JUAN CHÁVEZ
México es una democracia a punto de caer.
Su defensa viene del exterior. Estados Unidos y Canadá, por vía de sus embajadores, manifiestan su preocupación por la reforma judicial que el cirquero de Palacio quiere que le aprueben las cámaras del Congreso en septiembre.
Ayer domingo, el periódico estadounidense The Washington Post publicó un artículo de su consejo editorial titulado: “El estado de derecho en México está en peligro. Estados Unidos tiene razón al intervenir “, y agrega el periódico que los intentos del presidente López Obrador, de someter al Poder Judicial amenazan la economía norteamericana, así como a la democracia de México.
En su publicación el Post recordó que el jueves pasado, el embajador de Estados Unidos en México, Ken Salazar, publicó una declaración en la que lamentaba el plan de López de someter al poder judicial mexicano imponiendo una reforma legislativa antes de que termine su mandato el 30 de septiembre.
Salazar señaló que el plan representaba “un riesgo importante para el funcionamiento de la democracia en México”.
Hoy quiero recordar las frases de dos expresidentes, que muchos -y me incluyo- tildamos de locos cuando las pronunciaron, pero el tiempo les ha dado la razón.
“Es un peligro para México”, fue el eslogan de la campaña presidencial de 2006 de Felipe Calderón, quien así alertaba ante la posibilidad de que López Obrador ganara la elección.
Para Enrique Peña Nieto, la preocupación era clara: si AMLO llega a la Presidencia, México podría retroceder, padecer una crisis social y económica parecida a la que se vive en Venezuela.
Hoy, a 35 días de que finalice su gobierno, López Obrador ha demostrado sólidamente que sí era un peligro para México, como alertaba Calderón. Y que la preocupación de Peña Nieto estaba fincada en un temor real; hoy México se encuentra en franco retroceso y cada día más parecido a lo que es Venezuela.
El viernes, de un plumazo, la Comisión de Puntos Constitucionales de la Cámara de Diputados desapareció a siete órganos autónomos; la Comisión Federal de Competencia Económica (Cofece); el Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT); el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval); la Comisión Nacional de Hidrocarburos (CNH); la Comisión Reguladora de Energía (CRE); el Sistema Nacional de Mejora Continua de la Educación y el Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (INAI), y órganos autónomos de los estados.
Eliminaron, así, contrapesos que son necesarios para el equilibrio en los países desarrollados y las democracias.
El acuerdo de la comisión habrá de ser ratificado seguramente en el primer pleno de la nueva Legislatura que debuta el 1 de septiembre. López tiene prisa; se le acaba el tiempo.
El régimen que arranca el 1 de octubre será populista y dado que el cirquero de Palacio estará ya convertido en el jefe del Maximato que terminará de construir en septiembre, cabe preguntar si Sheinbaum realmente será presidentA o simplemente regenta.
Además del nuevo nerviosismo de los mercados e inversionistas extranjeros por el tema de la sobrerrepresentación oficialista en la Cámara de Diputados, vino también el endurecimiento de la postura del embajador de los Estados Unidos en México, Ken Salazar, en contra de que los jueces y magistrados sean electos por voto directo, que es el planteamiento central de la iniciativa lopezobradorista, y que defiende la presidentA Claudia Sheinbaum.
Por lo que toca a la reforma judicial, el tono discordante del representante del gobierno de los Estados Unidos vino luego del cuarto día del paro nacional de trabajadores del Poder Judicial de la Federación, y del segundo de jueces y magistrados federales, que también ha minimizado el presidente desde su púlpito mañanero.
En los últimos días se han sumado otras voces: 17 asociaciones de industriales de Estados Unidos mandaron una carta al secretario de Estado, Antony Blinken; la calificadora Fitch advierte de los riesgos para la calificación crediticia de México por la reforma judicial; el banco de inversión, Morgan Stanley redujo la ponderación de México en su portafolio; Citibanamex en una nota especial dice “nuestros pronósticos macroeconómicos implican un debilitamiento de las variables principales, pero toman en cuenta que los inversionistas parecen estar subestimando los riesgos del nuevo escenario político”.
Lo más importante no está en el valor del peso frente al dólar. Habrá que estar pendiente de los números de inversión y creación de empleos. Revisar qué pasa en la balanza de capitales y verificar si está saliendo dinero de México. Si el nuevo escenario mexicano no les gusta, los empresarios harán sentir su malestar con algo más que declaraciones. Así pasó en otros finales de sexenio.
¿Cuánta vitamina le quitarán al nearshoring los cambios constitucionales? Las opiniones del embajador de Estados Unidos hay que leerlas en el contexto de la revisión del T MEC, que será en el 2026, pero también hay que ponerlas en la perspectiva del proyecto de relocalización de empresas estadounidenses que ahora están en China.
AMLO no se quiere ir a la manera de los tecnócratas y quiere un final apoteósico para su sexenio.