JUAN CHÁVEZ
Aunque la Presidenta anunció abrir a la inversión privada al quebrado Pemex y a la Comisión Federal de Electricidad, no hay dinero para hacer frente al ambicioso plan de obras y aumento de salarios (haberes) a militares, marinos y elementos de la Guardia Nacional.
Habrá frustraciones, por supuesto.
Ya dio el banderazo a la construcción del tren México-Pachuca o mejor dicho el que comunicará a Pachuca con el aeropuerto “Felipe Ángeles”. Y un banderazo, hay que ser claros, no cuesta un centavo, la primera piedra como se acostumbraba en el neoliberalismo que apesta a los morenistas, incluida Claudia Sheinbaum, si cuesta: el valor de la piedra y el cemento.
Para el ambicioso plan de trenes que Claudia ha dado a conocer para su sexenio, los expertos estiman que se requerirá una inversión de dos billones de pesos, es decir, dos millones de millones de pesos.
Una cantidad que significaría la quinta parte de un presupuesto federal de 10 billones de pesos, si es que para 2025, el gasto público ya se plateará bajo esa suma.
La inversión para los tres mil kilómetros que el plan de Claudia contempla para los trenes, claro, está planteada para los seis años de su administración.
Ella, con un tino que no tuvo su antecesor, invita a la inversión privada a que participe en el programa.
También destaca la política energética. Si bien la nueva mandataria comparte la visión ideológica de que este sector debe estar dominado por el Estado a través de las dos empresas públicas (Pemex y CFE), ahora la prioridad será generar energías limpias, a precios bajos, para las actuales y futuras generaciones
En este tema se contradice totalmente con López Obrador que se mantuvo fiel a la quema de combustibles fósiles para la producción de energía.
Sheinbaum, en cambio, ha prometido un Plan Nacional de Energía que incluirá “un programa ambicioso de transición energética hacia fuentes renovables de energía, que contribuyan a disminuir los gases de efecto invernadero”. Esto sí es un cambio. AMLO le apostó a las energías fósiles, mientras que Sheinbaum, como se esperaba de ella siendo una científica que entiende los retos ambientales, está dando un vuelco hacia las energías limpias.
Esto acarreará una transformación en el tema petrolero. Reconoció que el objetivo de producir 3 millones de barriles diarios es “ambientalmente imposible”. En lugar de seguirle inyectando dinero a Pemex para encontrar más crudo y recuperar una producción que ha venido a la baja, ahora el Gobierno limitará la extracción a 1.8 millones de barriles diarios para el consumo nacional. Esto significa que México eventualmente dejará de exportar hidrocarburos y, más que nada, que su economía dependa del petróleo.
El otro ámbito donde se notan cambios sutiles es en la seguridad. Sheinbaum mantendrá el modelo de una Guardia Nacional militarizada (aunque ella rechaza esta caracterización), pero tratará de imitar el modelo exitoso que implementó en la Ciudad de México con Omar García Harfuch: Abatir la impunidad por medio de la inteligencia e investigación. Van por la coordinación, por un lado, con las autoridades estatales y, por el otro, al trabajo conjunto entre policías, fiscalías y juzgados.
Su plan de Gobierno es tremendamente ambicioso. Más programas sociales, incremento en los horarios de las escuelas, mejorar la salud pública gratuita, erigir un millón de viviendas, construir nuevos trenes de pasajeros, ampliar y bachear las carreteras, desarrollar y producir un automóvil eléctrico nacional, edificar y mejorar puertos, aeropuertos y teleféricos, dar acceso gratuito a Internet, expandir la línea aérea estatal (Mexicana de Aviación), sanear ríos contaminados, construir plantas de tratamiento y recicladoras, reforestar, tecnificar distritos de riego y otras cosas más.
Claudia comparte la visión estatista del lopezobradorismo. La convicción de que el Estado lo puede todo. El “pequeño” problema es que el Estado mexicano solo recauda el 17% del PIB de impuestos.
El programa de AMLO se financió con austeridad, la apropiación de los fideicomisos públicos y un incremento importante de la deuda. Este año electoral el déficit público creció hasta un 6% del PIB. Los márgenes de endeudamiento se han estrechado.
Claudia, por razones obvias, ya no puede recurrir a la retórica de que todas sus promesas se pagarán con ahorros de la corrupción del Gobierno pasado. La pregunta es obligada:
La cuestión ahora es con qué ¿Con qué dinero piensa financiar Sheinbaum su ambiciosa agenda de gobierno?
La Presidenta se comprometió a tener “una política fiscal responsable” y mantener “una proporción razonable entre deuda y PIB”. Pues a ver cómo cuadran las cifras con muchas promesas de gasto y poco dinero. Suerte con eso.