EL OTRO DATO/ López hereda el viento: Biblia y Tocqueville

JUAN CHÁVEZ

Está claro que en su último informe de “gobierno”, López Obrador describió, para delirio de muchos de sus seguidores que se hallaban sentados en sillas en la plaza del Zócalo, la “República del Bienestar”.

Fue una larga lista de las mentiras que espetó al pueblo mexicano en sus “mañaneras” que, para infortunio del pueblo, se apresta a seguir la sucesora Claudia Sheinbaum, por mandato de su jefe, el cacique de la 4-T.

López Obrador aprovechó el escenario para hacer, entre chascarrillos, una consulta entre las y los asistentes al último informe de Gobierno, pidiéndoles que a mano alzada votaran su acuerdo con la reforma al Poder Judicial propuesta al Congreso por él.

Dicta la Biblia (palabra de Dios para los concurrentes al “show” de López), en Proverbios 11.29, que “Aquél que divida su casa heredará el viento”. Y es precisamente lo que el señor de Palacio ha hecho, polarizar al país, dividir a los mexicanos.

No solo ha dividido su casa: la ha dejado en ruinas. Su megalómana obsesión ha sido pasar a la historia. Y pasará, seguramente, pero no como Hidalgo, Juárez y Madero, sino como el hombre que destruyó el orden jurídico y las instituciones del país y lo puso en el camino de la dictadura.

Ídolo con pies de barro, su popularidad será efímera. Cuando la sentina que creó desaparezca quedarán a la vista sus excesos, sus corrupciones, el gravísimo daño que en todos los órdenes ha hecho a la nación.

Y al evocar a Tocqueville, el político, historiador, escritor francés, López olvidó mencionar que el autor de “La Democracia en América”, fijó su atención en la democracia de Estados Unidos, por su limpieza y alta cultura.

No es verdad, como lo refirió López que la Unión Americana, en sus orígenes, haya elegido por voto

popular a los jueces. Lo que destacó Tocqueville fue la elección de los fiscales por el pueblo.

Los jueces, en EU son propuestos por el presidente o los gobernadores y aprobados por el Senado federal y locales.

Aquí en México, la reforma obradorista no toca para nada a los fiscales, que son los guardianes de la justicia. Los juzgadores la administran y la imponen, bajo la fuerza de las pruebas que aporten los ministerios públicos, agentes de los fiscales.

Pienso que a López Obrador le aguarda el destino que la frase bíblica señala: heredará el viento. No solo ha dividido su casa: la ha dejado en ruinas. Su megalómana obsesión ha sido pasar a la historia. Y pasará, seguramente, pero no como Hidalgo, Juárez y Madero, sino como el hombre que destruyó el orden jurídico y las instituciones del país y lo puso en el camino de la dictadura.

Ídolo con pies de barro, su popularidad será efímera. Cuando la sentina que creó desaparezca quedarán a la vista sus excesos, sus corrupciones, el gravísimo daño que en todos los órdenes ha hecho a la nación.

De nada le valdrán entonces las dádivas que a diestra y a siniestra repartió. No le servirá su compra de militares que aceptaron de él funciones ajenas a su misión y dejaron de servir a la Patria para ponerse a las órdenes del cacique de la 4T. Hasta sus más untuosos aduladores reconocerán, siquiera sea en su fuero interno, que haber estado con Obrador fue un deshonor.

Ahora mismo ha empezado, antes de que comience, el tira tira contra la presidenta que en algunas redes sociales han llamado “presirvienta” y es que no se ha aceptado que en el gabinete que ha nombrado, figuren once personajes, hombres y mujeres, que son fieles sirvientes de AMLO.

Todo lo que comienza acaba, por fortuna, dicen algunos.

Y estamos por ver un fin y un comienzo.

El domingo arranco el último mes de gobierno de López Obrador. Y como en tantas otras cosas, el líder de la 4T ha roto las convenciones no escritas que regían la política mexicana.

A diferencia de todos sus antecesores, que solían salir de escena discretamente en las últimas semanas de su sexenio, por deferencia al presidente electo, el tabasqueño ha hecho justamente lo contrario: decidió intensificar su protagonismo.

Como he señalado en otros textos, AMLO está abriendo frentes de batalla que a él no le tocará librar. Acelerar la reforma judicial a cualquier costo, poner en pausa la relación con Estados Unidos semanas antes de irse, tensionar la relación con los empresarios y sacudir a los mercados financieros, son los embarazos para la futura gobernante del país.

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