EL OTRO DATO/ Ni Niños Héroes ni Grito de Independencia

JUAN CHÁVEZ

Mañana, 13 de septiembre, formalmente dan inicio las Fiestas Patrias con la conmemoración de la batalla del Castillo de Chapultepec contra las tropas de Estados Unidos, y que tienen su punto máximo la noche del 15 de septiembre, con la celebración del Grito de Independencia.

La historia real es que no fueron niños los cadetes del H. Colegio Militar ni tampoco, la madrugada del 16 de septiembre en Dolores, Hidalgo dio grito de Independencia.

Pero la historia que nos enseñaron en la escuela, no es relejo real de lo que aconteció en las fechas patrias que los mexicanos celebramos el 13 de septiembre y el Grito de la madrugada del 16 de 1810 en Dolores Hidalgo.

Los niños héroes no eran niños. Eran jóvenes del Colegio Militar de 18, 20 y más años. Solo dos, eran menores, tenían 14 años.

Hidalgo dio el Grito en Dolores, pero no mencionó la Independencia en su arenga.

Él quería que México perteneciera a la corona española y por eso, arengó a Fernando VII, en ese entonces rey de España, aunque cautivo de Napoleón III.

En el atrio de la capilla en Dolores Hidalgo, antes solo Dolores, el cura Miguel Hidalgo profirió esta arenga:

“¡Mexicanos, viva México!, ¡Viva la Virgen de Guadalupe!, ¡Viva Fernando VII! y ¡Muera el mal gobierno!”.

De todas formas, este 215 aniversario del considerado Grito de Dolores, revestirá histórica importancia. Será la primera vez que una mujer, la presidenta Claudia Sheinbaum, arengue a los héroes de la lucha de Independencia que duró once años.

Ella, después de la proclama independista y de tremolar en Lábaro Patrio, hará tañer la campana de Dolores, también conocida como Esquilón San José, que fue fabricada el 28 de julio de 1768 en bronce y tiene una altura de 1.77 metros, un diámetro de 1.09 metros y 11 centímetros de espesor.

Luis Echeverría, en su mandato presidencial, trasladó la campana a la parte alta del balcón central de Palacio Nacional y dispuso que una copia fiel de la misma, fuera colocada en la iglesia de Dolores Hidalgo.

El Grito de Dolores es considerado una de las “ceremonias oficiales de mayor solemnidad” y es uno de los cuatro días del año en que el jefe o jefa del Ejecutivo federal en turno está obligada (o) a usar la banda presidencial, según el artículo 35 de la Ley sobre el Escudo, la Bandera y el Himno Nacional, que señala claramente la obligación de portar la banda presidencial en cuatro eventos:

En la transmisión del Poder Ejecutivo federal.

Al rendir anualmente su informe ante el Congreso de la Unión.

En la conmemoración del Grito de Dolores, y

En la entrega de cartas credenciales de los embajadores.

La celebración del Grito en 1854 tuvo un carácter más solemne de lo habitual, ya que por primera vez se entonó el Himno Nacional Mexicano que había ganado el concurso un año antes, convocado por Antonio López de Santa Anna.

El gobierno dispuso todo lo necesario para estrenar la obra el 15 de septiembre en el Teatro Santa Anna (después Gran Teatro Nacional). La interpretación estaría a cargo de una compañía de ópera italiana que se encontraba en México, dirigida por el maestro Giovanni Bottesini, con las voces de la soprano Claudia Florentini y del tenor Lorenzo Salvi.

Llegó la fecha esperada y el presidente Santa Anna no llegó al teatro, pero el evento no se suspendió y el público escuchó el Himno Nacional. Sin embargo, el estreno no se consideró un acto oficial y se repitió al día siguiente, ahora sí con la presencia del caudillo. En la ocasión el tenor Salvi fue acompañado por Balbina Steffenone.

La imagen del sacerdote de la Nueva España en pie de lucha con un estandarte de la Virgen de Guadalupe se ha popularizado como el símbolo de la independencia de México, pero, ¿quién fue realmente Miguel Hidalgo?

Lo cierto es que Hidalgo solo estuvo presente en el primer año de la lucha de independencia que duró una década. Si bien, tuvo que ver en la toma de la Alhóndiga de Granaditas, que está llena de símbolos, como el del Pípila, un hombre que, cargando una losa en la espalda, esquivó las balas para prenderle fuego a la puerta, en realidad no fue quien arengó por la independencia de México.

Guanajuato, en aquellos años una Intendencia, era una de las regiones más adineradas de la Nueva España, por lo que las familias más poderosas se habían refugiado en la Alhóndiga, protegidas por el ejército de la Corona española.

