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JUAN CHÁVEZ. El rigor de la historia oficial nos mete a Hidalgo como Padre de la Patria.
Aprendemos que el cura de Dolores dio el Grito de Independencia en la madrugada del 16 de septiembre de 1810, después de haber sido despertado de un sobresalto por la alarmante noticia que le llevaba el enviado de la Corregidora de Querétaro:
–¡Ya nos descubrieron!
Y por eso, la convocatoria a la lucha armada por la libertad, señalada para el 18 de octubre, la adelanta Miguel Hidalgo y Costilla al 16 de septiembre.
Es lo que nos enseñan en la escuela y con eso nos quedamos, muy aparte o no de que tengamos espíritu investigador o nos dé por leer algo de lo que han escrito quienes sí se han adentrado un poco en los vericuetos del pasado siempre enredados y difícil de ser desentrañados.
Aprendemos, de los libros de la escuela, que Hidalgo lanzó el grito libertario, pero no se nos advierte que en esa proclama demandó vivas para Fernando VII, rey de España.
Es decir, el cura nacido en la hacienda de Corralejo no desligaba a la Nueva España de la Madre Patria, cuyo monarca, en esas fechas, había sido echo a un lado por el imperio de Napoleón y su hermano José era el mandamás en la península.
Nadie pela a Ignacio López Rayón quien, fusilado Hidalgo, se convirtió en la primera figura del movimiento, prestigio que conservó hasta la aparición de Morelos al que, además, dio luz en sus Sentimientos de la Nación.
A López Rayón, nacido en Tlalpujahua en 1773 y muerto en la ciudad de México en 1832, la historia no le ha hecho justicia. Qué se recuerde, su nombre no figura en el protocolo de la arenga libertaria repetida desde 1812 en que el propio López Rayón la instaura en Huichapan, en plena lucha armada.
En su “Diario de operaciones militares”, el héroe olvidado anotó:
“Día 16.- Con una descarga de artillería y vuelta general de esquilas, comienza a solemnizarse en el alba de este día el glorioso recuerdo del grito de libertad dado hace dos años en la Congregación de Dolores, por los ilustres héroes y señores serenísimos Hidalgo y Allende…”.
Al año siguiente, en 1813, Morelos incluyó el punto 23 en el documento Sentimientos de la Nación, donde solicita la conmemoración del 16 de septiembre.
López Rayón participó en las batallas de Monte de las Cruces, Puente Calderón y Aculco y aunque algunos lo consideran ingeniero metalúrgico, la verdad es que estudió en el Colegio de San Ildefonso y se tituló de abogado.
Como quiera más que militar fue un académico que con su pensamiento hizo relumbrar la lucha armada iniciada por Hidalgo.
Esa es la grandeza de Rayón. ¡El pensamiento de alto nivel en la lucha independista!
En Zitácuaro dio luces al movimiento armado con la Suprema Junta Gubernativa de América que organiza el 19 de agosto de 1811.
Antes, en Guadalajara, Hidalgo lo había nombrado secretario de Estado, y desde ese cargo luchó por la formación de un gobierno civil, publicó los decretos que suprimieron la esclavitud y los impuestos a la Corona y promovió la publicación de El Despertador Americano, el principal órgano independentista.
Con la Junta de Zitácuaro López Rayón dictó leyes “suaves, benéficas y acomodadas a las circunstancias de cada pueblo” y elaboró el documento titulado Elementos Constitucionales, que fue el primer intento de organizar las ideas emancipadoras en un instrumento legal.
El documento decretaba la abolición de la esclavitud, la igualdad de clases, la libertad de expresión y la inviolabilidad del domicilio. Constituye el antecedente de los Sentimientos de la Nación de Morelos y alcanza la supremacía por constituir la primera constancia escrita en que la Junta Americana de Gobierno declara la independencia del país con relación a la corona española y a todos los europeos.
Tal declaración es anterior al Congreso de Chilpancingo convocado por Morelos el 13 de septiembre de 1813.
Esa es el esplendor de López Rayón, equiparable al del cura de Carácuaro… y que la historia le pichicatea.
¡VIVA IGNACIO LÓPEZ RAYÓN!
