el ritmo de trabajo.
De cualquier forma, conforme a uno de los puntos del plan de contingencia, descrito por uno de los involucrados, se abrió la posibilidad de que, por razones médicas, se diera un proceso ordenado de sustitución.
Las acciones planteadas en los escenarios elaborados en Palacio Nacional obligan a un adelanto de la sucesión. Morena tiene pensado emitir la convocatoria en julio para designar, mediante una encuesta, a quien abandere el partido. Según ese calendario, habrá una primera encuesta entre agosto y septiembre para depurar la lista de aspirantes, y tener, a más tardar en diciembre, una segunda encuesta que defina la candidatura. Ahora no hay nada claro, salvo la certidumbre de que el proceso se adelantará.
El cómo y a partir de cuándo dependerá de López Obrador. Su reaparición disipa la confusión y se recupera la certidumbre que generó la falta de una estrategia de comunicación y el pésimo manejo de crisis. La activación del plan está en sus manos.