EL OTRO DATO/ República militarizada, otra herencia

JUAN CHÁVEZ

La mayoría oficialista aprobó la adscripción de la Guardia Nacional al Ejército. Cuestión que impone a México el sello de República militarizada.

Además de las cerca 300 empresas del sector público que AMLO transfirió a las Fuerzas Armadas, traicionan el compromiso de López de “regresar a los cuarteles al Ejército y la Marina”.

De tal suerte, Claudia Sheinbaum gobernará un país militarizado.

¿Podrá gobernarlo? O lo gobernará el Ejército.

La Guardia Nacional nunca debió ser un órgano más de la secretaría de la Defensa Nacional.

Ahora, ya depende en su totalidad del Ejército, después de la aprobación de otra polémica reforma impulsada por el oficialismo.

La mayoría oficialista en el Senado mexicano aprobó una polémica reforma constitucional que traspasa la Guardia Nacional al control del Ejército, un cambio anhelado desde hace varios años por López Obrador y cuestionado por organizaciones, analistas y opositores por ahondar en la militarización de la seguridad.

Sobre el impacto en las políticas de seguridad, los analistas manifestaron dudas y reconocieron que la reforma solo llenará un vacío legal debido a que el Ejército desde hace años tiene control de la Guardia Nacional.

David Saucedo, analista de seguridad, dijo que “la reforma es la formalización de algo que existía de facto”.

El Senado de México aprobó el pase de la Guardia Nacional al mando de los militares a pesar de las críticas generalizadas de organizaciones humanitarias y expertos que sostienen que la reforma profundizará la militarización en el país.

Es la segunda reforma constitucional en dos semanas que da al presidente saliente, otra victoria días antes de su salida.

El 11 de septiembre, el Congreso de mayoría oficialista aprobó una polémica reforma judicial impulsada por él para la elección de los jueces por voto popular, lo que ha suscitado los temores de que se politice el poder judicial.

Cuando López Obrador asumió el cargo en diciembre de 2018, había esperanzas, alentadas por sus propios comentarios, de que enviaría a los militares de vuelta a los cuarteles tras muchos años de enfrentamiento con los poderosos cárteles de la droga. Ahora, al final de su sexenio, los militares no solo permanecerán en las calles, sino que también comandarán la Guardia Nacional de casi 130,000 efectivos.

Creada en 2019, la Guardia Nacional fue vendida a los mexicanos como una fuerza de seguridad civil bajo el control de la secretaría de Seguridad federal.

Hubo dudas de inmediato porque muchos de sus miembros provenían inicialmente del Ejército y la Marina, y su estructura de mando estaba formada en gran parte por militares recién retirados.

El gobernante promovió al inicio de su sexenio la creación de la GN como una fuerza civil que permitiría a los militares abandonar las calles en 2024. En su lugar, ha puesto a la Guardia Nacional bajo mando militar y ha ampliado la justificación legal para mantener a los soldados en las calles, hasta 2028.

“Es una regresión e implosión en términos tanto de seguridad como de derechos humanos”, afirmó la politóloga Ana Vanessa Cárdenas, investigadora del Observatorio de Asuntos Internacionales de la Universidad Finis Terrae de Chile.

Mientras que la policía está entrenada, en teoría, para ser una garante de derechos, los militares lo están para luchar contra enemigos externos que no tienen los mismos derechos que los ciudadanos, explicó.

“Me parece que este cambio, junto con lo que acabamos de ver de la reforma al Poder Judicial, deja en una total vulnerabilidad a los ciudadanos”, planteó Ana.

El senador Luis Donaldo Colosio, de Movimiento Ciudadano, dijo que dar a los militares el control de la Guardia Nacional en lugar de convertirla en una verdadera policía civil, normaliza la idea de que México tiene que estar bajo control militar para lograr la paz.

Para el analista de seguridad David Saucedo el cambio es la “formalización de algo que existía de facto”, pero no permitirá que el cuerpo sea más competente en labores de seguridad.

Saucedo expresó que la Guardia Nacional no ha sido efectiva para bajar los niveles de violencia porque su forma de operar es “nada más como presencia disuasiva, rondines y la instalación de cuarteles”. No investiga, no tiene inteligencia y ni siquiera enfrenta directamente a las células criminales, aseguró.

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