La toma del lugar por parte del pueblo, arengado y encabezado por Hidalgo, fue una de las victorias más significativas del inicio de la lucha independiente.

Sin embargo, reitero, lejos de la independencia, Hidalgo quería defender al rey de España que, en 1808 había cedido sus derechos sobre España y las Indias a Napoleón Bonaparte quien, a su vez, había entregado el control de la región a su hermano José Bonaparte.

En realidad, fue este hecho el que dio origen a los primeros cuestionamientos de las colonias del poder del reino y la conveniencia de pagar créditos y préstamos, que había ordenado el nuevo gobierno francés.

La idea de autonomía de las colonias, comenzó a popularizarse, sobre todo entre las jerarquías que habían perdido sus privilegios, entre ellos, los clérigos.

Fue Querétaro y no Guanajuato, el lugar donde se gestó la independencia

Aunque la primera conspiración para conseguir la autonomía surgió en Valladolid, fue en realidad la casa de los Corregidores Miguel y Josefa Ortiz de Domínguez, en Querétaro, el punto de encuentro personajes como Ignacio Allende, Juan Aldama e Hidalgo.

Ahí se planeó la insurrección que, en un inicio, se daría en diciembre de 1810, pero una traición obligó a que se adelantara para el domingo 16 de septiembre, en que, en lugar de misa, Hidalgo llamó a los asistentes a levantarse en armas contra “el mal gobierno”.

Los pobladores se fueron sumando, formando un ejército insurgente que fue conquistando diferentes ciudades hasta llegar al Monte de las Cruces, afuera de la capital, en donde Hidalgo ordenó la retirada tras no conseguir entrevistarse con el virrey, Francisco Xavier Venegas.

Fue en ese momento cuando Allende, en total desacuerdo con Hidalgo, volvió a Guanajuato con un aparente triunfo, proclamando la abolición de la esclavitud, el tributo indígena y los estancos. Declaró el uso de las tierras indígenas para uso exclusivo de sus dueños y permitió la ejecución de prisioneros españoles

La lucha armada no duró mucho. Aunque numeroso, el “ejército” insurgente estaba formado por campesinos armados con machetes y garrochas, sin formación militar ni conocimiento de batalla. Para enero fueron prácticamente disueltos.

Allende, Aldama e Hidalgo se trasladaron al norte para conseguir financiamiento, armas y un ejército real, pero fueron traicionados, apresados, juzgados y sentenciados a muerte en Chihuahua.

Después de la muerte de los primeros insurgentes, fue José María Morelos y Pavón, también sacerdote, quien continuó la lucha con un ejército en el que se incluyeron personajes clave como Nicolás Bravo, Hermenegildo Galeana, Mariano Matamoros, Manuel Mier y Terán, Guadalupe Victoria y Vicente Guerrero.

De relevante integrante del ejército de Morelos, destacó Ignacio López Rayón, que fue el primero, en 1812, en retomar el Grito de Dolores, con un sencillo acto en el pequeño poblado de Huichapan, en el hoy estado de Hidalgo y la idea precisa de que se conmemorara cada año.

Tras conquistar gran parte de la región sur de lo que después sería México, Morelos convocó en Chilpancingo, Guerrero al primer Congreso Independiente en 1813, en el que expuso el documento “Los sentimientos de la nación”, que sería, junto con la Constitución de Apatzingán, la base de la Carta Magna que se redactaría años después.

Pero Morelos tampoco vio consumada la Independencia, luego de ser apresado y fusilado en 1814.

La verdadera Independencia de México

Lo cierto es que la lucha terminó cuando Agustín de Iturbide, integrante del propio ejército realista, se posicionó a favor de la autonomía de México y la propiedad privada, pero en contra de las revueltas.

Iturbide invitó a Guerrero a unirse a su causa para buscar la independencia por vía pacífica.

Guerrero lo reconoció como el primer jefe de los ejércitos nacionales y el 24 de febrero de 1821 se proclamó el Plan de Iguala para consumar la lucha. Siete meses después, el 27 de septiembre, se simbolizó el acuerdo con la entrada del ejército Trigarante a la Ciudad de México.

Respecto a los llamados Niños Héroes hay que decir que Juan Escutia no se arrojó con la bandera.

La hazaña atribuida a Juan Escutia la hizo Margarito Zuazo y no ocurrió en la batalla donde cayeron los Niños Héroes como cuenta la historia.

