JUAN CHÁVEZ
Aunque el INE se adelantó como traidor a la Patria regalándole 2 senadores plurinominales a Morena en el Senado, queda el respiro de un solo voto para que los morenistas hagan mayoría constitucional y aprueben la reforma al Poder Judicial.
¿Quién será el nuevo Victoriano Huerta que traicione a la Patria?
A Morena y sus aliados les falta solo un voto en el Senado para asegurar la aprobación de la reforma al Poder Judicial.
¿Quién de la oposición les dará ese “regalo”?
Morena y aliados suman 85 votos en la Cámara alta y requieren 86 para hacer mayoría calificada y aprobar la reforma al Poder Judicial.
¿Quién será el traidor?
Morena ha ofrecido cifras millonarias por ese voto que le hace falta.
En ese voto se juega la existencia de la paz de México, con un Poder Judicial que sí, hay que reformar, pero no bajo las reglas del obradorato que con su reforma colmaría sus ansias de convertirse en dictador.
El juicio de la historia está en manos de ese voto que requieren Morena y AMLO.
En los pasillos del poder, se han alzado voces, cabildeos, y se sienten las presiones de intereses que trascienden las fronteras políticas. Pero al final, lo que está en juego no es una simple reforma. Lo que se decide aquí es el alma de la República y la independencia de sus instituciones.
Los ojos de una nación entera están fijos sobre sus representantes. No será solo un voto. Será un juicio sobre quién se mantuvo firme y quién, bajo el peso de promesas o amenazas, decidió traicionar a México.
El Senado está a punto de enfrentar uno de los momentos más críticos en la historia política reciente de México.
La reforma al Poder Judicial, impulsada por el presidente López Obrador, ha alcanzado la Cámara alta y requiere 86 votos para ser aprobada. La coalición oficialista tiene ya 85 votos asegurados. Solo falta uno más. Ese voto podría salir de las filas de la oposición, y con él, el destino del sistema judicial mexicano podría cambiar para siempre.
Un voto que marca la diferencia entre la República y la autocracia.
La situación es clara: un solo voto será la diferencia entre preservar la independencia del Poder Judicial o entregarlo al control del Ejecutivo.
En este momento, senadores de partidos como el PAN, PRI, Movimiento Ciudadano han jurado votar en contra de la reforma. Sin embargo, hay sombras de duda. Las presiones, tanto internas como externas, son intensas. En cada conversación a puertas cerradas, en cada llamado telefónico, se juega el futuro de México.
Si alguno de los senadores decide cambiar de lado, su traición no será solo política. Será una traición a la Constitución, a los principios que sostienen la democracia mexicana, y a los millones de ciudadanos que dependen de un Poder Judicial libre de la mano del Poder Ejecutivo.
Este voto no se olvidará. No será solo una anotación en el registro legislativo, será una marca indeleble en la conciencia de la nación.
La lección de la historia: la traición no se perdona.
La historia nos ha enseñado que los actos de traición no se disuelven con el tiempo; al contrario, se agrandan. Victoriano Huerta, recordado por traicionar a Francisco I. Madero, dejó una cicatriz en la historia de México.
Su ambición personal no solo destruyó un gobierno, sino que desató una cadena de violencia que sumió al país en años de guerra civil. Hoy, en 2024, los senadores que consideran ceder ante las presiones del poder deben recordar que la traición, aunque tentadora en el presente, será castigada con el peso de la historia.
El deber de un legislador es con el pueblo, no con las fuerzas políticas que buscan concentrar el poder. Los jueces deben ser imparciales, independientes, y tener la capacidad de actuar sin la sombra del Ejecutivo sobre ellos. La aprobación de esta reforma pondría en peligro ese principio, y México no puede permitirse retroceder hacia un estado en el que las decisiones judiciales respondan a intereses políticos y no a la ley.
Que nadie doblegue su conciencia, que nadie traicione a México.