EL OTRO DATO/ Más allá del 2024

JUAN CHÁVEZ. Habrá tropezón económico este 2023.

No será un año cómodo. Es el quinto del sexenio lopista, con juego abierto de las corcholatas de Palacio y las campañas por las gubernaturas del estado de México y Coahuila, bastiones últimos del PRI, que se antojan violentas.

Después de este 2023, le quedarán a López Obrador 9 meses en su cuarta transformación (trasnochada diríamos). Su triste e irresponsable mandato expirará a las 12 de la noche del 30 de septiembre.

El sucesor o la sucesora se enquistarán la banda presidencial el 1 de octubre que será la nueva fecha del inicio de los sexenios y ya no el 1 de diciembre.

Por eso acelerará el paso en los afanes de desaparecer el Instituto Nacional Electoral (INE) y otras instituciones autónomas.

La Suprema Corte de Justicia de la Nación, estrenando por vez primera presidenta, será el valladar con que tropezará.

No mirará más allá del 2024, aunque pretenda investirse como dictadorzuelo.

Por lo pronto, tras la derrota en la Corte, tuvo que aceptar el desprecio del presidente de los Estados Unidos de aterrizar en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México y no en su inútil AIFA construido a troche y moche por el Ejército.

Biden, con Trudeau, primer ministro de Canadá, asistirán el 10 de enero a la décima Reunión Cumbre de Norteamérica.

En el año que comienza cosecharemos lo sembrado: inestabilidad política, con las consecuencias que ello puede traer para la economía.

El nubarrón que puede ahuyentar o posponer decisiones de inversión es político. La inseguridad y la batalla por el INE y sus consecuencias en la democracia mexicana están atravesadas por una visión política que puede desalentar la economía y el desarrollo del país.

El nombramiento de la ministra Norma Lucía Piña como presidenta de la Corte es sin duda una buena señal en cuanto a la independencia del Poder Judicial y por lo mismo hace pensar que algunas de las reformas electorales, aprobadas sin ver por los diputados y avaladas con algunos parches por los senadores, no pasarán el corte constitucional.

Los momentos de alto riesgo político serán el nombramiento de cuatro consejeros electorales en el primer trimestre, las elecciones de los estados de México y Coahuila y el destape de las corcholatas para 2024.

Si el nombramiento de los consejeros se hace sin consenso, las elecciones, particularmente la del Edomex, pueden convertirse en elecciones de Estado, con la mano del presidente, gobernadores y funcionarios morenistas metidas hasta el fondo, y si los precandidatos de Morena, las corcholatas, se minan los unos a los otros, como de hecho está sucediendo, podemos tener un escenario político muy adverso para el desarrollo del país.

Todo ello aderezado con un problema de seguridad que no da visos de ceder ante los abrazos del presidente y no balazos contra el crimen organizado.

El 2023 tiene todo para ser un buen año, si nuestra clase política, del presidente para abajo pasando por líderes de las cámaras, la Corte, el partido gobernante y los partidos de oposición son capaces de levantar la mirada un poco más allá del 2024.

De otra forma, el aluvión de amenazas seguirá entre nosotros: inflación alta, recesión económica, la continuidad del conflicto en Ucrania, el covid-19 que sigue provocando muertes y contagios, el cambio climático…

Los tiempos pues son inciertos. Así los labra López Obrador. Es lo convincente: su sarta de mentiras todas las mañanas.

2023 traerá consigo varias revoluciones. Junto con el aumento en el gasto en transformación digital, se prevé el boom de la Inteligencia Artificial generativa.

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