El 13 de septiembre de 1847 seis jóvenes cadetes del Colegio Militar murieron en el Castillo de Chapultepec luchando contra la invasión por parte del ejército estadounidense. A partir de entonces, la historia oficial pasó a recordarlos por su valentía como “los Niños Héroes “. Y si bien tanto la existencia como el heroísmo de Juan Escutia, Juan de la Barrera, Fernando Montes de Oca, Agustín Melgar, Vicente Suárez y Francisco Márquez son incontrovertibles, lo cierto es que alrededor de su gesta se han construido mitos que deben ser derribados en aras de honrar su verdadero rol y el de otros soldados y cadetes que participaron en la batalla.

Diversos historiadores aseguran que, si bien los cadetes fueron verdaderos héroes, la historia oficial fue aderezada con mitos para convertirlos en símbolos del nacionalismo mexicano. Datos como las edades de los Niños Héroes y sobre todo el relato de Juan Escutia lanzándose del Castillo de Chapultepec han sido exagerados y deben ser puestos en contexto.

Para contextualizar lo que realmente ocurrió el 13 de septiembre de 1847 hay que empezar por contar que los Niños Héroes combatieron junto a alrededor de 800 soldados mexicanos y otros 41 cadetes. Su heroísmo radica en que no solo lo hicieron voluntariamente, sino que además enfrentaron a más de 7000 elementos del ejército estadounidense comandado por Winfield Scott.

Pero ¿por qué los jóvenes son los más recordados entre todos los 600 mexicanos que murieron en la batalla? En efecto: esto se debe en parte a su heroísmo. El ataque al Castillo de Chapultepec duró más de 24 horas durante las cuales cerca de 400 soldados mexicanos integrantes del Batallón Toluca desertaron. No así los integrantes del Batallón de San Blas y 47 cadetes del Colegio Militar, quienes se quedaron a combatir.

Como bien apunta el historiador Alejandro Rosas:

“No tenían la obligación de permanecer en el Castillo por su condición de cadetes y decidieron quedarse voluntariamente […] con escasas provisiones y pertrechos militares, resistieron el bombardeo de más de un día, bajo el fuego de la artillería enemiga que hacía cimbrar Chapultepec entero”.

“Cada 13 de septiembre cuando en la ceremonia cívica se escucha el grito: ‘¡Murió por la Patria!’, habría que pensar en todos los caídos y no sólo en los niños héroes”, considera Rosas.

¿Qué tan niños eran los héroes?

Otro dato del que no se suele hablar tanto es que en su mayoría los Niños Héroes eran adolescentes o jóvenes adultos. Solo 2 de ellos, Francisco Márquez y Vicente Suárez, eran menores de edad. Ambos tenían 14 años. El resto tenían lo que actualmente se considera como mayoría de edad. Agustín Melgar y Fernando Montes de Oca tenían 18 años. Por su parte, Juan de la Barrera tenía 19 y Juan Escutia 20.

Juan Escutia no se lanzó con la bandera

Pero algunos investigadores coinciden en que el mayor mito en torno a la historia de los niños héroes es la supuesta acción de Juan Escutia, quien al verse acorralado se habría envuelto en la bandera mexicana y lanzado desde el Castillo de Chapultepec para evitar que los estadounidenses capturaran el lábaro patrio.

Sin embargo, Alejandro Rosas asegura que Juan Escutia no murió al lanzarse del castillo, sino que fue asesinado durante su intento de escapar del mismo:

“Escutia no murió por un salto ni envuelto en una bandera. Cayó abatido a tiros junto con Francisco Márquez y Fernando Montes de Oca cuando intentaban huir hacia el jardín Botánico. La bandera mexicana fue capturada por los estadounidenses y fue devuelta a México hasta el sexenio de José López Portillo.

En lo anterior también coincide el cronista, escritor y divulgador Enrique Ortiz García, quien añade que la bandera mexicana capturada en Chapultepec permaneció durante más de un siglo en la academia militar estadounidense de West Point.

No obstante, el mito de un mexicano lanzándose con la bandera en un acto heroico no es totalmente infundado.

Margarito Zuazo, el mexicano que sí se lanzó con la bandera de México.

Ortiz García agrega que la historia oficial acerca de Juan Escutia “es un mito basado en la gesta de Margarito Zuazo”.

Pero, ¿quién fue Zuazo y qué hizo? Se trata de un teniente que también combatió ante la invasión estadounidense, pero no en el Castillo de Chapultepec. Zuazo combatió en Molino del Rey 5 días antes de la muerte de los Niños Héroes.

De acuerdo con Salvador Rueda Smithers, fundador del Museo Nacional de Historia, lo hecho por Zuazo “es el origen de la leyenda histórica que después se atribuye a uno de los cadetes del Colegio Militar”.

Me fui largo. Pero más largo fue el presidente Miguel Alemán que metió los mitos a los textos de historia en la enseñanza de los escolares.

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