EL OTRO DATO/ Los retos para la Presidente

JUAN CHÁVEZ

Insisto, vaya a ser Claudia o Xóchitl, será la Presidente, no la Presidenta.

Es como llamar residenta a la mujer residente, cuando lo correcto es  la residente y no la residenta. Más claro, ni el agua, me cae.

Pero la gramática nos importa una y dos con sal, ¿o no?.

Todo mundo ya dice que en 2024 tendremos Presidenta.

La Real Academia de la Lengua, va a tener, con urgencia, que revisar lo que está aconteciendo en México y echarse el capirucho de introducir en sus páginas de limpieza gramatical, la palabrota PRESIDENTA, que además suena con cacofonía despectiva

En fin, el tema es que a  ocho meses y días de la elección podemos estar ciertos de que por primera vez en la historia tendremos una mujer el frente de la Presidencia de la República: Claudia Sheinbaum o Xóchitl Gálvez, en orden de probabilidad.

Quien llegue se enfrentará a grandes retos que le heredará el mal llamado gobierno de López Obrador.

Ya se debate sobre cuál de todos los problemas significará el mayor.

Hay quien plantea que el gran reto será salud. Hay muchas razones para pensar que así será, pues el obradorismo  heredará un sistema de producción y distribución de medicamento roto, un sistema hospitalario sobrecargado y una política fallida y que recarga toda la responsabilidad en una institución agotada llamada IMSS.

Dinamarca es un chiste, a estas alturas un chiste cruel; el gran reto es simplemente regresar a donde estábamos en materia de salud.

Para no pocos el reto mayor es seguridad. Si bien es cierto que se redujo el número de muertes violentas con respeto a 2018 y 2019, si sumamos a los desaparecidos la suma de personas víctimas de violencia es mayor. Si a eso agregamos que la presencia territorial del crimen organizado es hoy muy superior que hace seis años no es exagerado decir que López Obrador entregará un polvorín y que la próxima Presidente tendrá muy poco margen de maniobra, pues hoy todo está en manos de las Fuerzas Armadas.

Las finanzas públicas, que tanto se cuidaron en los primeros años del Gobierno morenista, pondrían pasar a foco amarillo si se aprueba, como todo parece indicar que así será, el endeudamiento por 1.7 billones de pesos en el presupuesto 2024. Es cierto que esa nueva deuda no pone en riesgo la calificación del país, pero deja sin margen a la próxima Presidente.

Tomar las riendas de un país polarizado será muy complicado. La elección será mucho más compleja de lo que auguran los morenistas. En campaña, cualquiera de las dos se puede caer, o crecer. Ninguna de ellas tiene nada seguro salvo que, de llegar al poder, tendrá en contra a la otra mitad del país.

Sin embargo, el reto mayor será llenar el hueco comunicacional. La omnipresencia de López Obrador en la esfera pública y la manera  particular de comunicar no es imitable. Quien llegue deberá encontrar su propia manera de estar presente y de establecer su narrativa.

El reto de suceder a un presidente que monopolizó la enunciación, que manejó la narrativa y que se puede dar el absurdo lujo de tener otros datos, es mayor.

El discurso de Claudia no puede ser me dejaron un cochinero y para Xóchitl no hay margen de error. Las dos están obligadas a la eficacia gubernamental y las dos tienen como reto llenar el enorme hueco de comunicación que se abrirá el primero de octubre de 2024.

Es cierto que vamos a descansar de oír todos los días al Peje, pero más lo es que el silencio será el fantasma que continuamente recordará el pasado.

Comunicar, comunicar y comunicar, es el reto para la Presidente. Necesario será que fije, con sus propias propiedades el puente comunicador con el pueblo, con toda la gente.

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