JUAN CHÁVEZ
Mexicana de Aviación, que quebró hace 13 años, operaba con dinero privado; la línea aérea, un capricho con alas del caudillo de Palacio, que se pagará con dinero público, nos costará a todos los mexicanos casi 5 mil millones de pesos.
Es lo que se ha invertido para darle vida al elefante blanco de la línea Mexicana, que así se llama porque AMLO le compró la marca a los trabajadores de la desaparecida empresa aérea.
Empezará a operar con 10 jets alquilados, que llegarán al país con todo y tripulación, cuando la ley fija que los pilotos de una aeronave comercial, tienen que ser mexicanos de nacimiento.
La antigua Mexicana de Aviación operaba con 100 aviones y tenía su propio hangar donde daba mantenimiento a las aeronaves nacionales y extranjeras.
De los casi 5 mil millones de pesos que costará el capricho presidencial, casi mil millones son para repartirlos entre los ex trabajadores de la verdadera Mexicana que son más de 7 mil, lo que significa que a cada uno le tocará poco más de 700 pesos mensuales.
La Mexicana que quebró hace más de una década operaba con dinero privado y su desaparición, triste y trágicamente, afectó a miles de trabajadores. Ahora, la 4T Airlines vivirá del erario, vamos, de nuestros impuestos. Y la grandiosa idea de crear una aerolínea gubernamental es un gran error, que la mayoría de los países aprendió desde hace varias décadas.
El Estado debe ser buen regulador, no dueño de empresas.
Mexicana tenía empleados de los sindicatos como la Asociación Sindical de Sobrecargos de Aviación (ASSA) o la Asociación Sindical de Pilotos Aviadores de México (ASPA), entre otros, a quienes desde el máximo podio de Palacio Nacional les restregaron en la cara que los aviones que rentará el Ejército ya vienen con todo y tripulación.
Y no es por echarle más limón a la herida, pero en los pasillos de la Sedena se escucha que es preferible tener personal militar o darle vuelta a la normatividad, porque sepa usted que la ley –que sí es la ley, indica que las tripulaciones de vuelo deben ser mexicanas por nacimiento, pero no prohíbe que sean militares.
Por cierto, los pilotos comerciales ganan más que el presidente, por lo que los aviadores del bienestar serán de “ultra mega bajo costo”.
La nueva Mexicana no es la línea aérea que conocimos, es sólo un nombre que pasará a las memorias como un símbolo de un capricho desde los mareos del poder.
¿Qué pensarán las familias de los fallecidos por falta de tratamiento al ver que de sus impuestos saldrán casi 5 mil millones de pesos para arrancar una aerolínea gubernamental?
Con ese dinero, ¿sabe en cuántos hospitales del IMSS o ISSSTE dejarían de aparecer ratas, cucarachas, mapaches y goteras en las habitaciones y salas de cirugía? ¿Cuántos pacientes dejarían de ser aplastados hasta morir por elevadores sin mantenimiento? ¿Cuántas medicinas llegarían a los enfermos?